Desampara México a sus migrantes: ONG
Antonio Vázquez y Fabiola Martínez Ť El Estado mexicano no tiene calidad moral ni política para apoyar a los trabajadores migrantes. Desde la administración de López Portillo y por temor a ``roces'' o problemas diplomáticos y económicos con Estados Unidos, las diversas instancias gubernamentales y sindicales ``los han abandonado a su suerte''. José Jaques Medina, coordinador de Proposition One (organización defensora de derechos civiles y laborales), y Jesús Romo, consejero legal en el área de Texas y Arizona, coinciden: Nuestra voz está sofocada en ambos lados de la frontera.
Participantes en el Foro Internacional en Defensa de los Derechos Plenos de los Trabajadores Migrantes y sus Familias, que terminó ayer en la Universidad Obrera, lamentaron que el gobierno mexicano haya olvidado a los migrantes a pesar del crecimiento y del impacto que éstos tienen en la economía estadunidense.
De acuerdo con estimaciones de las seis organizaciones sindicales más importantes de aquel país, existen 30 millones de trabajadores hispanos en Estados Unidos, de los cuales 18 millones son mexicanos y sólo 8 por ciento pertenecen a alguna organización sindical.
El impacto de esta población en la economía estadunidense no es proporcional a su ingreso y a su nivel de vida. Anualmente, el trabajador migrante hispano genera 16 millones de dólares, de los cuales recibe como beneficio, principalmente en seguridad social, menos de un millón. ``Nuestra aportación es mucho mayor de lo que a cambio recibimos'', consideró Jesús Romo, defensor de este sector.
A pesar del ``abandono'' del gobierno mexicano para los migrantes, su aportación a la economía mexicana es ``fundamental'' y equiparable al monto de la inversión extranjera directa o similar al préstamo que la administración Clinton otorgó al gobierno de México (20 mil millones de dólares) para ``salvarlo'' de la crisis financiera de diciembre de 1994.
Para demostrar la importancia de los migrantes hispanos en la economía estadunidense, las organizaciones sindicales que los representan realizarán el próximo 12 de octubre un mitin frente al edificio de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en Nueva York. Exigirán respeto a sus derechos humanos y laborales.
También convocarán a un paro de labores para el 16 de octubre que denominarán ``un día sin mexicanos'', a fin de hacer sentir la importancia de la mano de obra de los connacionales en la economía estadunidense.
Dentro de las jornadas para conmemorar el Mes de la Hispanidad, las organizaciones convocantes planean realizar un boicot contra las empresas encargadas de transferir dinero desde Estados Unidos, entre éstas Elektra, a las que acusaron de quedarse hasta con 30 por ciento de los envíos por el cambio de dólares a pesos.
Los migrantes no importan a nadie: Jaques
Las constantes violaciones a los derechos humanos y laborales de los migrantes no son sólo atribuibles al gobierno de Estados Unidos, sino a la ``tibieza y falta de interés'' que ha mostrado el gobierno mexicano desde la administración de López Portillo, relató en entrevista José Jaques Medina, uno de los principales activistas en la organización sindical para hispanos en Estados Unidos.
Las representaciones diplomáticas y consulares están más preocupadas por evitar conflictos que puedan mermar el proyecto politicoeconómico bilateral, que por defender de manera efectiva los derechos y la protección de los mexicanos en los Estados Unidos, señaló.
Jaques destacó que el debilitamiento de estos grupos defensores de los trabajadores comenzó en 1964, cuando el entonces presidente Lyndon B. Johnson pidió a la American Federation of Labor su apoyo para consolidarse en el poder.
A cambio, las federaciones estadunidenses de trabajadores le pidieron terminar con el programa de braceros establecido en 1952, que fue utilizado por los patrones y agentes gubernamentales para quebrar huelgas en Estados Unidos.
Entre 1970 y 1979 surgieron las primeras organizaciones gremiales y se constituyó el Comité Obrero en Defensa de los Indocumentados en Lucha. Años después se dio el acercamiento con el Congreso del Trabajo, presidido en aquel entonces por Fidel Velázquez y se firmó la Carta de los Derechos Plenos de los Trabajadores. Se creó incluso un fideicomiso de protección para los migrantes al que sólo el sindicato de telefonistas aportó 2 mil dólares.
Se convocó entonces a la creación del Sindicato Nacional de Trabajadores Migrantes de la República Mexicana. Por instrucciones del entonces presidente José López Portillo y para evitar conflictos diplomáticos con Estados Unidos, la Secretaría del Trabajo de México negó el registro a esta organización con el argumento de que ``el migrante no tiene una categoría laboral definida en el 123 constitucional o en la Ley Federal del Trabajo''.
Con la firma del TLC, el gobierno y los sindicatos retiraron todo apoyo para la organización de los trabajadores migrantes. ``Al primero le ataron las manos y al segundo le cerraron la boca para negociar instancias con el sindicalismo estadunidense, el cual se opuso al establecimiento del TLC''.
Las autoridades laborales de ambos países abrieron una oficina para ``instancias'', que atendería casos de violaciones a los derechos de los trabajadores, que se ha convertido en un organismo ``obsoleto y ridículo''. No incluye derechos específicos sobre la organización del trabajador y sólo atiende a los ``altamente tecnificados''.
Ante el abandono de las autoridades gubernamentales y la nula cooperación con la cúpula obrera de México, Romo Véjar estimó que la alternativa para responder a la problemática del trabajador migrante es impulsar la organización laboral en México. Trasladarnos hasta los lugares expulsores de migrantes y organizarlos desde aquí, propuso.