La Jornada lunes 16 de junio de 1997

Héctor Aguilar Camín
Cárdenas, los banqueros y el futuro

La disputa de los banqueros y Cuauhtémoc Cárdenas sobre las pensiones de retiro y la política económica, tuvo los efectos de una máquina del tiempo. Fue como volver a una discusión de los años setenta. La gente del dinero advirtió que habrá fuga de capitales si Cárdenas gana. El virtual gobernante de la ciudad de México descalificó políticamente al representante de los banqueros. La disputa es sobre un asunto ajeno a la competencia del jefe de gobierno capitalino y no se dirime en las elecciones para ese puesto. ¿Por qué Cárdenas se refirió entonces al tema de las pensiones para el retiro durante su campaña? Por la misma razón que los banqueros empezaron a vacunarse contra su propuesta: porque las elecciones de julio no son sólo sobre el gobierno de la ciudad de México. También son sobre el candidato presidencial y el posible presidente en el año 2000. Los banqueros ven caminar a Cárdenas hacia allá porque Cárdenas camina hacia allá -como lo haría cualquier candidato triunfador en estas elecciones.

La querella exhibe dos problemas del horizonte político. El primero es que entre las fuerzas que se disputan democráticamente el poder no hay un consenso fuerte en materia de política económica. El triunfo nacional del PRD significaría un vuelco en esa política, ya que su programa prevé, entre otras cosas, la renegociación del Tratado de Libre Comercio, la reanudación del reparto agrario en el campo, la contención de la inversión extranjera en bancos, impuestos a la inversión extranjera de corto plazo, la desautonomización del Banco de México y la revisión del sistema privado de pensiones.* ¿Es posible esperar que el cambio democrático genere estabilidad si las reglas del juego económico pueden alterarse tan significativamente de un gobierno para otro? No lo creo.

El segundo problema tiene que ver con la mala ingeniería del cambio que se aproxima. El diseño de las primeras elecciones en la ciudad de México es deficiente. Premia exorbitantemente al ganador al tiempo que lo irresponsabiliza de su tarea, buscando controlarlo. Premia de más porque no sólo entrega el gran premio material (recursos) y simbólico (prestigio) de ser el primer gobernante democrático de la ciudad de México, sino que lo hace además candidato automático a la presidencia de la República. Lo irresponsabiliza al tratar de controlarlo, porque retiene en manos del Ejecutivo Federal funciones claves del gobierno local. En particular, el manejo de la procuraduría de Justicia y de la policía de la ciudad, en un momento en que la seguridad pública es la más fuerte demanda ciudadana. Con razón hay quien sugiere a Cárdenas que se desentienda de las policías y la inseguridad para que sean el PRI y el régimen quienes sigan pagando por esas plagas que ellos crearon, mientras Cárdenas sigue su marcha hacia la presidencia.

Los tiempos del proceso político son también ideales para inducir al gobernante capitalino a una fuga hacia el futuro, más que hacia el presente problemático de gobernar la ciudad. El jefe de gobierno de la ciudad será electo por sólo tres años. Asumirá el cargo en diciembre de 1997 y lo entregará en diciembre del año 2000. La doble condición de gobernador de la ciudad de México por tres años y de candidato virtual a la presidencia, hará que el Ejecutivo capitalino tenga poco que ganar aplicándose al gobierno local que termina el año 2000 y todo que ganar aplicándose a ser candidato presidencial para ese año. ¿Es posible un gobierno responsable de la ciudad de México en estas condiciones de privación de instrumentos para gobernar y premios para su fuga hacia adelante en busca de la silla presidencial? No lo creo.

La disputa de los banqueros y el PRD es y suena vieja, pero tiene que ver con el futuro. La fuga hacia adelante, hacia la silla presidencial y el gobierno nacional, es lo que empezó a manifestarse en la candidatura capitalina de Cárdenas cuando habló de las pensiones privadas. Esa posibilidad es la que empezaron a exorcizar los banqueros hablando de los riesgos de la política económica del PRD. Los dos actúan previsoramente. En efecto, Cárdenas no tiene mejor horizonte que buscar el gobierno nacional desde su posición de virtual gobernador capitalino. En efecto, la implantación de la política económica del PRD a nivel nacional sería motivo de las turbulencias que anuncian los banqueros.

Hay tiempo para arreglar ese pleito, pero es un pleito real. La película de los setenta lo enconó hasta el desastre. La película de los noventa ha cambiado el reparto pero no el meollo de la trama.

* Véanse las citas completas de estas propuestas perredistas en Jaime * Sánchez Susarrey: ``Cárdenas vs. la banca'', Reforma, sábado * 14 de junio, 1997, p. 13 a.