La Jornada jueves 10 de julio de 1997

Jorge Legorreta
De la ciudad del PRI a la ciudad para todos

Tiempos de transición democrática para nuestra ciudad. Sin duda alguna y rebasando las previsiones de las encuestas, uno de los partidos políticos más jóvenes en la historia del país ha ganado la capital. El mayor de los reconocimientos que aquí podemos brindarle al Partido de la Revolución Democrática es su capacidad de haber transformado, en sólo seis meses, las preferencias electorales de millones de capitalinos. A principios de año, el fortalecimiento del bipartidismo entre el PRI y el PAN era el modelo a seguir, a pesar de los visibles avances logrados en ese entonces por el partido del sol azteca en Hidalgo, Morelos y el estado de México. Con las recientes elecciones, tal bipartidismo anhelado por muchos teóricos de la globalidad se diluyó.

La inclusión mayoritaria del PRD en el gobierno y en las cámaras legislativas modificará estrategias y escenarios políticos. No será igual tratar con un regente designado por el Presidente que con un gobernador electo por el 50 por ciento del electorado. Ahí radicará su fuerza, misma que deberá ser utilizada con modestia y sensibilidad política. Ya el PAN y el PRI comprobaron cómo la prepotencia y la soberbia sólo conducen al rechazo.

La perspectiva del PRD es tan promisoria como compleja. Ha conquistado históricamente el primer poder electo en el territorio del gobierno federal. Le toca, simplemente, la responsabilidad de convertir a la ciudad del PRI en una ciudad para todos.

Cuauhtémoc Cárdenas y su próximo equipo se enfrentarán a muchos retos y obstáculos. Sus oponentes saben bien que de hacer bien la tarea, en el año 2000 la Presidencia nacional estaría prácticamente ganada por el PRD. Hay poco tiempo y, en consecuencia, tendrá que actuar con mesura pero también con eficiencia y prontitud. Las promesas de campaña habrán de convertirse, lo más pronto posible, en acciones y en beneficios directos para sus electores. He aquí los que parecen de mayor trascendencia.

En primer lugar, la reducción drástica de la inseguridad y la delincuencia armada. Un cambio desde arriba, de mandos superiores y medios como lo ha propuesto Cuauhtémoc Cárdenas, no será suficiente. Eso no resuelve el fondo, como lo es la intrincada vinculación, desde abajo, entre los policías y los delincuentes. Miles de agentes preventivos y judiciales son parte de la delincuencia. El general Salgado, con todo y sus estrategias militares, no ha podido. En el mismo plano está la generalizada corrupción que envuelve todas las gestiones administrativas del gobierno capitalino. Hace falta algo más efectivo que el simple cambio de mandos superiores.

Otro reto es la disminución de la contaminación atmosférica, para cumplir, así, con la promesa electoral de contar con un aire limpio en tan sólo tres años. Más de la mitad de las fuentes contaminantes se localizan en los municipios conurbados del estado de México, lo cual obliga a establecer más eficaces políticas conjuntas con el gobierno federal, con el estatal y con los ayuntamientos, muchos de extracción panista.

Un tercer reto es la regulación del mercado ambulante y del transporte, convertidos en dos de los conflictos sociales más visibles en la ciudad. La aplicación de la ley, como fue propuesto durante la campaña, no se logrará sin el establecimiento de acuerdos políticos con las agrupaciones corporativas, la mayoría comandadas por el PRI. Algunos de los dirigentes del comercio ambulante ya lanzaron su primer reto diciendo ``bailaremos al son que nos toquen'', en espera de soluciones más definitivas anunciadas por Cuauhtémoc Cárdenas. En el mismo caso está el caótico transporte de microbuses, cuyos acuerdos políticos con sus agrupaciones corporativas son indispensables para implantar las propuestas de modernización del transporte, también anunciadas durante la campaña.

Otros retos son los tratos que recibirán las marchas y las medidas para enfrentar el creciente congestionamiento vehicular. Ahí estarán los ojos críticos de la ciudadanía, incentivados por los más influyentes medios de comunicación.

Para dar respuesta a todas estas expectativas electorales, no habrá tiempo ni recursos para edificar grandes obras. Habrá que diseñar una estrategia política para atender en poco tiempo lo prioritario, con una perspectiva que multiplique lo más pronto posible los beneficios sociales. Eso es precisamente para el PRD lo medular a lograr durante los acuerdos de transición, iniciados esta semana entre el DDF y el equipo del nuevo gobierno. De las herencias financieras y de los compromisos en las obras que se acepten, dependerá en gran parte que el PRD cumpla su promesa de convertir a la ciudad del PRI en una ciudad para todos. Le deseamos a Cuauhtémoc Cárdenas y a su equipo el mejor de los éxitos en su gestión.