Carlos Fuentes
Pedro Garay, mi amigo
Siento un dolor muy hondo por la muerte de este amigo ejemplar, hombre de ternura e inteligencia parejas, escritor agudo dotado de unas antenas fronterizas, atentas a todas las señales de una cultura de encuentros, paradojas y contradicciones.
Su vida quedó trunca. Su obra no. Basta releerlo para saber que Pedro Garay nos deja algunas de las páginas más lúcidas y estimulantes del tiempo, el lugar y la cultura que le tocaron vivir. Su muerte es una fatalidad. Su obra es una voluntad de estilo; es decir, un destino.
Voy a extrañar a ese compañero y amigo entrañable cada vez que piense en Ciudad Juárez, cada vez que regrese al Norte. Todo se vuelve desierto cuando un amigo se va.
Descanse en paz, el grande, el querido Pedro Garay.