Luis Hernández Navarro
Dos-cero
En la recta final del encuentro, cuando los 90 minutos reglamentarios están a punto de terminar y el marcador capitalino favorece al candidato del sol azteca, el equipo oficial metió a la cancha a dos jugadores de relevo. Son viejas adquisiciones que buscan atemorizar al público. Jugaron ya la temporada pasada, cuando el equipo era dirigido por un personaje que hoy se encuentra en Dublín. Uno es parte de los patrocinadores del tricolor. El otro fue fichado en Francia. Aunque ambos presumen de ser jugadores técnicos son ampliamente conocidos por su rudeza.
Uno es Antonio del Valle, presidente de la Asociación de Banqueros de México, conocido entre el respetable como Gastón Billetes, por su parecido con el célebre personaje de Abel Quezada. El otro es José Córdoba, a quien la afición llama El messieu por su lugar de origen (aunque no falta quien sostenga que su verdadera tierra es el Cerro de las Campanas).
Su entrada a la cancha fue anunciada con algarabía por los gritones que hacen las veces de locutores en Televisión Azteca. Para variar confunden los Hechos; creen que la escuadra tricolor es la del seleccionado nacional (y no la de un equipo que usufructúa sus colores) y que el conjunto amarillo y negro es el enemigo a vencer. Su vocación anticardenista no hace sino confirmar la precisión del comercial de sus financiadores: ¡Nadie (se) vende más barato que Elektra!
Del Valle-Gastón Billetes entró a la cancha jugando sucio. Preocupado por el apoyo que desde las graderías se brinda al partido del sol azteca, fintó con una fuga de billeteras de producirse un triunfo de sus adversarios. Es la misma técnica que su compañero de cuadra, Roberto Hernández, puso en práctica en la final de 1994, con relativo buen éxito. Ahora, sin embargo, no parece que los aficionados tiemblen ante la advertencia de los banqueros. Probablemente porque las amenazas de los señores del dinero se cumplieron cabalmente hace tres años: el peso se devaluó (como sucede cada sexenio), los capitales huyeron y la economía se hundió. Pero todo ello sucedió a pesar del triunfo de los candidatos oficiales.
En los hechos, meter al juego a Del Valle resultó contraproducente al tricolor. La vitalidad de sus declaraciones puede traerle buenos frutos a Bital pero no al partido oficial. En la contienda electoral, la Banca debió de haberse quedado en la banca. Sus integrantes deben jugar como ciudadanos no como corporación. No hay un rincón de este país en donde no haya damnificados por el juego sucio de las instituciones de crédito. Cientos de miles de deudores, posibles votantes todos, no pueden sino sacarle la tarjeta roja al banquero en los próximos comicios.
Pero, además, sus lances convirtieron a un mero campeonato regional en un torneo nacional. El señor Del Valle olvidó que lo que está en disputa es el gobierno de la ciudad y la composición del Congreso de la Unión, no la política económica del país. Confundió el 97 con el 2000. Por si fuera poco, después de armar la trifulca puso pies en polvorosa. Se rajó.
El intento de armar una ofensiva por la banca derecha pasándole el esférico al messieu tampoco tuvo mucho éxito. Esta tan asociado al anterior director técnico, ha metido tantos autogoles, que ni los de su equipo creen en él.
Ciertamente, el hombre de Dublín sigue teniendo una gran influencia en el cuadro tricolor, al punto de que a tres años de su salida, su sucesor sigue batallando con él, y es suficiente que declare que regresará a México para que el jefe de la porra, Don Roque, olvide sus amenazas de expulsarlo de la escuadra. Pero el anterior director técnico es aborrecido por el público. Sienten que los engañó y utilizó; que les hizo creer falsamente que el seleccionado nacional ascendería a primera división si se integraba con los jugadores del PRI y uno que otro blanquiazul. Y no olvidan que el messieu, su contratación extranjera, fue su mano derecha durante seis años.
Enviados a la cancha a revertir un marcador desfavorable, con el partido a punto de terminar, el banquero Del Valle y el doctor Córdoba anotaron gol... pero en su portería.
El equipo del ingeniero Cárdenas tiene dos goles más de ventaja.