Marco Rascón
La entrevista Salinas-Scherer

Carlos Salinas ha enviado un nuevo mensaje cifrado al país a través de Julio Scherer: ``regresaré pronto''; qué tanto, preguntó el ex director de Proceso; Salinas dijo que esa palabra tiene un sentido clarísimo.

Este escueto mensaje tiene destinatarios muy precisos y habrá que proyectar las condiciones del regreso y su objetivo dentro del nuevo escenario político que tendrá el país después del 6 de julio. Salinas escogió al portador del mensaje, porque va dirigido al poder y en particular a Ernesto Zedillo. No es fácil adivinar el mensaje oculto, si sabemos la obsesión de Salinas por adelantarse a las circunstancias para tomar ventaja y utilizar la iniciativa para confundir, dividir y paralizar a sus adversarios.

El triunfo del PRD en el Distrito Federal y una amplia representación opositora en el Congreso son --paradójicamente-- el escenario donde ajustará cuentas con Zedillo, Hank, Córdoba y Roque Villanueva, las figuras políticas emergentes a la muerte de Colosio y Ruiz Massieu, que ahora estarían al frente del Ejecutivo, el Legislativo y por ende, del partido.

La derrota del Revolucionario Institucional es también la revancha de Salinas, pues seguramente los banqueros y grandes empresarios del salinismo ya entraron en pánico ante la ineficiencia del manejo político que realizan los sustitutos improvisados, y ante el ascenso de una fuerza política sin compromisos con ellos. Salinas piensa regresar pronto, aclamado y convocado por todos los que ahora están llenos de miedo.

La derrota electoral del PRI, dentro de los mecanismos torcidos de los intereses políticos, es una victoria de Salinas contra quienes pretendieron expulsarlo de su partido, del cual se considera transformador y modernizador. Salinas viene a restituir lo que le quitaron en la XVII Asamblea Nacional Ordinaria del PRI: el liberalismo social y la marginación de su grupo en la presidencia del 2000.

Salinas se considera el único que puede parar el ascenso opositor y articular la ofensiva contra el neocardenismo, sustituyendo las torpezas de Zedillo, Roque y Del Mazo por la eficiencia ya que en su gobierno mantuvo a la defensiva al PRD y acorraló a Cárdenas colocando encima interlocutores no para pactar, pero sí para dividir. Salinas considera que ``el sí sabe como hacerlo'' o tal vez sea el ``demagogo perverso que quiere resolver todo en un día'', del que hablaba Zedillo después de que se anunciara el pronto regreso de su antecesor. También viene a restituir la alianza con el PAN --error estratégico de Roque en estas elecciones, pues era la fuerza salinista más importante para detener al PRD y evitar la polarización con el PRI.

En esta campaña Salinas quiere probar que no hay líder, no hay quien conduzca la guerra contra el neocardenismo, y responsabilizará a Zedillo, a Hank, a Córdoba y a Roque del avance opositor; quizá hasta haya expulsiones ejemplares, pero no de Salinas, sino de otros; él pretende regresar uniendo su bloque de alianzas: Comité de Solidaridad con los extremadamente ricos, Ejército, intelectuales e Iglesia, y sobre todo, quiere ganar la interlocución con los intereses estadunidenses, que ya dudan que la actual dirección política del neoliberalismo mexicano garantice la estabilidad que requieren.

La impopularidad de la política económica se está convirtiendo en voto y la reconstrucción de la referencia ideológica contra el neoliberalismo, conducido ahora con desparpajo por medio de Córdoba y Antonio del Valle, no necesitaría que yo le prestara mi máscara preferida de banquero para el próximo tercer Informe. El debate de las afore, la conducción de la campaña mediante una estrategia distinta a la de ``ni los veo ni los oigo'', le hacen pensar que sólo él sabe hacer bien el juego de las máscaras; por lo tanto, su regreso es necesario para salvar el proyecto transexenal que con histeria y calumnias intenta sacar a flote PRI y PAN.

El mensaje a través de Julio Scherer es clarísimo: está íntimamente ligado al resultado electoral, lo cual profundizará las escisiones dentro del PRI y el PAN. Salinas viene a rescatar a su hermano y a eludir su verdadero destino en Almoloya, junto con Córdoba Montoya, al que ya se le vino México encima.