Uno de los aspectos más fascinantes de la lucha del EZLN es su dimensión universal a través de la cibernética y sobre todo de la apertura de espíritu de los guerrilleros. El sábado 14 de junio de 1997, a través de La Jornada, nos enteramos de que Marcos se dirigió a la marcha europea contra el desempleo, la precariedad y las exclusiones en Amsterdam para condenar la xenofobia y el racismo y aliarse a lo que la sociedad considera basura, los desechos de la humanidad. Propuso la unión de los excluidos para enfrentar a la unión de los poderosos.
Este apoyo de Marcos --desde el encierro de su selva Lacandona, sitiado por el Ejército mexicano-- a los 20 millones de desempleados y los 50 millones de europeos en la pobreza es reflejo de la dimensión universal que el EZLN ha alcanzado y una forma de devolver --a quienes han apoyado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional-- su solidaridad, pero ante todo es una prueba de que ningún indígena, por más humilde que sea, por más aislado que se encuentre, está completamente solo. Su singularidad impacta más allá del Atlántico. Ya se ha dicho: el zapatismo guarda un parentesco cercano con la resistencia pacífica del Mahatma Gandhi, y más aún con el movimiento por los derechos civiles de Martin Luther King. Ni hablar del símil que suele establecerse entre la figura de Marcos y la del Che Guevara, a cuyo cadáver Susan Sontag le encontró un parecido con Jesucristo.
Reconocernos en la dignidad y la miseria
El libro de Yvon Le Bot, El sueño zapatista, también es parte de esta apertura a los ojos del mundo. Ahora todos sabemos lo que nos pasa a todos, nos reconocemos en Holanda y en México, en la dignidad y en la miseria. Si en México los indios han sido excluidos, en Europa son ahora reconocidos en sus derechos sociales, al igual que deberían serlo los inmigrantes que llegan a Alemania, a Francia, desplazados de su país. Yvon Le Bot les muestra a sus lectores europeos --y también, por qué no, a los latinoamericanos-- la evolución del movimiento zapatista y de las luchas sociales en México y se conmueve ante el grito ``para todos todo, para nosotros nada'' de los insurgentes del sureste mexicano.
El sueño zapatista es un libro puente. Atraviesa océanos, surca bóvedas celestes, llega a otros mundos. A lo mejor ahora, en el momento mismo en el que estamos presentando la obra de Yvon Le Bot, una muchachita lo lee en francés en el último Metro y antes de bajarse en el Pont Neuf se entusiasma con esta lucha que iniciará con ella un proceso de cuestionamiento y de búsqueda.
En una prosa ágil, comprensible, una buena prosa, Yvon Le Bot nos demuestra que tiene un pensamiento bien articulado. Con razón es un científico. Sabe de lo que habla y es capaz de sostener diálogos de altura con Marcos, sin atormentarlo con ansias de novillero. Al zapatismo, Yvon Le Bot llegó con un bagaje amplísimo, puesto que antes investigó en torno a los movimientos indígenas en América Latina y escribió para el Fondo de Cultura Económica La guerra en tierras mayas.
Yvon Le Bot se ocupa de dos temas que no se habían tocado en libros anteriores acerca del zapatismo: la democracia dentro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional y el reclutamiento de los guerrilleros. La democracia tiene sus limitaciones y en una comunidad tan cerrada como la de un ejército clandestino es muy difícil que el individuo se imponga sobre la colectividad. Otro factor en la obra de Le Bot que llama la atención es su fidelidad al pensamiento de Marcos respecto a la religión. En Chiapas, la religión es un polvorín, y esto Marcos lo sabe mejor que nadie. De ahí su cautela, que le permite no ser excluyente y evitar una lucha intestina. También mejor que cualquiera, Marcos es consciente de que en Guatemala el costo de la guerrilla ha sido terrible para la población civil. Así se lo hace ver a Le Bot en un diálogo que se extiende al comandante Tacho y al mayor Moisés.
Si se trabaja en serio, el pueblo responde
La última intervención de Moisés viene de su corazón y por lo mismo conmueve: ``Es que el pueblo es muy bonito, y si uno trabaja en serio con el pueblo, el pueblo responde''. Si Marcos dice que él no tiene ningún interés en hacerse mártir y prefiere vivir, el lenguaje de Moisés se beneficia con el de Marcos, y se ve con claridad la influencia de la sociedad civil sobre el zapatismo.
Después del comunicado del primero de enero, el tono de Marcos cambia radicalmente y se aleja del de la guerrilla latinoamericana, estancado en la retórica comunista de los años sesenta. Al entrar en contacto con los jóvenes, con los estudiantes, con los intelectuales, con los artistas, con la blanca figura de Ofelia Medina, con las bibliotecarias en sus jeans, con los caireles rubios de Hermann Bellinghausen, con el vigor literario de Jaime Avilés, con la buena voluntad de las caravanas, los bailes y las comunidades de base, los zapatistas rompen sus esquemas y su lenguaje se transforma en el diálogo familiar común a todos nosotros.
Es esto lo que hace que la comunicación sea tan cercana y entrañable y que todo lo que dice Marcos esté tocado por la gracia de la naturalidad.
* Texto leído durante la presentación de Subcomandante Marcos. El * sueño zapatista, libro del sociólogo francés Yvon Le Bot.