Hernández Juárez: la central alterna al CT será ajena al tutelaje oficial
Fabiola Martínez Ť La central alterna e independiente al Congreso del Trabajo, que formalizarán los sindicatos foristas el 25 de julio, tendrá una dirigencia colegiada y, como principal estatuto, se mantendrá alejada de tutelas gubernamentales y partidistas, aseguró Francisco Hernández Juárez, líder de los telefonistas y cabeza del movimiento del Foro el Sindicalismo ante la Nación.
Sin embargo, reconoce que para brindar una verdadera opción sindical a los trabajadores es necesario ``aprender de la historia'' y no repetir prácticas charras de corporativismo o de perpetuidad de las dirigencias.
En entrevista, acepta que aunque la nueva central --sin nombre aún-- agruparía a 2 millones de trabajadores, hasta ahora el gobierno federal ni los ve ni los oye. Con este parámetro, la modernización del sindicalismo en México es impensable.
Entrevista con Francisco Hernández Juárez en las oficinas
del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana.
Foto: José Antonio López
``Ni sugerencia ni interés en lo que estamos haciendo los foristas; lo que surja será por nuestra propia capacidad. No hay ni acercamiento ni interés por parte del gobierno'', insistió.
Funcionarios y empresarios, además de su posible injerencia en la CTM tras la muerte de Fidel Velázquez, seguirán viendo a los líderes obreros y trabajadores como menores de edad, y como mayores sólo para firmar pactos y apoyar a partidos políticos, consideró.
``Es evidente que hay sectores dentro del gobierno que les interesa mantener el sindicalismo cupular controlado, y detener la renovación y democracia de otros grupos. Con tal actitud los conflictos estarán a la orden del día'', señaló.
Por eso, confió en que una mayoría de oposición, luego de las elecciones federales del 6 de julio, beneficiaría al movimiento obrero, es decir, habría más posibilidades de ``consensar con nosotros''.
Hoy día, la idea y amenazas de ingobernabilidad y de temor por el cambio son sólo un recurso para detener el proceso democrático de nuevas organizaciones que, por lo pronto, presionarán con su trabajo y no por el número de agremiados.
Hernández Juárez, tranquilo, reposado en su despacho de Villalongín 56, dio su personal diagnóstico del sindicalismo actual:
Con el sindicalismo hegemónico, cupular, corporativo, clientelar y autoritario persistirán los problemas para los trabajadores. Por eso están equivocados quienes aseguran que con la muerte de Fidel Velázquez se acelerará el proceso democrático dentro de las organizaciones sindicales.
Cambiar las férreas estructuras en la CTM no es cuestión de voluntarismo, puesto que sus dirigentes sólo están pensando en la sucesión y no en una actitud incluyente.
Así, dijo que la única vía para dejar de utilizar a la prensa como mensajero de la ``disponibilidad de diálogo'', es buscar, en los hechos, un acercamiento entre la CTM, CT y foristas, es decir, diálogo entre los sindicatos más importantes de país.
El dirigente de los telefonistas resume la intención de la nueva central: la prioridad es promover una mejor distribución del ingreso. Así, las condiciones para los trabajadores cambiarán sólo mediante un nuevo sindicalismo. De otro modo, los buenos deseos seguirán siendo banderas utópicas.
Salinas no me manipuló, se defiende
Hernández Juárez, líder de los telefonistas desde hace 16 años, y quien después de ser impulsado por Fidel Velázquez inició el desprendimiento del viejo líder en 1988, emprende una férrea defensa: ``No fui el caballo de Troya del salinismo para destruir las cúpulas obreras. El ex presidente Carlos Salinas de Gortari no me manipuló''.
De hecho reconoce: busqué a don Fidel hasta el último momento para ``limar asperezas'', pero sus colaboradores más cercanos --Manuel Cadena, José Ramírez Gamero y Leonardo Rodríguez Alcaine-- me lo impidieron.
Don Fidel, dijo, luchó por lo que creyó, y aunque con diferencias era muy amable: ``la única mala palabra que le oí decir me la dijo a mí..¡pero no soy, eh¡
Las diferencias con él están registradas en la historia. ``No le di la espalda, no fui desleal. Al contrario, hay constancias que jamás, y conste que no me han faltado motivos para ello, de mi parte nunca han salido vituperios ni groserías para don Fidel''.
Hernández Juárez explica el inicio del conflicto. En 1987 terminé mi gestión al frente del Congreso del Trabajo, me di cuenta del deterioro por el que atravesaba este organismo y hablé con don Fidel para impulsar la renovación del CT.
La molestia del viejo líder era que, según él, se le boicoteaban sus iniciativas. Así, llegó a decir que si el CT ``no jalaba'', pues la CTM impulsaría sus propios intereses.
Así las cosas, impulsados por la privatización en nuestras respectivas empresas, decidimos, las ahora aglutinadas en la Federación de Empresas de Bienes y Servicios, construir desde el interior del Congreso del Trabajo una renovación.
En un principio, asegura Hernández Juárez, don Fidel estaba de acuerdo con el proyecto. De 1988 a 1990 trabajamos en la construcción de la Fesebes.
Pero, en el último momento, don Fidel cambió la idea porque supuso que el movimiento de la federación era idea de Carlos Salinas y que muchos habíamos sido aconsejados para ser un especie de caballo de Troya que afectaría a la CTM.
``Eso sólo se lo imaginó don Fidel porque nuestro trabajo para renovar el CT empezó desde antes de Salinas. La Fesebes no fue producto ni de la manipulación del ex presidente ni de su capacidad de maniobra, y menos de su intervención directa'', relató.
Más aún, a dos días de la asamblea general de la Fesebes, don Fidel me pidió que desistiera. Yo no acepté, lo que provocó el distanciamiento.
Sin embargo, hasta 1994 yo veía a don Fidel por lo menos una vez a la semana. Pero a partir del deterioro de su salud ya no podía hablar con el dirigente de la CTM a solas.
``Yo intenté acercarme, incluso en 1997. Hasta febrero busqué una entrevista para tratar de limar asperezas. Pero no me fue posible; estaba totalmente copado por sus colaboradores''.
--¿Cómo define a don Fidel?
--Como a un hombre sincero, firme y decente. Se conducía por convicción, pero se dejó enrollar por gente que no tenía la misma convicción que él. No era capaz ni siquiera de decir una grosería. La única que le conozco fue la que me dijo a mí (homosexual)... pero les aseguro que no es cierto, es una calumnia