La Jornada 8 de julio de 1997

Zedillo: el PRI adquirió cabal legitimidad

Elena Gallegos Ť Si se considera el contexto social, político y económico que enmarcó las elecciones, los resultados obtenidos por el PRI ``son muy buenos'', aseguró el presidente Ernesto Zedillo y dijo que ya nadie podrá llamarlo partido único, partido de Estado o apéndice del gobierno. Sostuvo que el tricolor adquirió su cabal legitimidad democrática y demostró que es mayoría, la primera fuerza, en la competencia abierta y justa.

Además, comentó que siempre ha creído que es bueno para México un partido de izquierda fuerte, como se acreditó el domingo el PRD, ``porque su presencia es consecuente con corrientes ideológicas que han dejado huella en la historia del pueblo mexicano y porque aglutina y ofrece cauces de participación en la paz y en la ley''.

Zedillo dejó establecido que desde enero de 1995 al reunirse con la dirigencia perredista ofreció, al igual que a todos los partidos, una relación de respeto y diálogo en la que no se ignorara sino se escuchara y en la que nunca se pretendiera exterminar al PRD. ``Hoy puedo decir con gran satisfacción que he honrado y seguiré honrando mi palabra''. Luego reiteró su felicitación a Cuauhtémoc Cárdenas y su disposición de establecer con él una relación de colaboración y respeto.

En cuanto al PAN, dijo que le hacía también un reconocimiento muy respetuoso. ``Larga ha sido su presencia, constante su participación en los avances democráticos de México y muchas son sus figuras que se han ganado el aprecio por su contribución al pensamiento y la acción política de México''. Enseguida y en lo que pareció respuesta al reclamo que el domingo le hiciera el líder panista Felipe Calderón, porque a ellos no los había felicitado en el mensaje que difundió, Zedillo precisó que cuando las autoridades competentes emitan resultados, felicitará personalmente a cada uno de los ganadores.

Luego de tomar la protesta a los miembros del Consejo Directivo de la Federación Nacional de Colegios de Licenciados en Administración, en un acto que se efectuó en Los Pinos, Zedillo hizo una valoración de la jornada electoral del 6 de julio y destacó que durante la misma se fortaleció el sistema de partidos. Por eso, también felicitó a los que sacaron los porcentajes más bajos e insistió en que no hubo derrotados.

Más adelante y tras reiterar que la reforma política comenzó realmente en 1968 --``fuimos los jóvenes de entonces los que dimos un primer paso para reclamar la plena democracia''--, el primer mandatario sostuvo que el México de hoy no es un país de ruptura sino de evolución, con estabilidad, rumbo y certidumbre; un país que quiere avanzar en paz y libertad, en el que ya se superó el encono, la división y la confrontación.

Señaló que este avance democrático no dependerá de presiones al margen de la ley ni de arreglos al margen de la voluntad ciudadana. Convocó entonces a todas las fuerzas políticas a que ahora que quedó atrás la contienda, se privilegien el diálogo, el acuerdo y el consenso y se ejerzan en todo momento la tolerancia, la prudencia, la mesura y la comprensión.

``En esta nueva etapa todos nos reconocemos primero como mexicanos y luego como adversarios con posiciones políticas y con preferencias electorales distintas, y demostramos que sin renunciar a nuestros principios ni arriesgar nuestro pluralismo, podemos convivir unidos por lo fundamental'', dijo.

Y en esta nueva etapa en que la normalidad democrática es irreversible --remató--, la ciudadanía espera y exige que quien ganó represente a todos y gobierne para todos, lo que implica una nueva actitud y cultura política y una nueva ética de responsabilidad pública en la que se hable siempre con la verdad. ``Hoy, después de este 6 de julio, convoco a todos los mexicanos a que nos mantengamos unidos'', terminó.

Por la mañana, en Palacio Nacional, Zedillo recibió las cartas credenciales de los nuevos embajadores de Paraguay, Ecuador, Nicaragua, Arabia Saudita y República Dominicana, quienes aseguraron que la jornada del domingo fue transparente, ejemplar y pura, lo que demuestra la vocación democrática de México y su firme decisión de continuar por esa senda.


Palabras del presidente Ernesto Zedillo, en la ceremonia en la que tomó la protesta a los miembros del Consejo Directivo Nacional 1997-1999 de la Federación Nacional de Colegios de Licenciados en Administración, en el Salón Adolfo López Mateos de Los Pinos.

Señoras y señores:

Me da mucho gusto estar con ustedes en esta reunión en que se ha renovado el Consejo Directivo de esta organización.

Felicito a José Luis Pliego por la muy meritoria labor que desempeñó durante el bienio que ahora concluye al frente de este Consejo.

Asimismo, felicito a Alfonso Castro, por haberse ganado la confianza de ustedes, sus compañeros, para presidir el Consejo en el periodo 97-99.

Los felicito por su programa de trabajo, que responde a los retos que nuestra sociedad enfrenta en este momento y en el futuro inmediato. Los felicito por sus propuestas para seguir fortaleciendo a su gremio y para promover su alta función social. Los felicito por la constitución, este mismo año, de la Fundación Internacional de Ciencias Sociales y Administración que fortalece su compromiso con la excelencia profesional y con el servicio de la sociedad. A todos ustedes les deseo el mayor de los éxitos en sus tareas.

Tiene mucha razón el licenciado Castro Lomelí al afirmar que prácticamente toda actividad individual o colectiva requiere un adecuado clima político y económico. Ese es justamente el clima que los mexicanos nos hemos propuesto crear y consolidar. Por eso, el día mismo en que tomé posesión de la Presidencia de la República convoqué a una reforma política, a fin de que estas elecciones de 1997 fuesen indiscutibles para todos, y que todos quedásemos satisfechos de su realización, indistintamente de sus resultados.

Al tiempo que, poco a poco, con mucha paciencia y esfuerzo avanzábamos en la reforma, se fueron celebrando elecciones locales en 24 entidades federativas. Cada una de esas elecciones fue legal, pacífica y competida, y sus resultados correspondieron a la voluntad ciudadana. Ello ha ayudado a generar un clima de confianza, de credibilidad y de compromiso con la democracia.

Es en este clima que concluimos la reforma política a la que convoqué al inicio de mi gobierno, y es en este clima en el que han comenzado a operar las leyes y las instituciones, surgidas o fortalecidas por la reforma electoral. Es en este clima que el día de ayer celebramos una jornada electoral histórica; histórica, porque muestra que los mexicanos hemos preferido, hemos construido y hemos asumido la democracia; histórica, porque muestra que los mexicanos hemos dado un paso irreversible y definitivo, que culmina el largo anhelo de muchas generaciones, de vivir una plena democracia.

Ciertamente la democracia es un postulado político plasmado desde muy temprano en nuestras constituciones pero debemos reconocer que durante muchas décadas fueron otros aspectos del proyecto nacional los que concentraron la mayor parte de nuestra energía social.

Hace dos días señalé que la reforma política que se manifestó con toda su fuerza y sus virtudes en la jornada de ayer, comenzó realmente a gestarse en 1968. En efecto, como profunda aspiración de los mexicanos, la democracia comenzó a ganar preeminencia en la conciencia nacional a partir de 1968. Fuimos los jóvenes de aquel entonces quienes dimos un primer paso fundamental para reclamar la plena democracia que un país como México necesita y merece; al cabo de casi 30 años ha quedado demostrado que quienes creemos en las libertades y la democracia, también creemos en las instituciones.

Hoy tenemos instituciones vigentes y fortalecidas, tenemos libertades y derechos, y hemos logrado una plena normalidad democrática. Esta normalidad democrática confirma que el México de hoy no es un país de ruptura, sino de evolución; confirma que los mexicanos queremos avanzar y profundizar en las trasnformaciones con estabilidad y con un rumbo de certidumbre; confirma que México quiere avanzar en la paz y la libertad, en la democracia y la justicia.

La normalidad democrática ratifica la madurez política de los mexicanos. Ahora, el avance democrático no dependerá de presiones al margen de la ley ni de arreglos al margen de la voluntad ciudadana.

Tengo entera confianza en que a partir de ahora, a partir de las elecciones de este 6 de julio, cada nuevo avance en la vida política del país será producto de lo que unidos podamos aportar dentro de la ley; será producto de la suma de esfuerzos, ya no de la confrontación; será producto del trabajo armónico orientado por los intereses superiores de México.

Tengo confianza en que las elecciones de este 6 de julio inician una nueva etapa en nuestra vida política; una etapa en la que ya hemos superado el encono y la división; una nueva etapa donde todos nos reconocemos primero y por sobre todas las cosas como mexicanos y sólo después como adversarios con posiciones políticas y con preferencias electorales distintas.

En esta nueva etapa los mexicanos demostramos que sin renunciar a nuestros principios y sin arriesgar nuestro pluralismo, podemos y sabemos convivir unidos por lo fundamental. Por eso, la noche de ayer afirmé que con estas elecciones los mexicanos hemos institucionalizado la democracia en nuestro país.

Siempre he creído firmemente que en buena medida una democracia fuerte requiere de partidos fuertes. Las elecciones de ayer han fortalecido nuestro sistema de partidos y con ello han fortalecido la institucionalidad democrática de México.

Hoy reitero que en la elección de ayer nadie puede sentirse derrotado. Todos y cada uno de los candidatos que participaron en las diferentes elecciones locales, estatales y federales han hecho una contribución leal y patriótica a la democracia mexicana.

Por eso, expreso mi reconocimiento a los partidos que han obtenido porcentajes menores, pero valiosos en este proceso electoral. Me refiero al Partido del Trabajo, al Partido Verde Ecologista, al Partido Popular Socialista, al Partido Demócrata Mexicano, al Partido Cardenista.

En cuanto al Partido de la Revolución Democrática, quiero recordar que al reunirme con su dirigencia en enero de 1995 ofrecí, al igual que a todos los partidos, una relación de respeto y de diálogo, una relación que jamás intentaría ignorar y no escuchar, que nunca pretendería exterminar, sino respetar al PRD como a todos los partidos.

Hoy puedo decir, con gran satisfacción, que he honrado y seguiré honrando mi palabra.

Siempre he pensado que un partido de izquierda, fuerte, como se acreditó ayer el PRD, es bueno para México, porque su presencia es consecuente con corrientes ideológicas que han dejado huella en la historia del pueblo mexicano, y porque aglutina y ofrece cauces de participación en la paz y en la ley.

Por eso aprovecho para reiterar mi felicitación a su candidato, al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, que ha ganado la primera elección para jefe de gobierno del Distrito Federal, y repito la disposición del gobierno de la República, para establecer una relación de respeto y colaboración, que atienda siempre a los intereses de los habitantes de la capital.

Hago también un reconocimiento muy respetuoso al Partido de Acción Nacional. Larga ha sido su presencia, constante su participación en los avances democráticos de México, y muchas son las figuras del PAN que se han ganado el aprecio por su contribución al pensamiento y la acción política en nuestro país.

Por respeto a las normas y a las autoridades electorales de cada estado donde se han celebrado elecciones para gobernador, considero mi deber esperar a que las autoridades competentes emitan resultados que permitan a los propios contendientes pronunciarse antes de que pueda felicitar personalmente a cada uno de los ganadores.

Sin embargo, desde ahora ofrezco a todos y cada uno de ellos la invariable disposición del gobierno federal para trabajar con respeto, armonía y eficacia en beneficio de toda la población.

Se trata de una disposición que he acreditado en los hechos con cada gobierno, estatal o municipal, surgido de un partido distinto al que pertenezco.

Se trata de una disposición que siempre sabré honrar porque obedece a mi convicción de que el mandato de las urnas es gobernar para todos.

Mi partido, el Revolucionario Institucional, merece un reconocimiento muy especial de mi parte.

El PRI es el partido que en todo momento me ha apoyado para gobernar en el interés superior de México.

El PRI es el partido que me apoyó para adoptar las medidas económicas que permitieron superar la emergencia económica, iniciar la recuperación y comenzar a traducirla en el crecimiento de la producción y de los empleos.

El PRI siempre respaldó la reforma política, desde su principio hasta su conclusión. Lo hizo sin cortapisas y sin regateos.

A lo largo de la reforma política, con espíritu democrático y nobleza republicana, el PRI cedió muchas ventajas que antes tuvo en aras de una competencia electoral más equitativa.

En el contexto económico, social y político en que se llevaron a cabo estas elecciones, los resultados obtenidos por el PRI son muy buenos resultados.

Conforme a los datos preliminares del IFE, el PRI se confirma como la primera fuerza política nacional. Conforme a esos datos, el PRI será la primera fuerza en la Cámara de Diputados y contará con la mayoría absoluta en el Senado de la República.

Muchos partidos que hoy están gobernando países democráticos en todo el mundo, anhelarían contar con un porcentaje similar al que el PRI está obteniendo en el Poder Legislativo Federal, en estas elecciones.

Después de estas elecciones ya nadie podrá llamar al PRI partido único, partido de Estado o un apéndice el gobierno.

Al impulsar la reforma política y al honrarla a plenitud en la competencia electoral, el PRI ha adquirido su cabal legitimidad democrática, y la ha adquirido obteniendo la mayor votación nacional.

Nadie puede decir ahora que el PRI sólo gana con las reglas y las prácticas del pasado. El PRI ha demostrado que en la competencia abierta y justa, es mayoría.

Al cabo de las elecciones de ayer todos los partidos entran a una nueva etapa, una nueva etapa en la que la contienda ha quedado atrás y en la que ahora debemos procurar el diálogo, el acuerdo y el consenso. Una nueva etapa donde la ciudadanía espera y exige que, quien ganó represente a todos y gobierne para todos; ello implica una nueva actitud política, una nueva cultura política, una nueva ética de responsabilidad pública, la de buscar y privilegiar lo que nos acerca más que lo que nos separa; la de condensar pluralidad, responsabilidad y apego a los principios de cada quien.

Debemos practicar con el ejemplo en la palabra y en la obra, hablando siempre con la verdad y actuando siempre con la verdad; debemos escuchar para avanzar y dialogar para consolidar; debemos pugnar por cada propuesta que sea honestamente viable y realista, sobre todo, debemos ejercer en todo momento la tolerancia y la prudencia, la mesura y la comprensión. Estos valores deben sustentar una nueva cultura política de los mexicanos, una cultura política para fortalecer las instituciones que son el patrimonio de todos los mexicanos; una cultura política para preservar y enriquecer la normalidad democrática que estamos alcanzando.

Hoy, después de este histórico 6 de julio, convoco a todos los mexicanos a que mantengamos unidas nuestras voluntades, a que sigamos trabajando con ahínco por un porvenir de prosperidad y de justicia que le debemos a nuestra patria. Los convoco, sobre todo, a que pensemos en los más jóvenes, pensando en ellos --y al lado de ellos-- hemos culminado los pasos para vivir una plena democracia. Ahora, pensemos más en ellos, trabajemos más con ellos --y para ellos-- a fin de que vivan en un México de oportunidades, de dignidad y de bienestar, trabajemos para avanzar hacia un desarrollo integral y justo fundado en la vigencia del Estado de Derecho; la prevalencia de una economía de mercado pero con rostro humano y con firme compromiso social; perseveremos en la responsabilidad fiscal y monetaria, el fomento del ahorro interno. Unamos nuestro mayor esfuerzo y sumemos toda nuestra energía para impulsar la educación y la formación de nuestros recursos humanos porque son lo más valioso que tiene México; sus hombres y sus mujeres.

Trabajemos todos unidos, alentados por la esperanza cierta de que nuestra generación será la primera capaz de conjugar el crecimiento económico vigoroso y sostenido con una plena normalidad democrática. Ese debe ser nuestro legado a los más jóvenes; ése debe ser el ejemplo para nuestros hijos; ésa debe ser nuestra contribución al México de progreso, democracia y justicia del Siglo XXI. Muchas gracias.