La Jornada martes 10 de junio de 1997

José Blanco
Asedio automático a la UNAM

Frente a próximas decisiones de la UNAM relativas al mal llamado pase automático, medio centenar de opositores iniciaron sin más --sin consideración al largo proceso que hay detrás de tales decisiones--, un asedio automático a su propia casa de estudios. Un grupo de alumnos --y de no alumnos-- comenzó ayer lunes, para variar, un ``plantón'' para impedir deliberar al Consejo Universitario.

El Consejo iba a continuar el estudio de nuevos criterios para el ingreso y la permanencia de los alumnos, entre los que sobresalen: a) los alumnos de la UNAM que hayan terminado sus estudios de bachillerato en un máximo de cuatro años, con un promedio mínimo de 7, podrán ingresar, sin concursar, a alguna licenciatura, pero no tendrán asegurado el sitio en la escuela y en la carrera que demanden como primera opción; quienes no cubran estos requisitos podrán ingresar mediante el concurso de selección (examen de ingreso) que la UNAM realiza desde hace más de 30 años a los egresados de cualquier bachillerato del país, b) se conserva como premio reservado a alumnos de la UNAM que terminen sus estudios en tres años y con promedio mínimo de 9, el ingreso al plantel y a la licenciatura de su elección.

Me parecen improcedentes ambos privilegios, que modificarían en alguna medida los que ahora prevé el Reglamento de Inscripciones. Un elemental principio de equidad social tendría que establecer el examen de ingreso como la vía única para incorporarse a la licenciatura de la UNAM, sin importar cuál sea la institución de egreso del bachiller.

Alegar que en el nivel de licenciatura no debe exigirse un nuevo examen porque los alumnos ya aprobaron sus estudios de bachillerato, vale para los alumnos de todas las escuelas del país. En el caso, más de la mitad de los egresados del área metropolitana (que solicita como primera opción la UNAM), más los del resto del país que lo solicitaran, tendrían que ser admitidos en ella, multiplicando muchas veces su tamaño la institución universitaria más grande del mundo.

El 4 de julio de 1996 el Consejo Universitario resolvió que su Comisión de Trabajo Académico revisara los informes de las comisiones ad hoc previamente constituidas para estudiar los temas de ingreso y permanencia. De ese trabajo resultaron los criterios mencionados que, conforme al procedimiento legal vigente, debía ser objeto del análisis y resolución por los Consejos Técnicos de las Facultades y Escuelas, los de la Escuela Nacional Preparatoria y del CCH, y los de la Investigación Científica y de Humanidades, así como por los cuatro Consejos Académicos de Area y el del Bachillerato. Pasar por todos los cuerpos colegiados de la UNAM es, por supuesto, un procedimiento legal harto farragoso y lento que, no obstante, la Universidad debe cumplir.

De los 23 Consejos Técnicos de Facultades y Escuelas, 20 emitieron opinión favorable (entre ellos el de la Prepa y el del CCH). En estos órganos están representados los alumnos, los profesores y las autoridades. Lo mismo ocurrió con los Consejos Técnicos de la Investigación Científica y de Humanidades, y con los Consejos Académicos de Area y el de Bachillerato, que también incluyen la representación de alumnos y de docentes. Esta consulta modificó el documento original de la Comisión de Trabajo Académico del Consejo Universitario, conservando los privilegios señalados.

El Consejo iba a discutir y en su caso a aprobar los criterios, para ser entregados a la Comisión de Legislación Universitaria, la que en su oportunidad, pasando por los procedimientos legales vigentes, los devolvería al Consejo Universitario como propuestas de reforma al Reglamento de Inscripciones.

Pero es el caso que un grupo de adolescentes (acompañado de algunos más creciditos) comete un delito (obstrucción de funciones), amparado en la ``autonomía'' (entendida como posibilidad de impunidad) y en la arbitrariedad de su propia adolescencia que confía, como siempre, en la tolerancia que los adultos se supone deben a los ``niños'', a pesar de que ninguno de los pocos ``plantados'' tiene nada que ver con las decisiones en cierne, porque sólo regirían a partir de la cohorte que egresará de la secundaria entre julio y agosto próximos, logre incorporarse al bachillerato universitario a partir de septiembre, e intente ingresar a la licenciatura en los ciclos 2002-2003 y 2003-2004 (quienes terminen en tres o cuatro años, bajo las condiciones señaladas, se incorporarán en los ciclos 2000/2001 y 2001-2002 respectivamente). Pero en la UNAM, aún con privilegios supérstites, la ``política'' de ``activistas'' y seguidores adolescentes (los hay hasta con más de medio siglo a cuestas), es así.