La Jornada Semanal, 15 de junio de 1997


ELEGIA AL CHE GUEVARA

Allen Ginsberg



En un periódico europeo: la foto de tu rostro joven

cuando te mataron; tus ojos abiertos de niño

radiante femenino, con muy poca barba.

Tumbado sonríes sereno como si

los labios de una mujer besaran partes invisibles de

tu cuerpo. Cadáver reposado de un muchacho

angélico. Comprensivo médico de Argentina

y petulante militar en Cuba. Pipa en

boca y lleno de esperanza, escribiste

tu diario entre las nubes de mosquitos del Amazonas,

dormiste en las montañas y renunciaste al Trono de

La Habana. Tu cuello es más sexy que los viejos

cuellos tristes de Johnson de DeGaulle de

Kosygin o que el cuello baleado de John

F. Kennedy.

Tus ojos, que brillan sobre la muerte de los diarios,

son más inteligentes que todos los ojos abrumados

de las Cámaras y de los Congresos de los Estados;

y mucho más que todos los ojos vidriosos

que pasan como sombras por la TV

y mucho más que los ojos de vidas

viejas de McNamara y Dulles...


Esas mujeres con sombreros de hongo, con lodo en sus

faldas, sentadas a una altura de

3600 m en el Cielo, con dolor

de cabeza en La Paz; que venden

papas negras recién arrancadas de la tierra

cercanas a sus chozas en los

labios-montañas de Puno;

habrían adorado tus anhelos habrían besado tu semblante de nuevo Jesucristo.

Ellas se levantarán, con sus ojos

enrojecidos, con sus máscaras de guerra que muestran

los dientes, para ahuyentar a los fantasmas de

los soldados que dispararon sobre

tu espalda


¡Es increíble! Un muchacho abandona el quirófano, o

el trabajo de curar los ojos amarillos de las

Pampas, para enfrentarse a los mercaderes

de la compañía ALCOA, a las miríadas de

Asesinos, a los ejércitos de la

United Fruit Company, a los

humeantes Trusts Manufactureros de Chicago, a los

abogados fantasmas que hacen fila hacia la muerte

a John Foster Dulles' Dillon & Reed Lawfirm,

al bigote de Acheson, al sombrero de

Truman; para enloquecer y esconderse

en la selva viajando en mula, para apuntarle con su

rifle a los ejércitos, a la cortesía egoísta de

Rusk y a los despliegues metálicos del

Pentágono. Encorajinado contra los fríos

hombres calculadores y contra los intelectuales

idiotas de la revista Time y de la CIA.


Un muchacho en contra de la Bolsa de Valores. Todo

Wall Street chilló cuando Noris publicó El foso,

por el temor de que los dólares liberados

fueran vistos desde el balcón del

periódico El Observador,

los asustaron las carcajadas de los hermanos jóvenes.


Un muchacho en contra de la Compañía de Estaño, en

contra de las Vías de Comunicación, en contra

del detector de rayos infra-rojos que es

la Telepatía del Capitalismo construido

con el dinero que ha enloquecido a los científicos;

en contra de los millones de especialistas egresados

de las universidades y que miran a la familia

Wichita por la televisión.


Un rostro radiante enloquecido por un rifle

confrontando todas las redes eléctricas.


Versión: José Vicente Anaya


El pasado 5 de abril, en Nueva York, murió Allen Ginsberg a los 70 años de edad. Nacido en Newark, Nueva Jersey, el 3 de junio de 1926, Ginsberg encarnó desde los años cincuenta al poeta involucrado con las inquietudes, las luchas y los ideales de sus contemporáneos. Romántico moderno, según lo definió Jack Kerouac, el autor de Sandwiches de realidad es una de las figuras centrales de la llamada Beat Generation.

El poema que lo lanzó a la celebridad, Howl (Aullido), un verdadero himno generacional, parecería confirmar su vigencia con una exitosa trayectoria editorial: cerca de 700 mil ejemplares vendidos sólo en Norteamérica y una larga lista de traducciones a todas las lenguas. Pero más allá de esta incierta escala de aceptación, la obra de Ginsberg convence por su lealtad a una poética que él mismo ha precisado con palabras relampagueantes: ``Sorpréndete pensando.''

El itinerario de Allen Ginsberg revela una permanente adhesión a la vivacidad de los hechos: joven rebelde, lavaplatos, estudiante universitario, viajero infatigable, piloto del yague y todo género de drogas psicodélicas, crítico literario, entusiasta promotor del jazz y la cultura negra, actor, poeta/músico/performancero, Rey de Mayo en Praga, jefe danzante en una asamblea de tribus en San Francisco, activista, líder de las causas de los homosexuales, defensor victorioso de las libertades de expresión, exiliado, reo, conferencista, vagabundo del Dharma, estudiante de Zen, iniciado, maestro...

Con este poema que Ginsberg dedica al Che Guevara, La Jornada Semanal abre un dossier de homenaje al poeta que partió en busca de noticias planetarias desde el West End, el legendario bar neoyorquino.