?Está preparado EU para la democracia en México? Por muchos años a las élites estadunidenses sólo les importó que México fuese un país con la estabilidad necesaria para hacer buenos negocios. Se hacían de la vista gorda ante la antidemocracia mexicana. De hecho respaldaron de muchas maneras al régimen unipartidista (PRI y sólo PRI) y presidencialista de México.
Esto último les servía para acariciar, y a la postre lograr, la meta esbozada en 1924 por el ex secretario de Estado Richard Lansing: ``México es un país extraordinariamente fácil de dominar, porque basta con controlar a un solo hombre, el Presidente''. Y para ello, basta a su vez educarlo en ``nuestras universidades''. En efecto, De la Madrid y Salinas pasaron por Harvard; y Zedillo por Yale.
Sin embargo, las cosas comenzaron a cambiar en los años 80. Sea por olfato, o por la búsqueda de un México por completo afín a EU, incluyendo su sistema bipartidista, el reemplazo del PRI por el PAN llegó a señalarse como un empeño del gobierno de Reagan (ver por ejemplo Carlos Ramírez, Operación Gavin, 1987). Como sea, el renovado respaldo de EU al viejo régimen político de México --ya no sólo en busca de un vecino estable sino también del todo dócil-- fue un ``logro'' del salinato. Por eso en EU se ensalzó y apoyó tanto a Salinas. Y también por eso, para la élite estadunidense el propósito central del TLC fue la ``institucionalización'' de las reformas económicas del salinismo (así lo documentamos en México en la estrategia de Estados Unidos, 1993).
Tras el derrumbe de la ``modernización'' salinista, las cosas cambiaron todavía más. Al parecer, el gobierno estadunidense por fin ha llegado a la misma conclusión de muchos mexicanos: lejos de garantizar la estabilidad de México, el régimen priísta ha pasado a ser la principal fuente de inestabilidad. Más que nunca, o la estabilidad de México es democrática o no lo es. Esa sensata conclusión es lo que deseamos leer en las declaraciones del embajador James Jones: ``Podremos trabajar con cualquiera de los candidatos que gane las próximas elecciones'' en México. ``No veo que la comunidad financiera o la dirigencia política de EU piensen en cambiar la relación con México [...] si acaso ganara la oposición'' (La Jornada, 24/VI/97).
Parecería, entonces, que finalmente EU está preparado, si no para la democracia plena, al menos para la alternancia en el gobierno de México. Y no ya sólo, como en los años 80, para una alternancia light, bipartidista (PAN/PRI). También parece haber apertura ante una alternancia de fondo (PRD), si bien sólo en lo tocante al gobierno de la ciudad de México, por lo pronto. Respecto al gobierno federal, ya hablarán las elecciones del año 2000 y la conducta de aquí a entonces del gobierno estadunidense: ¿apoyo, sabotaje o, mejor, no intervención?
Como sea, la óptica del gobierno de EU sobre México parece registrar un avance pleno de sensatez. En lugar del tradicional apoyo al viejo régimen, parece abrirse a la alternancia de los partidos mexicanos en las tareas de gobierno. Y es que ya se tiene claro --o así esperamos-- que ni la salud económica de México ni su estabilidad son posibles sin salud democrática. Quedó sin piso, pues, la divisa salinista: ``primero la reforma económica y luego la reforma política''.
Aceptada la necesidad de la alternancia, un siguiente avance de la sensatez tendría que ver con la aceptación de una democracia plena, incluida su base, que es una economía equitativa. Lamentablemente, aquí el aprendizaje de la élite estadunidense no da lugar a aplausos. El propio embajador Jones hace una preocupante declaración: ``Si los ganadores [en las próximas elecciones de México] hacen alguna locura, los inversionistas [estadunidenses] se irán... en un minuto'' (Proceso 15/VI/97). ¿Qué sería ``una locura''? Por ejemplo, ¿lo sería pedir un poquito de responsabilidad social a los inversionistas de EU, o un tantito menos de libertinaje?
Varios lustros tomó entender que sin democracia no hay economía sana. ¿Podremos entender más rápido que con la actual economía neoliberal es imposible una democracia firme, duradera.