Alberto Aziz Nassif
Ideología y votos
La sentencia de los políticos que dice, ``que hablen de mí aunque sea mal, es preferible a que no hablen'', bien se podría aplicar a la discusión que se ha generado en estos días entre el sector de los banqueros y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). En la discusión se han polarizado las posiciones, difícilmente sería de otra forma en un contexto electoral muy competido, sin embargo, tiene otra parte muy positiva: tal por primera vez en México, las posiciones ideológicas y los proyectos de país no oficiales interesan como parte del debate público. Cuando faltan menos de tres semanas para las elecciones, la discusión predominante en estos días no es el fraude electoral, sino los programas económicos, y de forma particular la propuesta del PRD.
El presidente de la Asociación de Banqueros de México, Antonio del Valle, abrió el debate y descalificó la propuesta perredista; pretendió reactivar la tesis del miedo de 1994.
Luego, las autoridades de la Secretaría de Hacienda hicieron lo propio, al señalar que los objetivos económicos del perredismo eran correctos, porque eran los mismos del gobierno, a saber, crecimiento y empleo, pero que los medios concretos para llegar a ello estaban equivocados. En este clima se dispuso un debate entre el representante de los banqueros y el líder del PRD, Andrés Manuel López Obrador.
Existen altas posibilidades de que el debate no se lleve a cabo, pero lo importante es ubicar qué está en juego con esta polémica y cuáles son sus significados para el sistema político.
Hoy en día queda muy claro que: a medida que el PRD crece en las preferencias del voto ciudadano, sus propuestas interesan e inquietan a los grupos y a los intereses que no las comparten. En febrero pasado, cuando el PRD publicó su propuesta económica, ``Programa para el Desarrollo Económico con Justicia Social, 1998-2000'', a nadie de la IP le interesó discutirla. Pero, resulta que hoy Cárdenas será, muy posiblemente, el ganador en el Distrito Federal y el PRD puede obtener el 25 por ciento de la Cámara de Diputados o más, el próximo 6 de julio, situación que hace toda la diferencia.
No avanzaremos mucho si nos quedamos con la tesis de que las ideologías están soportadas por intereses. La discusión de posiciones ideológicas --como es el caso de la actual polémica entre banqueros y perredistas-- se mueve dentro de un ambiente más complejo en el que se cruzan al menos cuatro dimensiones, como señala Philippe Braud en su libro, El jardín de las delicias democráticas, a través de las cuales miraremos lo que pasa con esta polémica: a) tenemos en primer lugar los mitos, como el nivel más alto de simbolización, son fundantes y dan identidad; en México la llegada de la ola neoliberal en diciembre de 1982 fundó el mito de la economía abierta, la competitividad, la globalización y el mejoramiento de las condiciones de vida de los mexicanos mediante las estrategias del mercado y el entierro de los males populistas de un estatismo desbordado.
Doce años después, la crisis de diciembre de 1994 derrumbó el mito y el gobierno de Zedillo no ha podido restaurarlo, en ese espacio caben, para los ciudadanos, otros proyectos que pueden tener atractivo y racionalidad. b) Otra dimensión son los valores, como creencias movilizadoras (justicia, libertad, democracia, equidad), los cuales cobran sentido cuando están vinculados a sujetos políticos que tienen credibilidad y prestigio social; con el deterioro social que existe en México, se ve una mudanza de la confiabilidad en favor del PRD. c) Una tercera dimensión apunta hacia los roles; en la política hay fuertes dosis de dramaturgia, y el registro social de los roles públicos encuentra en esta polémica un espacio privilegiado para expresarse. d) Por último, están las liturgias y los ritos; por ejemplo, las campañas imponen su lógica y propician un crecimiento de la confrontación. Los ritos cambian, es urgente una discusión pública y horizontal sobre el modelo económico que se ha decidido en los últimos años entre unos cuantos y a puertas cerradas. La discusión no es entre abrir o cerrar la economía o entre puro mercado o puro Estado, sino, dentro de los cauces de la globalización, ubicar cuáles matices y los márgenes de política económica que pueden modificar la estrategia de beneficios para una mayor franja de la sociedad.
Si las elecciones modifican la correlación de fuerzas a favor de la oposición (una Cámara de Diputados sin mayoría absoluta del PRI), entonces el país estará en posibilidad de revisar el modelo económico y acercar ideología y votos.