La Jornada 28 de junio de 1997

Accidente en un local del IFE; pereció un soldado

Miriam Posada García Ť Elementos del Ejército Mexicano realizaron un operativo de gran hermetismo para ``trasladar'' al Hospital Militar a un soldado que formaba parte del cuerpo de vigilancia de la décimo segunda Junta Distrital del Instituto Federal Electoral (IFE), quien ``accidentalmente'' recibió un impacto de bala en la cabeza. Se le reportó oficialmente muerto

A pesar de que ambulancias de la Cruz Roja, el ERUM y el forense de la Procuraduría capitalina llegaron al domicilio ubicado en Naranjo 46, colonia Santa María la Rivera, el ``herido'' permaneció durante cuatro horas en el piso de la cocina hasta que llegó una ambulancia del Ejército que lo trasladó al Hospital Militar ``para atenderlo''.


En una camilla, el soldado reportado como
muerto.
Foto: Carlos Ramos Mamahua

Ninguna autoridad civil tuvo acceso al lugar de los hechos, sólo el Ministerio Público Federal de la Secretaría de la Defensa Nacional y peritos que lo acompañaban, quienes fueron informados del suceso por el titular de la junta, Enrique Mendoza Manero.

Alrededor de las 13 horas vecinos avisaron a la policía que al parecer habían sido asaltadas las instalaciones de la Junta Distrital. Algunos aseguraron que escucharon varios balazos, otros dijeron que sólo había sido uno, y otros más afirmaron que después de la detonación dos sujetos salieron del lugar.

Sólo se confirmó que el soldado Leonardo Roldán, de 20 años de edad, adscrito al 3er. Batallón de Fusileros Paracaidistas, presentaba un impacto de bala ``con entrada en el occipital y salida en el parietal derecho''.

Inmediatamente siete de los ocho soldados a cargo de la vigilancia, al mando del subteniente Roberto Cruz Laverde, impidieron la entrada y salida de cualquier persona a la casa que en algún tiempo funcionó como salón de fiesta, después como escuela y que hace menos de un mes dio albergue a la junta.

Para impedir que vecinos y curiosos pudieran acercarse a los dos ventanales del primer piso de la casa, los cubrieron con sábanas, mientras que las ventanas por las que se alcanzaba a ver el lugar del ``accidente'' fueron cubiertas con periódicos y cobijas.

Acudieron al lugar elementos del sector 3, Cuauhtémoc, de la Secretaría de Seguridad Pública y policías judiciales, pero los militares les impidieron el acceso, lo mismo que a los peritos, al agente del Ministerio Público y a los rescatistas del ERUM.

En todas estas instancias estaba confirmado que el militar ``accidentado'' había perecido: la SSP lo reportó como Z1 (muerto), la Policía Judicial como un 33 (muerto), y para la Cruz Roja era un 14 (muerto).

Pero estas instancias no tuvieron más participación en el caso. Las patrullas de la SSP sólo cerraron Naranjo a la altura de la calle Sor Juana y Amado Nervo; los judiciales acordonaron el lugar, y la patrulla 16049 de Nezahualcóyotl permaneció como ``observador'' todo el tiempo.

Después de una hora llegaron ocho militares entre peritos y el Ministerio Público. Un grupo de peritos salió del lugar alrededor de las 15 horas con una bolsa de plástico. Y hasta las 17 horas salió otro grupo con una caja de cartón sellada con cinta adhesiva.

En ese momento, cuatro horas después de que Roldán se ``accidentó'', llegó la ambulancia del Ejército 1401175 con la orden de ``trasladar el cuerpo de un militar cuyo nombre se desconoce'', tal como se leía en un parte dirigido al mayor Angel Pantoja Vera y firmado por Roberto Octavio Torres Romero.

A las 17:30 militares y policías abrieron el portón de la casa y un soldado se aproximó la ambulancia. Para impedir que los presentes vieran el cuerpo, cubrieron las ventanas de la ambulancia con sábanas, y con cobijas taparon hasta el mínimo resquicio que hubiera entre la ambulancia y el portón.

Entonces, para sorpresa de todos los que esperaban ver salir un cadáver, los militares subieron a la ambulancia a un hombre que presuntamente era Leonardo Roldán, quien después de cuatro horas de haber recibido un impacto de bala en la cabeza salió del lugar en camilla, aparentemente conciente, con una sonda en un brazo, descubierto del pecho hacia arriba y vendado de la cabeza.

Nadie aclaró si lo que ocurrió fue que se le disparó el arma, si hubo una discusión entre compañeros, si trató de suicidarse o de evitar un asalto a la junta en la que se guardan decenas de cajas del IFE con la leyenda ``pegue aquí el sobre con las actas de escrutinio y cómputo'', versiones todas que surgieron al momento. Nadie aclaró si hubo un muerto y un herido, o sólo un soldado lesionado.