La Jornada sábado 5 de julio de 1997

Cristina Barros
Por nuestra dignidad

En la jornada electoral que estamos viviendo se siente un aire nuevo. Es la energía refrescante de un pueblo que ha despertado y que desea vivir con dignidad. Durante los últimos años hemos tenido que soportar la violencia que produce que permanezcan sin castigo quienes cometen delitos que van desde el robo hasta el asesinato. La mayoría ha tenido que soportar la violencia de perder la posibilidad de alimentar a sus hijos con la dieta más elemental, de educarlos, de curarlos cuando enferman. Otros han tenido que renunciar a enviarlos a las escuelas particulares de las que esperan una mejor preparación, han perdido sus casas y sus autos, han tenido que cerrar empresas familiares que eran fuente de empleo de cientos de trabajadores, hermanados con ellos ahora, en esta pérdida colectiva. Llaman ``errores'' a esta forma de violencia y no pasa nada.

El país se ha empobrecido, nuestros recursos naturales se han entregado a manos extranjeras, la deuda externa nos tiene en manos de acreedores que cobran intereses de agiotistas y al parecer nada se puede modificar.

Las elecciones de julio abren una nueva posibilidad. Pasar de la desolación a la esperanza, la esperanza de convertirnos en un pueblo maduro, que se levante sobre sí mismo, que pueda ver de frente a sus hijos, a sus amigos, que tenga la conciencia de haber roto con la humillación de tragarse los reclamos por no perder el empleo, los contratos, la leche de la familia, el terreno adquirido con sacrificios, los servicios públicos elementales a los que tenemos derecho, y en ocasiones el dolor de perder a un ser querido por ser valiente y enfrentarse al poder.

Quizá ya se nos olvidó qué significa no tener miedo y ser libres, quizá en realidad nunca lo hemos sabido. Este domingo votemos conforme a conciencia, rompamos las cadenas del miedo, mostremos a nuestros hijos que somos capaces de entregarles un mundo mejor; y ustedes, los jóvenes, estrenen un país diferente en el que se reconozcan nuestros derechos a la salud, a la educación, a diferir de la opinión de otros con respeto, a no endeudarnos, a no malbaratar el patrimonio que heredamos, para que unos cuantos se enriquezcan.

Se sabe que en diversas dependencias del gobierno se preparan ``estrategias'', ``la quince por uno'', ``la ocho por uno'' en las que los funcionarios invitan a los empleados ``sin presionarlos'' a convencer a quince u ocho ciudadanos a votar por el partido en el poder. Se escucha que en Pemex se entregarán el domingo a los empleados, boletas marcadas para que las cambien en las mamparas por la boleta en blanco que recibirán en la casilla; se dice que decenas de abogados están dispuestos a anular aquellas casillas cuya votación no les sea favorable, por supuestas violaciones a la ley electoral. En la Sedesol los funcionarios que ganan más de 15 mil pesos se han visto obligados a repartir en la vía pública propaganda oficial, vigilados de cerca por otros funcionarios menores.

Quienes actúan así no están defendiendo al país, sino al botín personal en que lo han convertido. En una lucha realmente nacionalista la batalla se da con ideas, con propuestas viables, no con actos fuera de la ley.

No permitamos que nos humillen una vez más quienes no respetan nuestra intimidad, el acto personal y secreto de votar por quienes en conciencia consideremos los mejores. Si es posible atrevámonos a denunciar cualquier tipo de presión, convenzamos a quienes nos rodean de responder con todos los métodos: desde la resistencia pasiva de cruzar doble la boleta que haya sido entregada en las dependencias públicas, para así anular nuestro voto arrancado a la fuerza para no perder el empleo, pasando por la denuncia ante quienes están cerca del proceso de elección, hasta llegar a la forma que nos ofrece el derecho, de hacer una denuncia legal.

Frente al vergonzoso espectáculo, que no nos merecemos, de ver a tantos ``funcionarios respetables'' y ``estrategas políticos'', aumentando la lista de trampas sin cuenta, para no perder el ``poder'', mostremos civismo y altura, yendo a las urnas y votando cuidadosamente. Los representantes de partido revisen que cada boleta que aparezca en urnas tenga clara la firma del presidente de la casilla, cuiden de no cometer errores que puedan sancionarse y todos defendamos nuestro más importante derecho ciudadano, el derecho a elegir a quienes coordinarán el esfuerzo colectivo: senadores, diputados, gobernadores y jefes de gobierno. La pluralidad garantiza vigilancia y verdadera representación.

Por respeto a nosotros mismos, por nuestra dignidad, dejemos a un lado la pasividad, la cobardía, la entrega fácil y démonos la posibilidad del cambio, de la esperanza. No permitamos que nos roben la alegría. Tenemos que recuperar nuestra grandeza. El domingo el país estará en juego. Vayamos a las urnas. Nadie hará por nosotros lo que nosotros mismos tenemos que hacer. Es nuestra hora. Querer es poder.