La Jornada 28 de junio de 1997

Krauze: incluso Clinton pagaría un ``costo altísimo'' si hay fraude aquí

Patricia Vega/ III y última Ť Con el riesgo de que dentro de 10 o 15 años se juzgue el hecho como una ``frivolidad'', el historiador Enrique Krauze decidió incluir en su libro La presidencia imperial referencias a los acontecimientos recientes en Chiapas:

``El zapatismo --afirma-- ha tenido una importancia política tanto para catalizar la transición democrática en México como para avivar la muy dormida conciencia sobre las desigualdades étnicas en el país, en particular con respecto a los indígenas.


``El PRI, partido de Estado que no se reformó
a tiempo.''
Foto: Fabrizio León

``Sin embargo estoy convencido --lo estuve desde 1994, en un intercambio con el subcomandante Marcos, el más popular de los editorialistas de La Jornada-- que el camino para el zapatismo es la incorporación a la vida política por la vía civil. Creo que los triunfos que obtenga el PRD, el próximo 6 de julio, serán una ocasión más para que esa incorporación se dé, porque de no ser así, el aislamiento ya no sólo geográfico y político, sino también histórico del movimiento será cada vez mayor. Creo que el zapatismo puede ganar una especie de sinergia si lee muy inteligentemente los tiempos y se incorpora a la gran corriente nacional por el cambio pacífico, no por el violento.''

Ocaso de la presidencia imperial

--Con distintos argumentos has reiterado que vivimos el ocaso de la presidencia imperial, ¿qué tipo de presidencia sigue?

--El adjetivo adecuado para la presidencia, el que nos correspondía asumir desde hace mucho tiempo, es el republicano: una presidencia republicana, es decir, acotada por los poderes Judicial y Legislativo, en un marco de libertades cívicas.

``Como sucede en cualquier república democrática, el presidente Zedillo tendrá que negociar con el Legislativo y atenerse a los dictámenes del Judicial, si son adversos, porque éste es un poder autónomo. También tendrá otro coto por la vía del gobierno de la ciudad de México, en caso de que la oposición triunfe, porque aunque esta gubernatura tiene muchos candados, el poder de los gobernadores es ya, de hecho, muy grande.

``Hay rasgos en la persona de Ernesto Zedillo que me hacen concebir ciertas esperanzas de que pueda cohabitar bien con un gobierno dividido en la Cámara de Diputados y con un gobernador de oposición en el DF. Zedillo pertenece a la camada de los tecnócratas en el poder y cuando menos no ha impedido que el país vaya transitando hacia la ribera de la democracia.

``Quisiera pensar en Zedillo como una especie de Ruiz Cortines modernizado, que hubiera terminado por tomar conciencia --aunque claro, no es el político que Ruiz Cortines era-- de la necesidad del cambio político y no lo impide y, es más, lo propicia. Si continúa así del 97 al 2000, el saldo histórico de este hombre será bueno, probablemente mejor que el de los últimos cinco presidentes, ya por fortuna en el ocaso, de la presidencia imperial.

``Espero que a partir del 7 de julio inauguremos la época de una presidencia acotada por la Constitución. Es decir, una república representativa, democrática, federal, y en un marco de libertades cívicas.''

--¿De dónde provino, durante años, la legitimidad del sistema político mexicano?

--En el libro hay un largo ensayo introductorio que escribí para la revista Vuelta y en el que hablo de las raíces históricas de dicha legitimidad: fue tan fuerte porque la Constitución del 17 ``anudó'' --es la palabra que usó Molina Enríquez-- el pasado de México en el presente.

``Eso es lo que hizo el sistema político mexicano: anudar. De ahí sacó mucho de su fuerza y de su legitimidad; provenían no sólo de ser los generales revolucionarios los que mandaban, sino de otros periodos: desde el pasado misionero y la vocación tutelar del siglo XVI, el Estado patrimonialista de los Habsburgo, el Estado reformador de los Borbones, el nacionalismo del siglo XIX y la dictadura perfecta de Porfirio Díaz; luego la fuerza de la Revolución y sus reivindicaciones sociales... todo eso junto, anudado en un sistema, tenía que darle gran fuerza. Eso le daba legitimidad.''

--¿Y dónde queda el voto?

--Este es el corazón del punto: a los ojos del ciudadano más o menos común y de los protagonistas políticos el voto, como vía de legitimidad, no significaba nada, salvo para algunos demócratas atolondrados y, hay que decirlo, para el PAN, y antes para los vasconcelistas, y antes para los del partido liberal constitucionalista de los veinte, y antes para los maderistas... siempre ha habido una pequeña corriente democrática que se opuso al sistema.

``Permíteme la pedantería de traer a cuento la vieja distinción de Weber de las tres legitimidades: el poder se legitima por la vía de la tradición, por el carisma o por la vía racional. Bueno, si en México había toda la legitimidad tradicional --las tradiciones autoritarias del pasado, las corporativas y las patrimonialistas, todas juntas-- más el poder carismático de los caudillos y presidentes, ¿para qué necesitaban la legitimidad racional, es decir, la de los votos? Como no la necesitaban, la simulaban, la compraban, la organizaban o la orquestaban.

``Es explicable --aunque no justificable-- por qué los hombres claves del sistema optaron por mantenerlo y reforzarlo durante dos décadas, a pesar de que estaban claras algunas fisuras. Si el sistema había probado tanta eficacia, es natural que la tendencia conservadora haya predominado. El problema es que todo el mundo caminó por la vía de la legitimidad racional y las dictaduras tanto de los carismáticos (Hitler) como las de orden tradicional (la soviética) se fueron desmoronando como vías de legitimidad, al final del siglo XX quedó únicamente la legitimidad racional en su versión democrática. Eso es lo que el sistema político mexicano no supo ver a tiempo: entender que tenía que cambiar sus modos caudillistas tradicionales por una reforma paulatina de la democracia.

Defender la cultura democrática

``El PRI no tuvo la sabiduría de los españoles en su transición democrática ni la de la minoría blanca en Sudáfrica; fue un partido de Estado que no se reformó a tiempo. Hay que entender que el sistema y el PRI hicieron mucho y mucho bien, lo que pasa es que no cambiaron a tiempo.''

--Dentro de tu análisis, ¿cuál ha sido el papel de Cuauhtémoc Cárdenas?

--Te puedo decir que Cosío Villegas decía que Lázaro Cárdenas era el único presidente mexicano que podía partir en dos el tronco del PRI. Y creo que el general Cárdenas tuvo la tentación de hacerlo en algunos momentos, pero mientras el sistema caminaba por el carril izquierdo, él estaba tranquilo. Le dejó la tarea de partir en dos ese tronco a su hijo.

``Después de lo que ocurrió en 88, Cárdenas tuvo una oposición tenaz a Salinas. Sin embargo, sacó tercer lugar en las elecciones del 94, lo que quiere decir que a pesar de lo de Chiapas y del asesinato de Colosio la gente todavía creía que no había crisis económica y que el rumbo con Salinas, a pesar de todo, no era inadecuado. Salinas aún no se había derrumbado como figura pública.

``Fue el derrumbe posterior, la crisis económica, pero sobre todo la cloaca que se ha ido destapando, gracias a la prensa, alrededor de Raúl Salinas, la que terminó por desprestigiar moral y políticamente al salinismo. Y todo esto jugó a favor de Cárdenas. Lo que la gente, probablemente, hará el 6 de julio es refrendar el voto del 88 por Cárdenas, retribuirle su oposición honesta al régimen de Salinas.''

--Pero muchos dudan de la limpieza del proceso electoral...

--Si hay fraude, esto le va a costar carísimo al país y al gobierno; la administración de Clinton tendría que pagar un costo altísimo frente a sus enemigos internos --la derecha estadunidense republicana-- por haber apoyado a un país en el que el gobierno no puede asegurar elecciones limpias. Hay muchos factores internos y externos reales que están presionando para que el PRI no incurra en sus viejos trucos; aunque intimidación, compra de votos y demás, seguramente ocurren.

``Para mí nada mejor que comencemos una época que vuelva anacrónico el título de mi libro. Pero estoy seguro de que los lectores de periódicos, los periodistas y los actores de la vida política mexicana, debemos estar atentos no sólo a celebrar el 7 de julio, sino para tener una actitud prudente a partir del día 8: una cosa es haber logrado ya elecciones limpias --como espero que existan--, y una alternancia de poder en un nivel aceptable, y otra muy distinta es construir un orden democrático. Esto es algo que nos va a llevar años: tenemos que desaprender muchas malas costumbres y aprender otras buenas mediante el contacto con la normalidad política en el mundo. Sabemos ya, de oídas, cómo funciona un gobierno en donde un presidente es de un partido y la cámara está dividida en otros partidos. Ahora la historia nos echa a nadar, sin flotadores. Ojalá aprendamos a nadar.

``Pero cuidado con la euforia, con los excesos de la libertad: repito lo que pasó con Madero; se inauguró una época de tal libertad que se ahogaron en ella, abrieron un inmenso boquete y entraron los militares. Considero que es imposible que eso ocurra en México, pero dependerá de nosotros defender la cultura democrática.'