Sobrevivir bajo el asfalto: drogas y prostitución, en la tragedia cotidiana
Karina Avilés Ť Más allá del horror de sobrevivir bajo el asfalto, los habitantes de las coladeras del camellón de los Cien Metros han encadenado su vida a una serie de desgracias personales que los conduce a drogas, prostitución, depresiones y a tener como compañeros a los insectos. Agua y tacos son su régimen alimenticio.
Estos son algunos fragmentos de la vida de Los Ponis, narrados por ellos mismos:
Una integrante de Los Ponis, en su refugio de la
avenida de los Cien Metros. Foto: Cristina Rodríguez
Nancy Noemí Hernández Hernández.
Edad: 19 años
Lugar de origen: Chiapas.
Tiempo en la calle: ``desde chiquita''.
Padres: A mi papá no lo conozco, yo me puse mis apellidos. Mi mamá me abandonó a los cuatro años en casa de una señora que se llama Guadalupe; ella cuidaba a otros niños pero nos maltrataba feo.
Causa del abandono de hogar: A los cuatro años me fui de la casa por el maltrato que me daba esa señora, me levantaba a pelar pollos a la una de la mañana mientras que a sus hijos los tenía acostados. Una vez el hijo de la señora quiso abusar de mí, me manoseó, se llama Rafa, me decía que me bajara las pantaletas. También un sobrino quería abusar. La señora Guadalupe me dedeaba para ver si era señorita.
Un día decidí salirme de esa casa y me llevé a un niño de cinco años, para entonces yo tenía 10, lo saqué porque cuando se chupaba el dedo la señora le pegaba. Una señora nos trajo a México al niño y a mí, pero me quería mandar a un cabaret, por eso me fui de su casa, estaba por un mercado que se llama Molinito. El niño se quedó. Me acuerdo que al irme me bajé de un Metro, pero Protección Social me agarró para llevarme en un internado de Iztapalapa, traté de escapar, haga de cuenta que era una cárcel.
De allí me fui a Garibaldi, fue cuando comencé a andar en la calle, todavía no me drogaba. Comencé a drogarme cuando me violaron a los 13 años dos soldados, comencé a prostituirme.
Ilusión en la vida: Quería casarme de blanco, tener un hogar y encontrar a mi mamá porque ella me dio la vida.
Violación Sexual: Tres o cuatro, una vez un taxista me llevó hasta Cuernavaca, me puso un cuchillo, me penetró y me hizo que se lo hiciera oralmente.
Mayor alegría: Mi bebé. Lo que más quiero es tener un cuarto para los dos, dice Nancy, quien entre gemidos se aferra a la mano de la reportera. En ese momento sólo hay un silencio grave.
Alimentación: Ahorita no he desayunado, a veces tomo pura agua, a veces tacos.
Detenciones: En Gari (Garibaldi) casi a diario caía en la delegación.
Juan, El Gari: Edad: 13 años. Lugar de origen: México, DF. Tiempo de vivir en la calle: seis años. Padres: No sé dónde están. Me salí porque me maltrataba mi padrastro, me pegaba con una manguera. Mayor alegría: No sé. Mayor tristeza: Las casas hogares. Esperanza en la vida: Trabajar y entrar a la escuela. Podría vivir en una casa hogar.
Mónica Yanet Sánchez, La Flaca. Edad: 14 años. Lugar de nacimiento: México, DF. Tiempo de vivir en la calle: dos años. Padres: No sé donde están. Me fui de la casa porque me maltrataba mi mamá y mi padrastro me pegaba; me corrían de la casa, luego me sacaban encuerada a la calle. Mi padrastro una vez trató de violarme. Alimentación: Agua de la llave y tacos. Mayor alegría: Que ya no tengo maltrato de mis papás. Mayor tristeza: Caer en el vicio, no tener nadie que me quiera. Detenciones: Seis veces estuve detenida en la Cuauhtémoc por activar y una en Pino Suárez por cantar en el Metro. Esperanza de vida: Salir de la calle.
Jorge Hernández Aguilar, El Calacas. Edad: 16 años. Lugar de nacimiento: Pachuca, Hidalgo. Tiempo de vivir en la calle: Cuatro o tres años. Padres: Mi papá abandonó a mi mamá, ella está en mi casa. Alimentación: Por la mañana tamales y atole, en el día unos tacos o una torta, en la noche una sopa instantánea. Mayor alegría: Nada. Mayor tristeza: Que se lleven a mis amigos. Esperanza en la vida: Trabajar y regresar a mi casa. Detenciones: Cinco, unas por activo, otras por andar cantando en el Metro, otras por andar quitando gorras y otra por jugar en el Metro. Podría vivir en: una casa hogar.
Los habitantes de las coladeras del camellón de los Cien Metros comienzan a salir de su refugio con la esperanza de nunca regresar.