Arturo Hernández Cruz
La muerte de la Investigación

Ignorada por la Gaceta UNAM de este jueves 5 de junio, la trascendental noticia se disemina rápidamente por las líneas telefónicas y el correo electrónico: La administración universitaria ha herido de muerte a la investigación científica en la Universidad. La conmoción surge de la inocente circular 004/97, firmada por el Tesorero y los Secretarios Administrativo y de Planeación, en la que se comunica a las distintas dependencias que a las requisiciones al extranjero posteriores al 27 de mayo, deberán sumársele un 40-45 por ciento adicional para cubrir los gastos y derechos de importación. Estos costos, hasta ahora absorbidos por una partida especial (la 257) del presupuesto universitario, afectarán los magros fondos destinados a la realización de los proyectos de investigación. La medida, instrumentada para ``fortalecer la suficiencia presupuestal de la Institución'' fue tomada sin mediar consulta alguna con las dependencias o los grupos de investigación directamente afectados. La reasignación de fondos se suma a otros precupantes recortes presupuestales, de todos conocidos pero aún no oficialmente anunciados, como la severa reducción de las partidas de becas para estudiantes de posgrado y de los programas de apoyo a la investigación universitaria.

Al parecer, nuestras autoridades, encabezadas por el Rector, ignoran que la investigación científica que se lleva a cabo en la UNAM, la más importante del país, no puede sobrevivir sin la importación de equipo y reactivos especializados. La medida afecta sobre todo a algunas dependencias del subsistema de investigación científica, las cuales realizan cerca del 80 por ciento de sus compras en el extranjero. De no revertirse, las medidas provocarán en el corto plazo una drástica reducción en nuestra capacidad de llevar a cabo investigación original y de alta calidad. Proyectos en desarrollo, apoyados en base a concurso, deberán cancelarse o replantearse. En el caso de los donativos del Conacyt se desatienden convenios suscritos por la UNAM según los cuales la institución se compromete a costear los gastos de importación de los insumos necesarios para la realización de los proyectos. Cabe preguntarse: ¿Qué destino tendrán los fondos reasignados? ¿Cómo se justifica esta agresión a la investigación científica? A largo plazo las consecuencias serán nefastas. Perderemos la capacidad de ofrecer a nuestros estudiantes de posgrado la mejor preparación posible, aquella que resulta de trabajar en proyectos de investigación de frontera. Al obligarnos a hacer ``lo que se pueda'' bajo las nuevas condiciones, es imposible que nuestra investigación mantenga los mismos niveles de producción, originalidad e impacto.

De no revertir esta medida sería mejor que las autoridades consideraran suprimir la investigación en la UNAM del todo. Si nuestra misión debe ser divulgar la investigación que se hace mas allá de nuestras fronteras y formar los nuevos cuadros de profesionistas reseñando los conocimientos que se producen en otras latitudes, que así sea. Seguramente la subasta del equipo de laboratorio que por décadas ha ido formando parte del patrimonio universitario generará recursos que fortalecerán aún más la suficiencia presupuestaria de la UNAM. Nuestros centros de investigación podrían reacondicionarse para albergar más y mejores oficinas administrativas, y los laboratorios adaptarse como excelentes adiciones al Museo de la Ciencia.

Cuando llegue ese funesto día, sólo nos restará repetir la famosa frase proferida por aquel colega, forzado a abandonar a punta de balloneta las instalaciones de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires:

E lúltimo en salir, que apague la luz.