La Jornada 19 de junio de 1997

En auténtica crisis, el campo nacional; Cepal recomienda rectificar políticas

Angélica Enciso Ť Desde 1988 el campo mexicano se encuentra en una ``auténtica crisis'' por las políticas agropecuarias impuestas, y si no son rectificadas intensificarán los fenómenos migratorios, la pérdida de la soberanía alimentaria y la fuga de divisas por la adquisición de alimentos, indica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Agrega el organismo que aunado a la crisis de rentabilidad de los productores está la regresión tecnológica del campo, lo cual lo hace menos competitivo además de que la banca de apoyo al sector redujo sus operaciones al pasar su cobertura de 7.2 millones de hectáreas en 1988 a 1.3 millones en 1995.

El documento Instituciones y organizaciones de productores rurales en México, transformaciones en el nuevo marco económico, que se presentará en la reunión de expertos sobre las perspectivas de las organizaciones de productores rurales en el nuevo entorno económico, que se llevará a cabo la semana próxima, indica que a partir de 1989 se comenzó a dar un desarrollo diferente para adaptarse a la apertura comercial, la firma del TLC y la aplicación de programas de ajuste estructural.

El nuevo modelo, indica el texto, apostaba a la expansión del sector de frutas y hortalizas, productos de gran presencia en Estados Unidos, dejando desprotegido el sector de básicos, compuesto por los granos, las oleaginosas, los cárnicos y sus derivados.

Se abandonaron, indica el texto, los objetivos de seguridad alimentaria y la autosuficiencia, así como la protección estatal hacia los productores, ``que desde el gobierno del presidente Cárdenas habían regulado la actividad agrícola. Las distintas reformas a la normativa sectorial fueron adoptadas sin coordinación y sin advertencias o mecanismos compensatorios, lo que redundó en muchos perjuicios para los agricultores''.

Los resultados productivos que se han dado hasta el momento, con los recortes en superficie y producción, muestran un panorama adverso para los cultivos y productos no competitivos.

Destaca que los principales ejes de la reforma agrícola fueron la restructuración del crédito rural, la privatización de las empresas productoras de insumos, la eliminación de subsidios por la vía de créditos e insumos, la supresión de los precios de garantía, el retiro de la Conasupo y de otras empresas estatales en las actividades de regulación, la eliminación de los permisos de importación junto con la reducción de aranceles y la creación del Procampo.

Con esas medidas, Banrural pasó a manejar sólo a los productores con ``potencial productivo'', que eran cerca de 400 mil, mientras 1.1 millones pasaron al Pronasol, el cual sólo funcionaría ``como el banco de los campesinos empobrecidos''. La drástica reducción del presupuesto de operaciones dio como resultado una baja en la superficie cubierta tradicionalmente, la cual pasó de 7.2 millones de hectáreas en 1988 a tan sólo 1.3 millones en 1995.

El documento indica que los resultados a siete años de esa reforma agrícola han llevado a que la inversión agropecuaria en términos reales se haya reducido 22 por ciento de 1988 a 1994. Además ascendió el cultivo de maíz y frijol, y decreció el de granos y oleaginosas. La producción de frutas y hortalizas aumentó de 26.7 por ciento entre 1990 y 1994, además de que la superficie cultivada ascendió en cerca de 200 mil hectáreas.

Sin embargo, la balanza agropecuaria fue deficitaria para México, ya que las exportaciones crecieron 24 por ciento, mientras las importaciones lo hicieron 62.8 por ciento entre 1990 y 1994. El déficit es mayor si se toman en cuenta las compras totales de alimentos.