EXHALACION INTERMEDIA DEL POPO Y RAPIDA GIRA PRESIDENCIAL
José Antonio Román. Claudia Herrera y Triunfo Elizalde Ť Durante las últimas 24 horas no se ha registrado una variación significativa en la actividad del Popocatépetl, salvo a las 11:43 horas de ayer, cuando emitió una exhalación de ceniza de ``nivel intermedio'' que tuvo una altura de más de 6 mil metros.
Aunque el monitoreo del volcán muestra que su condición es ``estable'', se recomienda mantener la atención sugerida en los días previos.
Los reportes del Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), organismo dependiente de la Secretaría de Gobernación, señalan que las ``ligeras'' emanaciones de ceniza volcánica del día de ayer se dirigieron al oeste y suroeste, hacia poblados de Puebla.
El semáforo de alerta continúa en amarillo y la actividad del volcán y su sismicidad permanecieron casi todo el día estables, según la mayoría de los reportes del Cenapred, proporcionados cada dos horas, aunque varios se difundieron con un retraso de casi dos horas.
Además de los reportes impresos, firmados por el director general del Cenapred, Roberto Meli, las autoridades responsables del monitoreo proporcionaron el teléfono 205-10-36 para consultar la actividad volcánica del Popocatépetl.
Las cenizas, inocuas
El director del Consejo de Salubridad, Octavio Rivero Serrano, afirmó que las cenizas emanadas por el Popocatépetl no son dañinas para la salud porque son partículas grandes ``no respirables'' que se eliminan fácilmente en el ambiente.
En tanto, el secretario de Medio Ambiente del Departamento del Distrito Federal (DDF), Eduardo Palazuelos, afirmó que las cenizas volcánicas no han contaminado el drenaje y recomendó a los capitalinos retirar estos residuos de los edificios y los automóviles.
Entrevistado luego de la presentación del libro Riesgos ambientales para la salud en la ciudad de México, Rivero Serrano descartó que el material volcánico provoque daños serios al organismo y señaló que sus efectos se reducen a irritación en los ojos y en la piel.
Por su parte, Palazuelos aseguró que la dependencia a su cargo realizó un monitoreo de la concentración de las cenizas en el aire cada hora y que realiza un análisis para determinar los efectos que pudo provocar entre los capitalinos, aunque adelantó que las cenizas no son tóxicas.
Dijo que, para mayor seguridad, los habitantes del Distrito Federal deben evitar consumir alimentos en la vía pública, así como filtrar el agua si notan que está contaminada.
Escepticismo de ONG
No está claro si las medidas que se anuncian en los medios de información para actuar en caso de una emergencia son del todo confiables, coincidieron Oscar González, de la Academia Mexicana de Derechos Humanos; Benjamín Laureano Luna, del Frente Mexicano Pro Derechos Humanos, y un vocero del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
González dijo que podría ser complicado desalojar a miles de personas que viven cerca del volcán y que éstas corren el riesgo de quedar atrapadas.
El representante del Centro Pro Juárez señaló: ``Los caminos (para evacuación) no están muy bien que digamos; la gente no se muestra muy dispuesta a abandonar sus modestas propiedades y, al parecer, las propias autoridades no han resuelto dónde colocarán a todos los damnificados en caso de que se pierdan sus terrenos y casas''.
Para Laureano Luna, ``el alud de lodo es un signo muy grave y no se debe esperar a ver qué sucede''. En su opinión, la intempestiva actividad del Popocatépetl se debe a ``la prueba nuclear que acaba de llevar a cabo Estados Unidos''.
Blanche Petrich, enviada, Puebla, Pue., 3 de julio Ť El Popocatépetl es uno de los volcanes vivos más peligrosos del mundo en virtud de la alta densidad poblacional de las comunidades que habitan en sus laderas. Además, el nivel de investigación, monitoreo y equipamiento para detectar sus movimientos es ``intermedio'' y dista de cumplir todas las posibilidades de previsión que hoy ofrece la tecnología, opina el físico Javier Salgado.
El científico es investigador del Centro Universitario de Prevención de Desastres Regionales (Cupreder); tiene un posdoctorado en la Universidad de Tokio y una especialización en el área denominada ``percepción remota'' en Hawai.
Con todo ese conocimiento a cuestas, las herramientas a su alcance como miembro de una dependencia de la Universidad Autónoma de Puebla son típicamente tercermundistas, pese a que el Cupreder, como órgano consultor del Cenapred poblano, ha desempeñado una función estratégica.
Salgado calcula que para conocer y monitorear al Popocatépetl de manera óptima se requiere por lo menos duplicar la cantidad de sismógrafos, desplegar una docena de sensores de campo geomagnético (instrumentos que en México no existen ni como proyecto) y triplicar la cantidad de los inclinómetros, que miden el ángulo de pendiente en las laderas del volcán.
Sostiene que el costo de esos equipos no es demasiado alto. ``Es relativo, sobre todo si se toma en cuenta el costo social y humano que puede provocar el hecho de no tenerlos'', argumenta.
Alrededor del cono del Popocatépetl hay nueve sismógrafos, bajo la responsabilidad del Instituto de Investigaciones Geológicas de la UNAM. En ocasiones como la del lunes 30, cuando se produjo la erupción de ceniza que cayó sobre la capital del país, la sismicidad aumentó a tal grado que desquició los sensores. ``No es que no sirvan; lo que pasa es que no están bien calibrados y lo que registran no tiene una lectura útil''.
En su opinión, un volcán como el Popocatépetl requiere al menos 20 sensores, el mínimo con que se monitorea cualquier volcán japonés de similar peligrosidad. Los sismógrafos se fabrican en México.
Destaca también la utilidad que pueden tener los sensores de campo geomagnético, la ``herramienta favorita'' de los vulcanólogos japoneses. Cuando la temperatura de las rocas y la tierra sube pierden valor magnético. Si la cámara magmática del Popo eleva demasiado la temperatura puede ser indicativo de la proximidad de una acción eruptiva, que se puede detectar en la superficie al medir la pérdida del campo magnético. ``Son instrumentos muy importantes y nosotros no tenemos ni uno''. Los sensores de este tipo más conocidos son de fabricación canadiense.
Finalmente, la deformación del cono del volcán es uno de los síntomas más evidentes de que se acerca una erupción e incluso puede dar información para determinar con cierta anticipación su magnitud y características. Estas deformaciones del terreno se detectan mediante inclinómetros. En el Popocatépetl hay uno instalado en la ladera sur y otro en la norte. Para un monitoreo completo se necesitarían al menos seis, según Salgado.
Hay otras herramientas y recursos que desde el estrecho cubículo de computación de Cupreder, en Puebla, se antojan inalcanzables. Uno de ellos son las imágenes del cráter que día a día capta el satélite estadunidense Eo-Sat y que se pueden comprar a la empresa propietaria.
Gracias a una cortesía de un colega, Javier Salgado tiene una de estas imágenes; es una vista del cráter captada en marzo del año pasado. Analizada en tres bandas de colores de la computadora permite apreciar factores como la temperatura, invisible al ojo humano.
La imagen revelaba hace tres meses la existencia de un área roja, como un grano, cerca del centro del cráter. Se trata de un domo, es decir, un área de flujo de lava de aproximadamente 100 metros cuadrados y con temperaturas de más de 300 grados centígrados que subió a la superficie y se hizo visible al ojo del satélite.
``Ahora se estima que este domo es el responsable de la emanación de gases --vapor, dióxido de azufre y dióxido de carbono-- que estamos viendo'', señala Salgado. ``Pero no contamos con imágenes más recientes, como la del lunes, que nos permitan apreciar con precisión qué fue lo que ocurrió con ese domo y de dónde surgió la erupción''.
Grandes áreas de manchas color café descienden del cráter hacia las faldas y algunas llegan a las zonas boscosas. Estas son flujos antiguos de lodo. Otras manchas son azuladas; éstas son áreas cubiertas recientemente de cenizas. Una imagen así es útil incluso con fines de preservación forestal, pero cada una cuesta 30 mil pesos, una carga demasiado pesada para un presupuesto como el de la Universidad Autónoma de Puebla.
Elena Gallegos, enviada, Santiago Xalitzintla, Pue. 3 de julio Ť Cuando los visitantes se disponían a dejar el lugar, doña Inés, la mujer del tiempero --quiacaxtle, que en náhuatl quiere decir ``el elegido del volcán, el hombre que lee el tiempo''--, descifró el suceso: ``Don Goyo hasta hizo que viniera el Presidente''.
Rápido recorrido, primero en helicópteros y luego a través de sinuosas brechas, por cuatro de las comunidades que, en la parte poblana, enfrentan los mayores riesgos en caso de que el Popocatépetl haga erupción.
Recepciones con confeti y bandas de música que rasgan dianas como si hubiera fiesta y no alarma. A la carrera se alcanza a preparar la recepción al estilo tradicional ``para que venga otra vez el Presidente'', justifican los lugareños, que juran no haber visto antes a uno tan cerca.
Largos agradecimientos a las autoridades por preocuparse por ellos, por ayudarles a quitarse esa sensación de abandono frente a Gregorio, junto al que han crecido por generaciones y al que los ata una mezcla de adoración y miedo.
``¡Viva México!'', corean entusiasmados al paso del Presidente --al que Margarita Ramírez, de Santa Catalina Cuilotepec, llama ``soberano''--, mientras piden mejores caminos, radios para comunicarse y hasta desayunos escolares.
``No crea que es oportunismo'', se disculpa Guadalupe Tello, directora de la escuela primaria de San Mateo Ozolco, una de las localidades más pobres, donde manadas de perros escarban en el lodazal. Con la prisa, la camioneta de prensa aplasta a uno.
Gira relámpago que puede resumirse en insistentes frases de Ernesto Zedillo para calmar a los lugareños, quienes se resisten a la posibilidad de que la situación se complique porque ello significaría tener que dejar lo poco que poseen. ``El gobierno está listo para enfrentar cualquier emergencia. No están solos'', les dice.
Informes al mandatario sobre las últimas actividades del volcán: dos exhalaciones alrededor de las 11 horas que alcanzaron más de cinco kilómetros de altura. Una más, a las 13 horas, cuando la comitiva estaba aún en las inmediaciones, de tres kilómetros.
Encuentro con los nahuas que cada 12 de marzo, en la fiesta de San Gregorio Magno, llevan ofrendas al ombligo del volcán (una protuberancia rocosa), danzan y comparten con él felicidades y desgracias.
Atosigado por los reporteros, el secretario de Gobernación, Emilio Chuayffet, descarta que el Popocatépetl ponga en riesgo las elecciones, ni en la ciudad de México ni en las comunidades y estados que pudieran resultar afectados.
``Ni los científicos --dice el secretario-- han concluido fatalmente que se dé (una erupción)''.
Batalla campal entre priístas y perredistas de esta localidad una vez que se retiran Presidente y acompañantes. ``Nosotros ya trajimos al Presidente --desafían los del PRI--. A ver si ustedes pueden traer a su Cuauhtémoc''. Iracundos, los del PRD responden el reto y unos y otros acaban a golpes.
``¡Ya, hombre! ¡Tranquilícense!'', pide un oficial de la unidad del Ejército desplegada en este lugar. Pero nada más eso. No interviene. La riña no pasa de unas trompadas y unas mentadas. Llegan los de la policía estatal y los disuelven. Unos minutos después, en otra callejuela terregosa, se encuentran la hija de don Tomás, la Toña, y doña Anselma, antagónicas, como está la mitad del pueblo contra la otra mitad. Reanudan la discusión y se jalan de las trenzas, entre un vocerío que las anima a seguirse dando. Las separan y sanseacabó.
El volcán, vigilado cada segundo
La gira, de tres horas, comienza en San Nicolás de los Ranchos. La población se vuelca a las calles. El chiquillerío --aquí las familias son muy numerosas-- aprovecha para irse de pinta y estar en la bienvenida. El alcalde Procopio Atenco le da las gracias a Zedillo porque ``siempre ha procurado los derechos fundamentales, como es la vida'', mientras que Cirilo López le pide radios para las escuelas. Aquí viven más de 7 mil personas.
De ahí, Zedillo y los secretarios de Gobernación, Emilio Chuayffet; de la Defensa Nacional, Enrique Cervantes Aguirre, de Medio Ambiente, Julia Carabias, y de Salud, Juan Ramón de la Fuente, recorren cuatro kilómetros de terracería hasta San Mateo Ozolco, donde la gente asegura que ya recibió sus micas. En éstas les muestran las rutas de evacuación y la ubicación de los albergues (23 mil han repartido los 500 brigadistas de la Universidad Autónoma de Puebla que participan en el programa Por si acaso).
Más tarde, en Santiago, el director del Centro Universitario de Prevención de Desastres Regionales, Alejandro Rivera, y el investigador Aurelio Fernández le entregan al Presidente un morralito como los que llevan los muchachos a las comunidades.
Pero en San Mateo la maestra Peña, fuera de programa, pide el micrófono y le cuenta a Zedillo que sólo tienen un camino en muy malas condiciones para salir en caso de ser necesario, que sus 650 niños no tienen desayunos escolares, que ahí no hay empleo ni nada y que ni la leche de Liconsa llega.
En seguida se fueron a Santiago Xalitzintla, donde vive don Antonio, el tiempero, a quien los hombres de la región consultan, sobre todo desde que corrió la especie de que ``Salinas le vendió el Popo a los japoneses''.
Una comisión de Amecameca viajó especialmente para preguntarle a don Antonio, marido de doña Inés, si eso era cierto. El nomás les contestó: ``Pienso que le están haciendo maldad a Don Gregorio''. Muchos creen que no hay que irse de ahí, que hay que cuidar al volcán. Una vez se acordó vigilarlo en forma permanente; ``no vaya a ser que los japoneses...''. Es tal la sensación de despojo por todo lo que les han quitado que no quieren perder a Don Goyo. Se aferran a lo poco que tienen aunque en el fondo saben, intuyen, que deberán marcharse si las cosas se ponen mal.
En Santiago Xalitzintla un jaloncito de orejas al presidente auxiliar Juan Agustín Chalchi (de extracción perredista y al que ya desconocieron sus compañeros de partido) porque hace un año le dieron ayuda para desalojar a la gente de las Cañadas y lo gastó en otras cosas. ``¿Verdad?'', regaña el Presidente. ``No, pos sí'', contesta Juan, quien lo invita a visitar sus oficinas, pero no pueden entrar porque no encuentra la llave.
Ahí, el general Mario Aylón le da una detallada explicación a Zedillo del despliegue operativo del Ejército, las labores que realizan, las secciones en las que han dividido a los hombres (desde la prevención hasta la evacuación y la reconstrucción) y en el que podrían participar hasta 15 mil efectivos de ser necesario. En los sitios visitados se agradece la presencia de los militares. ``Ya no nos sentimos tan solos'', dice una mujer.
En síntesis, Zedillo les asegura, lo mismo en San Nicolás que en Santa Catalina Cuilotepec, la última comunidad que visita, que hay que estar tranquilos pero alertas; que las autoridades están preparadas para cualquier situación, que siempre tendrán apoyo y que los científicos le aseguran que no es muy probable que se agrave la situación.
``No se crea, señor Presidente --confiesa Margarita Ramírez en la despedida y en su confesión encierra la adoración y el miedo al volcán--: Don Goyo todavía nos hace temblar''.