El asunto de las importaciones, ninguna lucha ``burocracia-ciencia'': Leopoldo Paasch
Claudia Herrera Beltrán Ť No obstante las protestas de los investigadores, la UNAM no dio marcha atrás a su decisión de cancelar recursos para los gastos de importación de insumos para la investigación científica. Sin embargo, admitió que antes de implementar esta medida debió discutirlo con los directores de las dependencias universitarias.
El secretario administrativo de la UNAM, Leopoldo Paasch, indicó ayer que el Colegio de Directores avaló el martes pasado esta medida, pero acordó que no será retroactiva; es decir, en los proyectos de investigación que se iniciaron antes del 27 de mayo, la UNAM seguirá dando recursos para los gastos de importación, pero tratando de ``racionalizarlos'', y en el caso de los proyectos que se aprueben después, sus fuentes de financiamiento tendrán que sufragar los costos.
En conferencia de prensa, Paasch consideró que los investigadores inconformes han hecho afirmaciones de ``mala fe'' y han recurrido a la opinión pública sin buscar antes una conversación con las autoridades universitarias para que les aclararan en qué consistía la nueva medida. Y se preguntó por qué no le llamaron si ``el teléfono está en el directorio de la UNAM''.
Según Paasch, con la nueva política sobre los gastos de importación la UNAM se ahorrará 50 por ciento de los recursos que dedicaba cada año a este rubro y tratará de poner fin al ``desperdicio'' de recursos universitarios. En total, la UNAM destinó para este año 43 millones de pesos a una partida conocida como 257 y que sirve para cubrir costos de importación.
Para contrarrestar el efecto que tendrá la suspensión de ayuda para los gastos de importación, Paasch ofreció que la máxima casa de estudios pedirá en el futuro a la Secretaría de Hacienda que disminuya o elimine estos impuestos.
Explicó que por la compra de un producto en el extranjero, la universidad paga un impuesto al valor de la importación que puede representar de 0 a 20 por ciento el costo de la mercancía, además de una tarifa por gastos aduanales, y el pago del costo del flete, almacén y manejo del producto. Y una vez sumados todos estos gastos se cobra el IVA.
En el caso de los proyectos de investigación que se realizan en la actualidad, señaló que la universidad seguirá asignando dinero para gastos de importación pero tratando de apegarse al presupuesto y después de hacer un análisis sobre si es necesario comprar o no ese producto. Incluso, dijo que la universidad propondrá a los investigadores que compren con provedores mexicanos para ahorrarse el pago de aranceles y otros gastos.
Advirtió a los investigadores que seguirán recibiendo financiamiento de la UNAM que ya no deberán hacer adquisiciones de ``emergencia ni a a destiempo'', pues eso pondría en evidencia que no han planeado correctamente el uso de sus recursos.
Y para los que en el futuro soliciten financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), de instituciones extranjeras, e incluso de programas de la propia UNAM, les recomendó que incluyan en sus peticiones los gastos por la compra de material y equipo en el extranjero ``porque la UNAM no va a cubrir los gastos de importación''.
Así, cuando los investigadores pidan dinero a programas de la UNAM, la universidad de nueva cuenta pagará esos gastos, pero cuando soliciten financiamiento a instancias externas, éstas deberán de cargar con los costos de la importación de los insumos.
Sin embargo, en las cartas que los investigadores inconformes han enviado al rector Francisco Barnés de Castro, éstos se han quejado de que no podrán conseguir más financiamiento porque instituciones como el Conacyt no tienen dinero.
Ante las críticas de la comunidad científica, Paasch respondió que ``no se trata de la lucha de la burocracia universitaria contra la ciencia'', sino de tratar de hacer conscientes a los investigadores sobre cuánto paga la universidad por importar productos y que aprendan a hacer compras en México cuando sea posible.
De acuerdo con Paasch, la implementación de políticas de este tipo tiene su explicación en que un administrador de la UNAM ``le puede apostar a solicitar ampliaciones presupuestales para ver si tiene más recursos o bien racionalizar el gasto en cosas donde se puede ahorrar más''. Y señaló que para las autoridades universitarias la segunda opción es preferible ante las dificultades que representa conseguir más dinero del gobierno.
Afirmó que los académicos y científicos no fueron informados previamente de esta nueva política porque las autoridades no creyeron que podía generar numerosas dudas respecto al ejercicio presupuestal. ``Si lo hubieramos previsto se hubiera hecho la discusión primero'', añadió.
Sobre las declaraciones de algunos investigadores en el sentido de que en nuestro país no se encuentran insumos para la investigación científica, señaló que son apreciaciones ofensivas para el país. ``Sería muy triste decir que México está en un atraso tal, que sólo hay acceso en cuestiones de tlapalería'', afirmó por último el doctor Paasch.