Como en el barroco, vivimos la civilización en exceso: Greenaway
Raquel Peguero /I Ť Para el director británico Peter Greenaway el cine tiene muchas conexiones con el barroco, por una sencilla razón: ``de la misma forma que el barroco fue propaganda de la Iglesia católica, el cine lo es del capitalismo'''. Y, en la era contemporánea, lo que vemos es que fenómenos como interactividad y multimedia nos llevan hacia ese camino y nos hace pensar que estamos entrando a nueva era del barroco que, en su esencia, ``nos presenta una de las caras más interesantes de la civilización: la civilización en exceso.
``El cine es una forma de propaganda --agrega-- y fue inventado más como una escisión del capitalismo democrático. La industria fílmica ha sido controlada predominantemente por Estados Unidos y la mayoría ha apoyado esa forma de cine, que ha sido una propaganda excelente para el capitalismo. Es una dominante que exige soluciones, y el concepto occidental de esas soluciones suelen ser los finales felices, que creen que pueden enseñar una condición moral; también organiza su lenguaje, mucho para apoyar la noción de que el dinero es bueno y deseable, así que basta mirar el barroco asociado a la contrarreforma cultural, para el catolicismo romano, como traté de hacerlo en El bebé de Macon.
Entrevista con Peter Greenaway ante el mural
de Tamayo (Hombre frente al infinito, 1971) en
el hotel Camino Real. Foto: Fabrizio León
``¿A poco no es interesante que el catolicismo romano y el cine dependan ambos de la misma cosa?, y esa cosa es la sustentación de la falta de creencias, de la incredulidad. El catolicismo pide que se crea en la resurrección y en la Inmaculada Concepción, y eso tiene que ver de manera desesperada en la concepción de la credibilidad. Porque, ¿cuáles son los temas más importantes del siglo XX: la cópula y la muerte, así que estás copulando y muriendo en todos lados, y lo importante no es lo más importante, es decir, estar copulando y ciertamente no estar muriendo: es una propuesta absurda. Hay muchas cosas, ideas, técnicas, que sugieren que tanto el cine como el catolicismo romano son, ahí, similares.
``En otro nivel, el barroco, en cierta forma, demuestra algunos de los aspectos más fascinantes de la civilización, que es la civilización en exceso. Llevar todo al límite y arrojarlo por la borda. No puedes ir más lejos y eso es lo más excitante. Ahora, a finales del siglo XX, estamos entrando a una nueva era barroca y tal vez sea una forma en que esta época informativa sea sinónimo de ello. Hay dos fenómenos contemporáneos que son parte de la contrarreforma y de lo barroco: la idea de la interactividad y la multimedia. Esa propaganda católica de la contrarreforma descubrió estas dos ideas. Cuando Bernini está construyendo es extremadamente multimedia, no deja nada fuera y es profundamente interactivo; lo mismo pasó con la pintura de Caravaggio, que abarcaba todo lo abarcable. Imagina lo que Bernini hubiera hecho si hubiera tenido electricidad, A mí me gustaría pensar que podría continuar ahí, donde se detuvo''.
De visita en México para sostener un par de charlas con el público y mostrar su obra como pintor, el director de La panza del arquitecto, maestro de la transgresión que ha enfilado sus baterías hacia la búsqueda de un nuevo vocabulario que saque de la inmovibilidad al cine, habla de sus obsesiones en entrevista con La Jornada. Presentamos una parte de ellas, ya que las explicará con amplitud en la edición de mañana.
Escritor, director de cine, pintor, Greenaway nació en Inglaterra en 1942. En los últimos años ha incursionado en las instalaciones, buscando una forma de cine tridimensional. Barroco por excelencia, aunque se identifica más con el concepto del manierismo que, dice, ``finalmente se resume en encontrar nuevos caminos'', es de esos creadores que suelen despertar tantas pasiones como odios. Esta es la primera vez que visita nuestro país, donde se le conoce por su obra fílmica (ha realizado ocho largometrajes), en la que adopta una aparente posición fría y distante que hace que sus dramas sean crudos y violentos.
Para el director de Ahogados en serie, el camino del séptimo arte es muy largo todavía. ``¿Alguien puede saber dónde termina el cine? La gente ha dicho ¡basta!, ¡no sigan! Lo dijeron con El último tango en París, con Naranja mécanica, ahora con Crash, de Croonenberg, pero siempre puedes ir más lejos. No hay final. Cage afirmó que uno podía introducir un 20 por ciento de novedad y con ello pierdes el 80 por ciento del público. No quiero ir tan rápido, que yo desaparezca totalmente de vista. Quiero ir con mi público atrás, quiero seguir haciendo películas y necesito ese público. Pero él también dijo que el público siempre llega a alcanzar al artista en 15 años, aunque ese punto me parece ridiculamente optimista. En términos de pintura apenas está entendiendo el impresionismo y no son 15 años, sino 150. Así que hay que avanzar cautelosamente''.
En su obra fílmica, la lucha contra el texto es la constante, y el encuadre, el marco, la manera de mirar y la música son los elementos que lo apoyan en un arte total. Su pintura tiene una gran relación con su cine: ``Mi primera formación es de pintor'', aunque en los últimos tiempos ha dedicado buena parte de sus esfuerzos a la curaduría; para lo que presentará en nuestro país dejó esa tarea a una joven mujer, Magali Arriola, que dividió la muestra en cuatro partes, en tres salas. Ubicuidades y artificios: cine y pintura en la obra de Peter Greenaway es su título y presenta cerca de un centenar de cuadros y una instalación, muy de acuerdo con las nuevas búsquedas de Greenaway.
--¿Cómo sintió la exposición en el museo Tamayo?
--Siempre es estimulante ver la obra en un nuevo contexto y ver cómo diferentes curadores ponen las obras en orden. Hay obras muy viejas, las conozco demasiado bien, porque son como viejos amigos, pero me gusta que un público diferente las aprecie y vea lo que he estado haciendo como pintor.
--Usted pensaba que a México no le interesaba su obra, ¿por qué?
--Soy muy inglés. Creo que soy un buen europeo, pero también un buen inglés. Debe saber cómo funciona el sistema educativo inglés, que ha tenido siempre como marca una línea directa que va de Londres a Roma, por lo que siempre nos interesan las ciudades que forman parte de esta línea. Por eso la península Ibérica y Alemania, incluso, no son centro de atención inglesa. Pero para mi y para muchos otros intelectuales, el saber algo de ellas significa conocerlas por uno mismo. El conocimiento que para ti mismo te procuras es mucho más gratificante que el que te enseñan. Debo decir que mi interés por América Latina en todos estos aspectos tuvo que venir a través de mi formación en Portugal y España; puedes pensar que es muy desafortunada, pero esa es la manera en que nosotros lo percibimos. La nueva película que estoy realizando es una, del hemisferio norte, y tiene mucho que ver con preocupaciones anglosajonas. Empieza en 1953 y termina en 1999. Inicia en Colorado, con el descubrimiento del uranio, y los mormonos, y termina en 1999, en Manchuria, así que México no tiene un lugar muy definido en esta geografía particular, pero debo aprender, y quizá, siendo esta la primera vez que vengo a México, mi aprendizaje empieza hoy.
--¿Qué le espera a su regreso a Europa?
--Cuando esté allá, el fin de semana, comenzaré los ensayos de una nueva ópera, un género que me gusta bastante, y que presentaré en el Festival de Salzsburgo. Se llama Cien objetos para representar al mundo. Esta ópera es un ejercicio pensado a fines de milenio. Todo mundo está haciendo listas de dónde estamos, qué hemos hecho, y esta es mi lista de compras. En los setenta enviaron al espacio toda una lista de cosas, la comunidad trató de que se fuera al espacio todo lo mejor posible en el mundo, de modo que seleccionaba desde Bach hasta los Beatles, pero nuestro mundo no es sólo eso. Así que mi lista está llena de cosas negativas, más que positivas.
Cuando finalmente la ópera viaje a diferentes festivales en el mundo, a principios de octubre, empezaré la película que le mencioné, se llama Las maletas de Tulse Luppert. Tendrá ocho horas de duración, la haremos en Cinemascope, en serie televisiva; hay también algo con el CD-room y va a incluirse en internet, y mi gran proyecto es juntar todos esos lenguajes diferentes para poder, finalmente, potenciar la información en términos de la nueva época de informática. Así los dejo con una metáfora, que en términos de historia mexicana debe ser muy válida: no hay tal cosa como la historia, hay sólo historias.
--¿Está listo para los tumultos que va a causar en México?
--Me da gusto saber que en eventos como éste, de exposiciones que estoy realizando en todos lados, haya público al que le interesa lo relacionado con estas nuevas tecnologías, nuevos lenguajes. Me gustaría pensar, junto con otros artistas, que tal vez, humildemente, tenga yo algo que aportar en esta área.
(Hoy, en la Cineteca Nacional, se proyectará su película El cocinero, el ladrón, su esposa y su amante, y al final, Peter Greenaway sostendrá una charla con el público. La entrada es con invitación, pero no se desanimen pues el miércoles, a las 19 horas, hará lo propio en el museo Tamayo, donde un día antes, a esa misma hora, será inaugurada su exposición).