Jordi Soler
La democracia desde abajo

Salman Rushdie, con 50 años recién cumplidos, trabaja en la parte final de su próxima novela. Se trata de la historia de una estrella de rock en la India. El entrevistador de The Guardian le pregunta ``¿Escribe la primera novela sobre los dinosaurios del rock?'' Rushdie responde: ``Así es. El parque jurásico del rocanrol''. El título será The ground beneath her feet (La tierra debajo de sus pies). El her revela que los pies del título son de mujer.

Esto es todo lo que sabemos del nuevo proyecto del maestro.

Reducir las manifestaciones juveniles al rock es una insensatez, sin embargo, en una ciudad como la nuestra, donde estas expresiones son tan reducidas, el rock, en todas sus variantes y con todas sus deficiencias, se ha convertido naturalmente, en el único respiradero juvenil posible.

Luego de 30 años de existencia, nuestras autoridades no saben todavía como lidiar ni con él, ni con la banda que lo frecuenta, a menos que venga empaquetado, desinfectado, pasteurizado y totalmente puyado por Ocesa o por algún otro consorcio poderoso y amedrentador que sepa cómo lograr que un joven en concierto de rock conserve una disciplina similar a la de un viejito que está viendo a los tres tenores. Una curiosidad al margen: los boletos de un concierto para jóvenes, como el de U2, tienen precios que nada más puede pagar un adulto bien establecido, que desde luego nunca se ha interesado por U2.

El problema del rock en México no es el rock, son los jóvenes que se congregan a su alrededor; y el problema de los jóvenes con los adultos que los gobiernan, es que estos últimos ni toman en cuenta, ni respetan, la opinión de los primeros. Una de las cosas que tendrán que empezar a cambiar a partir de este domingo, es la relación respetuosa del gobernante de la ciudad con los jóvenes que gobierna. Parte fundamental de la democracia es el respeto; esto y lo que viene puede centrarse en las siguientes líneas de Fernando Savater: ``Tanto la democracia como la filosofía se basan en sujetos (a la vez instaurados por ellas mismas) que no se dedican a profetizar, dar órdenes o guardar silencio sino que discuten y, lo que es aún más importante, discuten de igual a igual''.

Una de las variantes de nuestro único respiradero juvenil posible son las estaciones de radio que transmiten rock. Aunque están enclavadas en grupos radiofónicos que pertenecen a familias más bien conservadoras, sus directores y sus hacedores son siempre, necesariamente, jóvenes que conocen esta música y que son parte del público que oye esta música. Este perfil de estación de radio carga tradicionalmente con la cruz de cualquier manifestación juvenil en esta ciudad. Como no puedo dibujar la cruz, dibujo un rosario de conceptos irrespetuosos y típicos: ``son jóvenes, es rock, no les hagas caso (pero tampoco les quites los oídos de encima)''.

Al principio de la contienda política por la gubernatura del DF, Radioactivo, la estación de radio en donde trabajo (perdonen ustedes el tono personal del testimonio, pero no tengo más persona que la mía), invitó a los candidatos para que expusieran sus planes de gobierno. La banda de jóvenes que oye usualmente la estación empezó a mandar, un mes antes de la primera entrevista, las preguntas que deseaban hacer a los candidatos. La suma de las inquietudes de la audiencia más las nuestras fue aplicándose puntualmente, en transmisión en directo y con rolas de fondo y de por medio, a los candidatos; es decir, le fuimos dando forma al discutir ``de igual a igual'' tan democrático que apunta Savater.

Hablar desde la tribuna joven de Radioactivo fue (supongo) tan estimulante para los candidatos que (por esto lo supongo) esta última semana quisieron regresar (dos de ellos y al tercero lo invitamos) a despedir sus campañas desde ahí. La experiencia del otro lado, del nuestro y del de la audiencia, fue igualmente estimulante; pero lo que cuenta al final es la lectura del conjunto: Los políticos, esa capa seria, adusta, rígida y nunca lúdica de la sociedad, platican ``de igual a igual'' con los jóvenes nunca serios, siempre desmadrosos pero interesados en su destino, que oyen rock por radio; y esto es equivalente a quitarnos de encima esa cruz que cambié por el rosario, y a manifestarnos su respeto.

Al final conviene apuntar, aunque probablemente a estas alturas parezca una obviedad, que esta tribuna radiofónica joven que visitaron los candidatos era impensable, e innecesaria, en los tiempos, nada lejanos, en que ganaba sin remedio el candidato oficial. También hay que acotar que el diálogo ``de igual a igual'' que sostuvimos es un signo esperanzador de la democracia que viene.