El PRI, el gobierno y la dirección cupular de la Asociación Mexicana de Banqueros y el Consejo Coordinador Empresarial continúan atacando a Cuauhtémoc Cárdenas y al PRD, diciendo que si el primero es elegido jefe de gobierno del Distrito Federal, y el segundo gana la mayoría en la Cámara de Diputados, el país y su capital serán ingobernables, huirán los capitales extranjeros y se producirá una nueva crisis económica. Afirman que la política económica aplicada por De la Madrid, Salinas y Zedillo es la única posible y viable y que cualquier alternancia en el Ejecutivo o Legislativo conducirá al desastre.
La argumentación es insostenible en lo político y lo económico. Decir que sólo el partido en el poder desde hace 70 años, que ha mantenido un régimen político de partido de Estado evidentemente autoritario, formalmente federal y realmente centralista, con hegemonía absoluta del presidente y sin separación de poderes, es el único que puede gobernar y que tiene que hacerlo sin ningún contrapeso, desnuda la antidemocracia de los tres aliados.
En lo económico, los argumentos chocan con la realidad. Desde 1981, con gobiernos del PRI, han ocurrido tres recesiones económicas: 1982-1983, con caídas de 0.6 y 4.8 por ciento del Producto Interno Bruto; 1986, con caída de 3.8 por ciento del PIB; y en 1995, en el actual gobierno, la más grave de los últimos 50 años, con caída de 6.2 por ciento del PIB. Los sucesivos pactos, alianzas y programas gubernamentales, casi idénticos en forma y contenido, no han logrado resolver la crisis de larga duración; el Pronafide no parece ser la excepción. Todas estas recesiones han sido acompañadas de una fuga masiva de capitales nacionales y extranjeros que ha tenido a la banca como su instrumento principal y la ha dejado en la quiebra, aunque sus propietarios hayan sido actores y beneficiarios.
El ``error'' de 1994, que hundió la política de Salinas y Zedillo, dejó a millones de empresarios, deudores hipotecarios y tarjetabientes en la quiebra o endeudados, convirtiendo a la banca en verdugo poco popular del patrimonio familiar. Desde 1976, el salario de los trabajadores ha perdido el 70 por ciento de su poder adquisitivo. Estos factores y la apertura indiscriminada del comercio exterior han contraído el mercado interno y destruido la pequeña y mediana empresa, generalizando el desempleo, la informalidad y la inseguridad pública. Mantener la misma política económica, continuar el desmantelamiento de la política social estatal, factor adicional de empobrecimiento, es perpetuar la ingobernabilidad; modificarla en sus aspectos más deleznables, es asegurarla. Por ello, construir una economía con justicia social y equidad distributiva, con rectoría de un Estado socialmente responsable, como lo proponen el PRD y Cárdenas, es condición del desarrollo económico y social, y de la gobernabilidad. No puede haber economía de mercado sin mercado por ausencia de demanda solvente.
Las declaraciones de la alianza antiperredista (que en lo económico incluye al PAN que comparte la política neoliberal salvaje), sobre la inminencia de la fuga de capitales y la crisis económica si ganan Cárdenas y el PRD, es una irresponsabilidad política, económica y social, pues alimenta la incertidumbre y la desconfianza. Contradictoriamente, los inversionistas extranjeros y los empresarios locales que quieren invertir productivamente, no especulativamente, afirman que otra mayoría en el congreso o la victoria de Cárdenas en el DF, no serán problema para su inversión ni para el desarrollo. Hay rumores de fuga de capitales de mexicanos hacia el exterior, como los señalados por The Wall Street Journal, aunque los extranjeros sigan fluyendo hacia México; si son reales, algunos banqueros estarían involucrados, como siempre ha ocurrido. Los discursos del Presidente de la República y los voceros del PRI, el PAN y las cúpulas empresariales corporativizadas al régimen los alimentan irresponsablemente. El que la mayoría de los ejecutivos de empresas que respondieron a la encuesta de Expansión (No. 717, junio 4 de 1997) vayan a votar por la oposición, incluyendo al PRD, indica que el verdadero obstáculo para el desarrollo económico es el gobierno del PRI.
Hay dos escenarios que justificarían las declaraciones oficiales, del PRI y los banqueros: al igual que en 1994, la recesión está ya en puerta y el gobierno quiere justificarla, cargándola sobre los hombros de la oposición si ésta gana las elecciones en el DF y para la Cámara de Diputados. O bien, el PRI se prepara para causar la crisis y exacerbar la ingobernabilidad si pierde parcialmente el poder, para crear un ambiente de zozobra con miras al 2000, lo cual sería la peor de las irresponsabilidades, el peor de los autoritarismos. Esperamos que no sea así, por el bien de los mexicanos; no pueden ser escenarios aceptables después del desastre de 1996 y el enorme sacrificio de todos; la oposición democrática puede impedirlo, si gana las elecciones.