MURAL COLECTIVO EN RESPALDO A CARDENAS EN COYOACAN
Jaime Avilés Ť Más de cien artistas plásticos --entre ellos Roger von Gunten, Gilberto Aceves Navarro, Vicente Rojo, Manuel Felguérez y muchos más-- se reunieron ayer por la mañana en el centro de Coyoacán para realizar un grabado colectivo de 100 metros de longitud en apoyo a Cuauhtémoc Cárdenas, quien estuvo con ellos observando el proceso.
Convocados por Carlos Payán, bajo un sol de mármol y a la vista de una muchedumbre con gorritos amarillos del Partido de la Revolución Democrática, algunos de los pintores, grabadores y dibujantes mexicanos más cotizados en el extranjero trabajaron en compañía de decenas de intelectuales aficionados a la paleta de colores para mostrar a los coyoacanenses cuál es la diferencia entre la campaña de Cárdenas y la del abanderado del PRI.
Porque sólo 24 horas antes, los vecinos de la plaza habían padecido, y no es exageración, un encuentro de Alfredo del Mazo con unos miles de estudiantes, entre los que se identificó a grupos politécnicos con antecedentes porriles del IPN, cuyos integrantes después de escuchar la arenga del priísta habrían asaltado comercios y pintarrajeado muros de las residencias de la avenida México, cerca de los viveros.
La reunión del PRD, el llamado ``partido de la violencia'', fue en cambio un deleite para los vecinos y paseantes habituales de la plaza, no sólo porque para la gente fue un privilegio ver en acción a los grandes maestros fuera de sus talleres, sino porque durante más de dos horas el aire municipal del jardín Hidalgo fue endulzado por la música del grupo Casa de Agua, un conjunto de jazz ligero que en ningún momento salió sobrando.
Paso a paso
Los primeros en llegar al jardín fueron los artistas, deseosos de ponerse en contacto con los materiales que iban a transformar: bloques de unicel, botes de pintura acrílica, brochas, pinceles y espátulas, pues no se olvide que el propósito era engendrar un grabado multitudinario.
Así que por ahí de las 12:30, cuando Cárdenas se presentó con su esposa Celeste Batel, y Camila, la hija menor de ambos, la actividad estaba ya en su apogeo, como el sol que taladraba las dos grandes carpas amarillas que fueron insuficientes para el público.
El más productivo de los creadores fue Aceves Navarro, quien después de acabar su molde hizo otro, a cuatro manos, con Gabriel Macotela, y una vez que ambos concluyeron esta pieza iniciaron otra más con ayuda de la crítica de arte Raquel Tibol.
--¿Y qué salió? --preguntó Hugo Hiriart (que también pintaba) al autor de Los comedores de papas de Van Gogh.
--Me imagino que un batidillo --respondió Aceves Navarro con una carcajada.
Eran poco más de las dos de la tarde cuando los tableros de Coral Revueltas, Roger von Gunten, Vlady, Diego Toledo, Vicente Rojo, Pablo Rulfo, Carla Rippey, Carolina Paniagua, Irma Palacios, Sofía Taboada, Mario Rangel, Abraham Cruz Villegas, Carolina Kerlow, Rina Lazo, Carlos Jurado, Jean Hendrix, Arturo García Bustos, Vicente Gandía, Manuel Felguérez, Arnaldo Cohen, Francisco y Alberto Castro Leñero, Angélica Castillo, Walter Doener, Luis Argudín, Teresa Velázquez y Carlos Arias fueron colocados en línea recta bajo el muro lateral del templo de San Juan Bautista, en cuyas manchas de humedad hace dos campañas presidenciales surgió una supuesta virgen como la que no ha mucho se reveló en el suelo de una estación del Metro. ¿Mera coincidencia?
La enorme hilera de obras de arte pronto formó un puente a ras de suelo, que había de unirse al que por el otro costado del atrio componían las piezas de Rafael Barajas El Fisgón, Antonio Helguera, Martín Soto Clíment, Camila Cárdenas Batel, Carlos Daniel Soto, Sergio de la Peña, Malú Bloc, Rubén Castillo, Jorge Alzaga, Isabel Leñero, Raquel Tibol, José Hernández, Santiago Páez e incluso del novelista David Martín del Campo, ex funcionario cultural del salinismo que parece estar de regreso en el bando de los oportunos.
Y una vez colocados los más de cien trabajos en una fila de esperanzas, propuestas, deseos de cambio y miradas críticas, los aprendices del taller de grabado de Emilio Payán cubrieron los tableros con la tela en la que iban a quedar estampados, y sobre ésta fue desenrollado un grueso bajoalfombra, para que en seguida pasara sobre él, tórculo rodante, una pequeña aplanadora bautizada por los perredistas como El Voto.
Chiapas, telón de fondo
Cuando la aplanadora cumplió su cometido y el bajoalfombra fue retirado, la gente estalló en un aplauso y todos se acercaron a ver el resultado final del experimento. Y mientras los creadores firmaban sus respectivas porciones de tela, llegó corriendo, porque acababa de bajarse del avión, el poeta Oscar Oliva; luego de saludar a Carlos Monsiváis, a Alejandro Aura, a Arnoldo Martínez Verdugo, se puso a charlar con el músico René Villanueva y a decir que la situación política y militar en Chiapas nuevamente es gravísima y que debemos hacer algo, pero ya, para impedir que el régimen cometa una barrabasada contra los zapatistas.
Merry Mac Masters Ť Pasó El voto, y en un acto de ``creación y libertad irradió cultura'' en forma de una obra gráfica de 100 metros de largo. Con el paso de una aplanadora bautizada El voto fue posible imprimir el mural colectivo realizado ayer por docenas de artistas dentro de un acto de campaña de Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del PRD a jefe del gobierno capitalino, en la plaza de Coyoacán.
La primera lista de más de 40 artistas se duplicó ante la incesante llegada de creadores entusiasmados con la idea de trabajar colectivamente en un acto público. Instalados bajo unas lonas, a un costado de la iglesia de San Juan Bautista, desde las 11 horas comenzó la producción del ``grabado más largo jamás hecho''.
El procedimiento fue sencillo. A su arribo cada artista recogió una plancha de unicel, de un metro cuadrado o de un metro por 1.5. Colocada la plancha sobre las mesas armadas debajo de las lonas, cada creador procedió a rayarlo, no con una gubia, sino con tíner, que al entrar en contacto con el material lo disolvía.
Los huecos se iban alternando con el dibujo a una sola tinta o policromada, según los deseos y la habilidad de los participantes. En ese acto ``multigeneracional'', como diría Carlos Monsiváis, hubo desde gente de la talla de Gilberto Aceves Navarro, Vlady y Manuel Felguérez hasta jóvenes desconocidos.
De temática libre, algunos fueron muy explícitos, como Javier Arévalo que dibujó un ``pirulí para el PRI''. Si Vlady anduvo muy quitado de la pena fue porque -``no me gustan las cosas mal hechas''- llegó con la plancha ya trabajada y dejó a su asistente aplicando unos clochés. También habían sido invitados los críticos. Tomás Zurián, conocido por su investigación sobre Nahui Ollin, dijo que estaba dibujando el trasero de la musa del Dr. Atl cuando se le acercó Raquel Tibol, quien quiso contribuir con su ``collar, pelo y coño''.
A las 13:10, cuando llegó Cárdenas, y a pesar de que seguían arribando artistas, ya muchos estaban pasando al entintado. A más de uno ya le habían entrado nervios. En la tarima colocada a un extremo del espacio, el jazz movido del grupo La Casa del Agua aceleraba los ánimos. ``No me quedó muy bien, pero, bueno'', dijo Nunik Sauret camino al área donde con rodillos se aplicaba la pintura a las hojas de unicel. Durante media hora el candidato del PRD recorrió el improvisado taller saludando a los artistas y comentando su obra.
Para Carlos Monsiváis se trató de un ``acto extraordinario de imaginación, de capacidades artísticas conjuntadas y de espontaneidad... (Alfredo) Del Mazo, para tener un acto semejante, requeriría meses de acarreo y promesas nada equívocas respecto a lo que les sucedería a los asistentes. Cárdenas convoca naturalmente y esto, como espectador, ya me resulta muy estimulante''. Ante esta ``muestra de la efervescencia que han despertado política y culturalmente las elecciones'', indicó con ``lo que ya no podemos seguir es con la inercia que margina la cultura entre las preocupaciones básicas del gobierno. Para el PRI la cultura ha sido un capítulo menor y ornamental, y es tiempo de cambiar de actitud''.
Desde un extremo de la plaza se habían ido colocando las planchas, una tras otra, para formar un corredor paralelo al muro lateral de la iglesia. La obra era cubierta con la manta y una capa de juato para ayudar con la absorción de la tinta. A las 13:45 empezó su andar la aplanadora, aunque siguió el trajín de planchas que extendieron la fila hacia la calle Centenario. El mural de 50 metros aumentó a 100.
``El voto pasará en un acto de creación y libertad como va a ser el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas'', dijo Fernando Belaunzarán. El integrante del CEU pidió un aplauso para la comunidad cultural, que ``entendió que no puede haber una ciudad sin cultura'', y para el Taller de Grabado de Emilio Payán, que se pasó dos semanas preparando este magno evento que, además, no hubiera sido posible ``sin la tierna locura de Carlos Payán Vélver'', candidato perredista a senador.
A los 20 minutos la propia gente que hacía valla a lo largo del mural, apoyada por integrantes del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena, bajo la dirección de María Alicia Medrano, ayudó a despegar las planchas de la manta y a colgarla sobre la pared, la cual daba vuelta a un costado de la fachada para acabar amarrada a un poste enfrente. Abajo se colocó un mural infantil realizado en el kiosco de al lado. Sobre el destino del mural, Payán Vélver mencionó llevarlo al Colegio de Ingenieros o alguna plaza pública. Este esfuerzo colectivo quedó como muestra de la ``irradiación'' de cultura que el PRD propone para los próximos tres años, como el candidato Cárdenas dijo posteriormente en el acto político.