La actualidad no se deja comprimir en mis escasas tres cuartillas semanales. Quisiera hablar de la inesperada buena noticia (para los cristianos) de un encuentro entre el papa y el patriarca ruso, de la esperada cancelación del encuentro por parte de Moscú, del querido poeta y cantante ruso Bulat Okudzhava quien acaba de morir en París, pero es una obligación moral y política hablar de Croacia. ¿Por qué?, me dirán algunos, si no tiene más habitantes que Guadalajara. Se habló mucho de Chechenia que no tiene más habitantes que Tlaxcala.
El antiguo compañero de armas de Tito, el antiguo general comunista Franjo Tudjman, ``el padre de la patria'' croata, acaba de conseguir un nuevo mandato presidencial pese a su edad y a su cáncer, y pese también a sus tendencias dictatoriales. No es la primera vez en la historia que un dictador tiene la mayoría a su favor. La popularidad de Tudjman, ``héroe de la lucha contra los nazis'', ``héroe'' de la guerra contra los serbios y los bosnios (1991-1995) hacía innecesaria la constante y pesada intervención del Estado contra los candidatos de una oposición débil y dividida.
Sin embargo, Tudjman ha conservado de su pasado militaro-comunista la incapacidad absoluta de tolerar la menor ``disidencia''. Tanto él como sus partidarios no son demócratas y su partido HDZ (Unión Democrática Croata) se comporta como partido único. Tudjman se ha pasado del comunismo al ultranacionalismo sin cambiar para nada. Ahora luce, como lo hacía el mariscal Tito, un uniforme blanco y denuncia a todos sus críticos como ``malos croatas''. Tiene en su haber la victoria militar de 1995 contra los serbios y la ``limpieza étnica'' de Krajina, provincia multiétnica durante siglos. Prepara la anexión de la parte de Bosnia controlada por sus milicias. Entre muchas cosas malas a su haber está el intento para recuperar la herencia pronazi del siniestramente famoso movimiento ustasha. Durante la segunda guerra mundial, bajo la dictadura de Ante Pavelich, existió un Estado croata aliado de Hitler que se distinguió en el exterminio de los serbios, de los judíos y de todos los demócratas croatas. Tudjman, el antiguo ``partisan'', guerrillero comunista antiustasha, quiso ganarse la corriente ustasha todavía viva, exaltando los aspectos más primitivos del nacionalismo croata. En ese sentido, Tudjman y el presidente serbio Milosevich (quien aspira a la reelección) son hermanos gemelos: de la dictadura comunista a la dictadura nacionalista.
Los métodos son los de siempre: la fuerza, la intimidación, la violencia. Una vez Milosevich mandó apalear, casi a muerte, al líder opositor, Vuk Draskovich; el 5 de junio el candidato demócrata a la presidencia croata, el poeta y filósofo Vlado Gotovac fue golpeado y dejado inconsciente por un capitán de la guardia personal de Tudjman. La policía no intervino sino cuando la multitud, enojada por el atentado, empezó a linchar al capitán Brezovich. El demócrata Gotovac pasó siete años en la cárcel, en tiempos de Tito. Es un hombre valiente, íntegro que no sucumbió a las sirenas nacionalistas y mantiene hasta la fecha su noble disidencia. Ha defendido y defiende la cultura croata pero pelea para una Croacia democrática. Defiende los derechos de los ciudadanos serbios de Croacia y sigue luchando para que Croacia respete sus compromisos con Bosnia. Lucha para defender la pequeñísima prensa independiente y desde su cama de hospital, denunció hasta el último momento las irregularidades electorales. ``Se trata de una lucha totalmente desigual. Tal vez su sentido sea precisamente mostrar hasta qué punto es desigual, revelar la situación en la que se encuentra Croacia''.
Europa no se ha preocupado por el hecho de que sólo Tudjman haya tenido acceso a la televisión, tampoco por la confusión cerebral de Gotovac. El 10 de junio el gobierno de Estados Unidos aprobó un préstamo otorgado por la International Finance Corporation al régimen de Tudjman. El resultado de las elecciones presidenciales del domingo pasado confirmará a Bruselas y Washington en qué tiene razón. Que Vlado Gotovac haya recibido solamente el 19 por ciento de los votos no cambia nada el hecho de que Croacia dista mucho de ser una democracia. Quisiera hacerles compartir mi profundo respeto para Gotovac, el Vaclav Havel de Croacia.