Crece la represión contra niños de las coladeras
Karina Avilés Ť Un grupo de desconocidos prendió fuego a una de las coladeras del camellón de la avenida de los Cien Metros, donde habitan más de 40 niños de la calle; hasta el momento no existe investigación alguna sobre los hechos. Las llamas crecieron en el refugio mientras dormían cuatro de los menores y uno de ellos fue rescatado ``casi en estado inconsciente'', señalaron.
Narran los menores: ``Compramos leche y cosas para alivianar a los que estuvieron a punto de morir calcinados'', pero ``ya no podemos dormir en las noches ni en las madrugadas, en realidad a ninguna hora''.
Simplemente ``¡ya no podemos más!'', dijeron mientras muestran las secuelas físicas de una violación, las señales de golpes. En menos de ocho días les quemaron sus coladeras, abusaron sexualmente de algunos, los golpearon y entre la madrugada y la tarde de este lunes nueve de ellos fueron detenidos, algunos por policías auxiliares y otros por presuntos judiciales.
El Ponchis, miembro de la banda Los Ponis, asegura que en los últimos días han sido sometidos a un terror cotidiano por parte de judiciales, de integrantes de la Secretaría de Seguridad Pública y de Los Caninos, el personal de seguridad de la Central Camionera del Norte.
Muestra su temor porque dice ``que es peor'' contar a los medios de comunicación la serie de agresiones de las que son objeto, pues asegura que los golpeadores al principio ``se calman'' y enseguida vuelven a arremeter contra Los Ponis.
A los 15 días de que este diario narró la golpiza que Los Caninos propinaron a miembros de la banda, esos uniformados contrataron a Claudia --una chava que no pertenece a este grupo--, ``quien nos roció con gas lacrimógeno en las coladeras'', asegura El Ponchis.
Por todo lo anterior, los niños de las coladeras del camellón de los Cien Metros están a punto de abandonar su refugio de tristezas. Algunos regresarán a casas hogar, otros buscarán un boleto que los transporte a su lugar de origen, los menos rentarán un cuarto, trabajarán en la calle, igual que siempre.
Por ahora, su mayor preocupación es recuperar a nueve integrantes de la banda que fueron aprehendidos; a cinco de ellos los remitieron a la agencia 59 del Ministerio Público por un presunto robo de 80 pesos, una gorra, un cinturón y lesiones.
Mientras, a los cuatro restantes, presuntos judiciales se los llevaron por dormir en un colchón en las afueras del Metro Terminal del Norte. Hasta el momento se desconoce su paradero.
Mónica, una de Las Ponis, cuenta que cerca de las 2 de la mañana de este lunes ``estábamos en la sala siete (de la Central del Norte) escuchando música y llegaron otros dos chavos'' de aproximadamente 21 años a pedirle una mona (solvente) a El Chivo --otro de Los Ponis-- y debido a que este último se negó comenzaron los forcejeos entre los dos desconocidos y miembros de la banda de las coladeras.
``Ellos se quisieron pasar por judiciales con una credencial de elector; uno venía bien mono, empezaron a basculear a los morros; lo que querían era quitarles su activo'', indica El Ponchis. Los miembros de la banda señalan que tienen conocimiento de que uno de los agresores responde al nombre de Ricardo Alberto Chávez Medina.
Después de la paliza entre ambas partes, los dos golpeadores acudieron a autoridades de la Central de Autobuses del Norte para decir ``que nosotros los habíamos asaltado'', por lo que Marcos Genaro Carrillo de 11 años, José Manuel Camacho Santiago de 11 años, Juan Mendoza Ramírez de 11 años, Fernando Acosta, El Piolín, de 12 años, y Luis Alberto Sánchez Reyes, El Acapulco, de 16 años, fueron remitidos a la agencia 59 del Ministerio Público.
Por otra parte, alrededor de las cinco de la tarde de este lunes, supuestos judiciales conocidos como El Canoso y La Güera ``agarraron a El Pantera, El Changa y a otros dos niños''.
Nancy, quien fue violada el pasado miércoles por dos elementos de la SSP y es cónyuge de El Changa, pide: ``Ojalá que regrese''.
A su vez, integrantes de las Brigadas Pro Derechos Humanos Observadores por la Paz presentaron ayer una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal.