ASTILLERO Ť Julio Hernández López
Carlos Salinas de Gortari no podrá votar el próximo 6 de julio
La pérdida del derecho cívico de sufragar en los comicios en puerta se dio porque el ex presidente de México gestionó una nueva credencial de elector por cambio de domicilio y no pasó a recogerla.
En 1995, el ciudadano Salinas de Gortari solicitó que se diera de baja su anterior domicilio de Los Pinos, a pesar de que desde diciembre de 1994 había dejado esa residencia y el cargo que le daba derecho a ocuparla.
En su solicitud, el ex mandatario manifestó el que sería su nuevo domicilio electoral: Rancho El Guajolote, municipio de Agualeguas, domicilio conocido. Los datos oficiales exactos son el distrito federal electoral dos del estado de Nuevo León, municipio dos, sección cinco, localidad 148, manzana cero, código postal 65800. (Astillero confirmó que el Rancho El Guajolote es propiedad de la familia Salinas y, a propósito, serán dos los Salinas de Gortari que no podrán votar, pues Raúl también fue dado de baja del padrón, aunque por motivos del orden penal).
Pero el ahora residente en Dublín ya no pudo presentarse personalmente a recoger su nueva credencial.
De acuerdo con el artículo 150 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), la obligación cívica de dar aviso del cambio de domicilio debe realizarse ante la oficina del Instituto Federal Electoral más cercana a su nueva dirección. El interesado deberá exhibir y entregar la credencial correspondiente a su domicilio anterior o aportar datos de ella en caso de haberla extraviado, para que se cancele su inscripción en el padrón electoral, se le anote en el listado de su nuevo domicilio y se expida su nueva credencial.
A cambio del trámite hecho, el interesado recibe un comprobante con el que deberá presentarse tiempo después, cuando sea notificado de que ya está lista su nueva credencial.
A esa notificación ya no respondió Salinas de Gortari, quien salió del país en ¿? de 1995, luego de la detención de su hermano Raúl y de una efímera huelga de hambre en Monterrey.
El artículo 163 del citado Cofipe señala que las solicitudes de inscripción realizadas por ciudadanos que no acudan a la oficina o módulo del IFE correspondiente a su domicilio, a más tardar el 30 de septiembre del año siguiente a aquel en que hicieron su gestión, serán canceladas.
En el caso de Salinas de Gortari, está consignado el hecho de que su credencial fue cancelada porque no pasó a recogerla, y que desde octubre de 1996 su nombre está fuera del listado de ciudadanos con derecho a votar en las elecciones del 6 de julio de 1997.
La dirección ejecutiva del Registro Federal de Electores debió incluir el caso en la relación de hechos similares que, ordenados por sección electoral y alfabéticamente, está obligada a entregar a los representantes de los partidos acreditados en las comisiones distritales, locales y nacional de vigilancia a más tardar el 31 de octubre de 1996, para conocimiento y observaciones de esos representantes. Siendo militante del PRI, no se tiene conocimiento de que la representación priísta haya realizado alguna observación respecto al difícil trance cívico del señor Salinas de Gortari.
Por otra parte, la relación de ciudadanos cuyas credenciales de elector fueron canceladas por no pasarlas a recoger debió ser exhibidas entre el 1o. de noviembre de 1996 y el 15 de enero de 1997 en oficinas y módulos del IFE para que surtan efectos de notificación por estrados a los ciudadanos interesados y éstos tengan la posibilidad de solicitar nuevamente su inscripción en el padrón o inclusive de impugnar lo que estimen violatorio de sus derechos. No se tiene conocimiento de impugnación alguna del señor Salinas de Gortari.
Conforme a las mismas disposiciones legales del artículo 163 ya mencionado, el formato de la credencial de elector no recogida por el ex presidente debió ser destruida ante la comisión de vigilancia correspondiente a más tardar el 15 de enero del presente año.
De cualquier manera, el ahora residente de Dublín conserva su derecho para volver a solicitar su credencial, pero sólo podría usarla en elecciones posteriores a las de 1997. Por lo pronto, se le ha dado de baja del padrón electoral, tanto en el plano nominal como en el del domicilio que anteriormente tenía.
Una primera lectura de este incidente muestra que Carlos Salinas de Gortari pretendía instalar sus derechos políticos en Nuevo León, concretamente en el municipio de Agualeguas; que tenía el propósito de conservar sus derechos cívicos y ejercitarlos en las elecciones de 1997; que hasta ahora ha tenido un motivo físico o moral que le ha impedido regresar a territorio nacional para cumplir con obligaciones tan caras a su figura pública como el libre ejercicio del sufragio; que no hay prueba de que su partido haya hecho ``observaciones'' o haya pretendido auxiliarlo en su pérdida de derechos cívicos, y que no se sabe de impugnación o inconformidad alguna del ex mandatario por ningún motivo relacionado con este episodio.
Ciertamente, no existen sanciones mayores a las implícitas en el hecho de borrar del padrón el nombre del que no recogió su credencial y, por tanto, colocarle en la imposibilidad de votar, pero para un ex presidente de la República y para las tradiciones del sistema político mexicano, es particularmente significativa esta imposibilidad de sufragar.
Amparados discursivamente en la legitimidad que derivaron de los procesos electorales y su momento cumbre, que es la emisión del voto, los ex presidentes de la República han sido fieles al ritual. Aún en los momentos de mayor enfrentamiento con sus sucesores, los ex presidentes han acudido puntualmente a votar y han aprovechado la ocasión para hacer comentarios y declaraciones preparadas durante meses para, instalados frente a los medios de comunicación con esa excelente excusa, defender su figura, contestar a sus críticos, reclamar ingratitudes u ofrecer apoyos, según el caso.
Carlos Salinas de Gortari no tendrá esa oportunidad y quedará como un ex presidente que no pudo venir a votar en la elección inmediata a aquella en la que dejó el cargo porque se olvidó, o no pudo, recoger su nueva credencial de elector.
Y las elecciones de Irlanda ya pasaron
Astillas: El presidente Ernesto Zedillo persiste en el uso de foros gubernamentales para expresar conceptos cuyos destinatarios políticos son los partidos opositores al Revolucionario Institucional. Ya antes el propio Presidente ha defendido el derecho que a su entender le asiste tanto para defenderse de las críticas de sus adversarios políticos --más cuando se apoyan en la descalificación de la obra del gobierno que encabeza--, como para defender los éxitos y buenas realizaciones derivadas de su propio partido. No ayuda, sin embargo, al catálogo de buenas intenciones que hoy deberían tener siempre a la mano como remedio casero, frente a la eventualidad de accidentes, el hecho de que sea el propio jefe de las instituciones el que con sus discursos se coloque marcadamente como parte litigante en el proceso electoral en curso. El presidencialismo, que todavía se vive con fuerza en la realidad, hace que las palabras del titular del Ejecutivo federal tengan no sólo el efecto coadyuvante en favor de un partido --hipótesis ésta que las nuevas circunstancias nacionales colocan en situación de duda--, sino, sobre todo, el de exacerbar conflictos y fomentar la rijosidad. Instalar al Presidente de la República en la arena electoral conlleva el riesgo de que su capacidad de arbitrio institucional y de llamado a la concordia y la serenidad, quede ahogada en el tumulto y la vociferación de las tribunas públicas y de los propios contendientes. Ya ha sido machacona la referencia, iniciada el 16 de mayo en Veracruz, de que los problemas no se resuelven como por arte de magia, frase en la que se llegó a involucrar a los campeones futbolísticos del Guadalajara. En Villahermosa, donde el perredismo ha dado una de sus luchas más conocidas en el país y ha forjado al actual dirigente nacional, Andrés Manuel López Obrador, el presidente Zedillo criticó a quienes prometen el cambio de un día para el otro pues, dijo, ``le están mintiendo al pueblo''. Y este viernes, en el estado de México, cuna y referencia de uno de los grupos políticos asociados con la línea dura del sistema, el Presidente calificó a quienes no hacen las cosas como él de ``mentirosos y demagogos, demagogos perversos e ingenuos irresponsables''.