DEBATE TARDIO PERO SALUDABLE
En días recientes, y como reacción a unas declaraciones del candidato perredista al gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas, quien aconsejó a los trabajadores no afiliarse a las Afore y dejar que sus fondos de retiro se depositaran en la cuenta concentradora del Banco de México, diversos líderes de organismos del sector privado han descalificado la propuesta económica perredista y, en particular, la de Cárdenas para el Distrito Federal. A esas voces empresariales se unió ayer la del subsecretario de Hacienda, Martín Werner, quien calificó de ``insostenible'' el programa económico del Partido de la Revolución Democrática.
Es ilustrativo de las actuales circunstancias del país que sectores, actores y operadores que solían evitar las referencias directas a partidos, las polémicas abiertas y las tomas inequívocas de posición política se ocupen ahora, con tanto énfasis y pasión crítica, de las propuestas de una formación partidaria en el terreno de la economía.
Aunque con lamentable tardanza, tanto los representantes y voceros empresariales como el funcionario mencionado han recogido finalmente el guante para debatir la iniciativa económica del PRD, presentada a la sociedad y al gobierno en la primera quincena de febrero de este año --en un documento titulado Programa para el desarrollo económico con justicia social 1998-2000--, en un momento en que ese instituto político no había seleccionado a sus candidatos al Poder Legislativo ni a su aspirante a la jefatura del gobierno del Distrito Federal.
El destiempo de las respuestas, que se producen a menos de un mes de los comicios del 6 de julio, hace difícil debatir con serenidad la propuesta económica perredista y politiza, partidiza y electoraliza, necesariamente, la polémica.
Además de las mencionadas declaraciones de Cárdenas Solórzano sobre las Afore, es posible que las críticas a la propuesta económica del PRD a estas alturas del proceso electoral obedezcan a otra circunstancia: la presentación, la semana pasada, del Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo (Pronafide), que fue el primer documento concreto y oficial contra el cual pudo contrastarse el programa perredista. En efecto, hasta antes del 3 de junio ni el gobierno, ni el PRI ni los sectores empresariales que respaldan la política económica vigente dispusieron de una plataforma económica a la cual adherirse y desde la cual definir sus propias posiciones en la materia.
Con todo, y a pesar del retraso, la polémica en curso resulta un ejercicio saludable que contribuye a concretar una de las demandas más sistemáticas y coherentes del electorado: que las fuerzas políticas y los sectores sociales debatan en torno a ideas y proyectos. Cabe esperar, en esta perspectiva, que el debate entre los detractores y los defensores de la propuesta perredista se desarrolle en un terreno serio y propositivo, con argumentaciones fundamentadas y no con epítetos descalificadores y vacíos.
Finalmente, las circunstancias reseñadas abren al país la oportunidad de asistir a un ejercicio crítico de la política económica imperante y de la única alternativa coherente y seria a ese modelo que se ha formulado hasta ahora en el país. Enhorabuena.