Carlos Marichal
¿Luz al final del túnel?

Durante dos años y medio la economía mexicana ha sufrido una sangría financiera sin parangón debido al enorme servicio de la deuda externa. Las causas son conocidas: las políticas irresponsables auspiciadas por la anterior administración encabezada por Carlos Salinas de Gortari llevaron a un incremento extraordinario de la deuda externa a muy corto plazo a raíz de la emisión de los nefastos Tesobonos y la contratación de gran cantidad de créditos externos por la banca mexicana.

La creación de esta gigantesca burbuja financiera fue uno de los detonantes de la devaluación de 1994, conocida popularmente como el ``error de diciembre''. Sin embargo, es evidente que el drástico ajuste no fue simplemente un error sino consecuencia de una estrategia gubernamental que apostó a la globalización financiera del país, sin tomar suficientes precauciones para evitar un posible derrumbe monetario.

Para usar una metáfora del mundo del teatro, se trató de una tragedia clásica en la que la ambición y el orgullo ciegos de los principales actores empujaron a la sociedad a una catástrofe fatal. Y, desde entonces, todos los habitantes de la república mexicana hemos estado pagando el precio de los múltiples ``errores'' que cometieron los responsables económicos y políticos de la anterior administración presidencial.

En efecto, ningún país en América Latina ha pagado tanto dinero en tan poco tiempo a sus acreedores como México: más de 40 mil millones de dólares en 1995, otros 40 mil millones en 1996 y posiblemente hasta 30 mil millones en 1997. Nos referimos, claro está, tanto al servicio de la deuda pública como de la privada, ambos de las cuales pesan sobre la economía y, de hecho, la han estrangulado durante los últimos dos años y medio.

Sin embargo, en estos días la Secretaría de Hacienda y Crédito Público --el órgano más poderoso del gobierno-- ha anunciado que la sangría disminuirá en 1998 y años subsiguientes gracias a los pagos efectuados y a la restructuración del resto de la deuda. En otras palabras, se sugiere que se verá la luz al final del túnel en el que viajamos actualmente. Es de esperarse que así sea, pues en caso contrario ¿cuál sería la justificación del enorme sacrificio económico que ha tenido que efectuar el pueblo mexicano y, en particular, los sectores populares en estos aciagos tiempos?.