Luis Linares Zapata
Cierres y encuestas

A mitad de la última semana de las campañas políticas, la suerte parece estar echada para la mayoría de los candidatos. A pesar del abultado número de indecisos que las encuestas registran, muchos de ellos tienen ya, con seguridad, bien soldada su decisión. Unos se la guardarán para mejor ocasión y engrosarán el abstencionismo. Otros seguirán ocultando sus simpatías pero acudirán a las urnas a votar. El grueso, esos que se han aventurado a externar su sentir y deseos, a pesar de las difusas y mal planteadas frases de la propaganda del IFE afirmando que el voto es secreto y que nadie podrá saber por quién se inclinan, han ido despejando las incógnitas que se tenían sobre las corrientes de simpatías efectivas.

El panorama electoral es ahora bastante claro en muchos de sus componentes y se conocen al detalle las zonas donde la competencia es reñida y, por tanto, donde se mantiene la indefinición (N.L).

Lo cierto es que, hoy en día, el instrumento por excelencia para pulsar las preferencias del electorado son los sondeos de opinión. Una campaña que no las considere y utilice en cada uno de los pasos del proceso, corre el riesgo de perder toque, guía, contenidos y enfoque.

Lo que preocupa, sin embargo, es la utilización malsana que todavía se intenta hacer de ellas. En algunos casos, la manipulación es tan burda que de inmediato se pueden desactivar las intenciones torcidas que las prohíjan. En otras circunstancias pueden cumplir objetivos momentáneos de distracción.

Es por eso necesario que se vayan denunciando, a cada paso, aquellas encuestas (y también su publicación) que pretenden desorientar al elector o a la sociedad en su conjunto. En este apartado caerían, cuando menos, tres ensayos recientes. Uno sería aquel que pretendió introducir la idea de que el PRI había alcanzado o mantenía el mágico 42 por ciento de las preferencias a nivel nacional (Cámara de Diputados y Senadores). Tal investigación la patrocinó, según se declaraba, el Sindicato de la Radio y Televisión (Neza de la Vega). Otro de esos tanteos se originó en la sede de la campaña priísta por la gubernatura de Querétaro y que fue publicada, como inserción pagada (media plana) en varios diarios nacionales, sólo para ser cuestionada inmediatamente después por un sondeo de la Fundación Rosenblueth, institución seria y respetable. Los resultados, lejos de asegurarle a Ortiz Arana una cómoda delantera, ponían al PAN por delante. El tercer ensayo lo escenificó el diario El Universal, al publicar una encuesta en donde Cárdenas caía precipitadamente (7 por ciento) en su último tramo (junio), y el PAN repuntaba con similar virulencia (6 por ciento). Ello hacía suponer que, de continuar la tendencia sugerida, bien podría cerrarse la ventaja (respecto del PAN) que el PRD y su abanderado habían venido mostrando en todos los demás sondeos. La interpretación, después de cotejarse con encuestas más actualizadas y que contradicen tal fenómeno, dan cabida a la malhechura (Alducin) o la mala leche. Lo último rige tanto para el diario como para la compañía que la llevó a cabo, o para ambos.

Basado en los datos de esta publicación, aventuré una serie de conclusiones que hoy corrijo. Todo indica que el PRD y Cuauhtémoc Cárdenas mantienen una cómoda ventaja (doblete), que bien puede crecer al final, con las consecuencias previsibles en las diputaciones y Congreso local del DF.

La legitimidad que un resultado tan desbalanceado en favor de Cárdenas daría al primer gobierno de la capital tampoco está a discusión. Los cierres multitudinarios, el entusiasmo de la gente, la firmeza de la decisión popular a pesar de las premoniciones en contrario, las certezas de sus correligionarios que no aceptarían espejismos contrarios, le vienen dando a su campaña una densidad que se refleja de manera consistente en todas y cada una de las encuestas bien hechas (ver Mori, de junio 15). El mismo trato que ya se le da a Cuauhtémoc Cárdenas en los medios, la calle, los mítines y la crítica, han formado una espesa realidad que sólo esperará el trámite del 6 de julio para declararse oficializada, a pesar de las maniobras de baja estofa que aún siguen intentando algunos grupos para enlodar la persona del ingeniero. La torpeza con que se están llevando a cabo tales actos de prestidigitación y cañería no sólo son dañinos para sus autores sino ineficaces, que es la postrera medida del quehacer político.