Silvia Gómez Tagle
La herencia de don Fidel

Fidel Velázquez no ha sido el único líder obrero importante, pero su excepcional carrera da testimonio de que fue el mejor socio del sistema político mexicano. Su lealtad a los intereses del Presidente en turno y del Partido Revolucionario Institucional en las buenas y en las malas no conoció límites; todavía unos días antes de su muerte se preocupaba por la suerte de las campañas de los candidatos cetemistas y amenazaba con romper toda relación con cualquier gobierno de oposición que resultara electo el próximo 6 de julio: ``si llegan al poder serían enemigos nuestros... los de Acción Nacional o los del PRD...'' (Proceso no. 1077, 22 de junio de 1997, p.8)

Don Fidel fue fundador de una de las instituciones más sólidas del sistema político mexicano: la Central de Trabajadores de México. Cuando el cardenismo estaba en auge, la alianza con el gobierno significó para el movimiento obrero la defensa de la nacionalización del petróleo, de la reforma agraria, de la política social, de la soberanía... Hubo otros líderes importantes en aquella época, pero la habilidad de Velázquez para acomodarse a los cambios y mantener una relación cercana con el poder Ejecutivo le permitió desplazarlos poco a poco. Después de 1940, la posguerra colocó a México bajo la influencia directa de Estados Unidos, y la CTM fue el instrumento para golpear a las corrientes más combativas del movimiento obrero. En esa época la CTM se fortaleció ofreciendo contratos de protección a las empresas a través de sindicatos falsos, con la complicidad de las autoridades laborales. En 1955 se creó el Bloque de Unidad Obrera para combatir a los sindicatos independientes; en 1958-59 el gobierno reprimió violentamente al movimiento democrático del magisterio y al de los ferrocarrileros. Así se transformó la alianza entre el gobierno y las organizaciones obreras en mecanismos de control que consolidaron el corporativismo y su incorporación forzosa al PRI. Así se consolidó el modelo de mexicano del movimiento obrero, el PRI y el gobierno.

En 1964 se creó el Congreso del Trabajo, con la convergencia de sindicatos y centrales obreras oficiales y algunos que intentaron ser independientes; el proyecto intentaba crear una organización cupular de la clase obrera, no partidaria, que le permitiera tener una representación nacional para influir en el diseño de la política económica nacional. Ese proyecto todavía está vigente como concepto, pero en la práctica nunca funcionó y en el momento actual esas prácticas de poder ya no tienen cabida en un país plural.

¿Qué habría sido del movimiento obrero mexicano sin Fidel? ¿También salió ganando algo el trabajador? puede ser que sí, el país ganó confiabilidad, mientras que ese movimiento obrero tuvo bases reales, los trabajadores se beneficiaron de la política social del Estado benefactor y sobre todo en los sindicatos nacionales de industria, donde obtuvieron reivindicaciones importantes.

Pero hoy se acabó la política social, el PRI se rompe en muchos fragmentos y el gobierno se ve obligado, muy a pesar suyo, a respetar las expresiones de pluralidad en procesos electorales competidos. Y es imposible imponer el triunfo del PRI a cualquier precio (cuando menos en la mayor parte del territorio nacional); a pesar de que la democratización nunca pudo prosperar en las grandes centrales obreras debido a los vicios de ese modelo que don Fidel contribuyó a consolidar, hoy se expresan nuevas y vigorosas convergencias sindicales, como ocurrió en el zócalo de la ciudad de México el 1o. de mayo, que podrían ser el principio de un nuevo concepto de unidad obrera, mientras que los líderes oficiales y el Presidente eran abucheados por los trabajadores en el Auditorio Nacional. El ocaso del PRI y del presidencialismo serán, tarde o temprano, el fin de ese movimiento obrero incapaz de respetar la libertad individual de los trabajadores.

Pero el viejo dilema se plantea de nuevo; los sindicatos tendrán que asimilar la pluralidad política del país y transformarse en organizaciones de frente amplio, sin compromisos partidarios, para que la defensa gremial no obligue a renunciar a la libertad política del ciudadano. ¿Cómo resolverán las organizaciones obreras su participación politica?, ¿cómo podrán traducir sus demandas particulares en políticas públicas?, ¿cómo evitarán que las demandas obreras se fragmenten en miles de voces que finalmente sean inaudibles o den resultados contrarios?.