La Jornada 8 de junio de 1997

Comparecen juntos mañana Cárdenas y Córdoba; no será un careo

Rosa Icela Rodríguez Ť Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y José Córdoba Montoya preparan sus estrategias para la comparecencia ante el juez, el próximo lunes. El juicio civil es un mero pretexto para una confrontación política -buscada por el asesor salinista- que inició desde 1988.

En las oficinas de Cárdenas y Córdoba ultiman los detalles para el encuentro en el juzgado 23 de lo civil en el Distrito Federal. Es público que se trata de dos antiguos adversarios: el uno, el máximo líder opositor a Carlos Salinas, y el otro, el personaje político más vinculado al ex gobernante.

El procedimiento jurídico será de respuestas a cuestionamientos verbales hechos por el juez o por el secretario de acuerdos del juzgado.

Los respectivos cuestionarios deben ser formulados y entregados con anterioridad a la audiencia por cada una de las partes, con preguntas siempre apegadas a la controversia, para que el juez determine si hay o no ``daño moral'' contra Córdoba de parte de Cárdenas.

Esta comparecencia -que no careo- estaba prevista que ocurriera en cualquier momento, desde que el pasado 30 de octubre de 1996 Córdoba Montoya amenazara con presentar la demanda civil contra Cuauhtémoc Cárdenas y los diputados Ramón Sosamontes y Jesús Zambrano, por declaraciones hechas sobre el presunto involucramiento en el asesinato de Luis Donaldo Colosio.

Por una declaración de Cárdenas perdió la chamba

Córdoba demandó civilmente a los arriba mencionados por daño moral, en el juicio número 1664/96 iniciado el 27 de noviembre pasado, pues según esto afectó su reputación, que le ocasionó la pérdida del empleo como representante de México y Jamaica ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Pese al fuero constitucional de los dos diputados, éstos fueron requeridos a comparecer por escrito en su carácter de integrantes del Congreso de la Unión, y a pesar de la apelación de Córdoba al tribunal para no presentarse, está obligado a hacerlo o de lo contrario será considerado como desistimiento.

Cárdenas ha tenido diversas sesiones con su abogado Samuel del Villar, con el fin de prepararse para la comparecencia civil del lunes a las 10 de la mañana.

Desde sus oficinas de Tonalá, apoyado por un amplio y carísimo bufete de abogados, o a bordo de su austero automóvil gris placas 620 JBC, Córdoba también ha estado muy activo recopilando todas las pruebas para obligar a los perredistas a que le paguen, lo que -según él- merece por haberle manchado su honor.

Hace unos días, Cárdenas denunció -fuera del juicio- a Córdoba por haberle dado a su contrincante del PAN, Carlos Castillo Peraza, una lista falsa de supuestas propiedades. El Registro Público de la Propiedad de Michoacán acreditó que el único que solicitó la información difundida por el panista fue Córdoba.

Son varios los puntos que están a discusión en el juicio civil: 1) si las declaraciones de Cárdenas fueron conforme a la ley, 2) si el patrimonio moral de Córdoba fue dañado y 3) si hubo vínculo entre la declaración de Cárdenas y el daño al patrimonio moral de Córdoba.

Una, dos, tres... juicio popular

Mientras tanto, en este juicio civil ya fue removido un juez, Julio Valdés Orozco, y en su lugar fue designada la actual titular Griselda Martínez, quien no le recibió a Del Villar pruebas, como la comparecencia de periodistas que pudieran hablar de la moral de Córdoba.

La comparecencia tiene más lecturas políticas que jurídicas, pues se efectuará precisamente a 27 días de las elecciones en donde Cárdenas va como puntero de las encuestas para jefe de gobierno del Distrito Federal.

Sin duda Córdoba está catalogado como uno de los más firmes defensores y acaso el artífice de muchas de las políticas salinistas, pero cuenta con la simpatía de los banqueros y empresarios beneficiados con las privatizaciones de empresas paraestatales e instituciones de crédito, así como de un numeroso grupo de intelectuales allegados al salinismo con los que departe públicamente. Aun después que Salinas salió del país, Córdoba lleva una intensa vida social. Apenas se le vio retratado con un conocido empresario de Jalisco en fotos publicadas por Excélsior y El Universal.

Ambos contendientes hablan francés e inglés con perfección. Uno es francés naturalizado mexicano; el otro, descendiente de purépechas e hijo del presidente Lázaro Cárdenas del Río. Uno goza de fama entre la clase política de astuto, irónico, inteligente, burlón, veloz, con buen manejo del lenguaje, quien a pesar de su procedencia conoce la historia contemporánea de México. Cárdenas es tranquilo -por momentos indiferente-, serio, inteligente, cortante, modesto y mesurado. Ha recorrido desde hace diez años todo el país desde las filas de la oposición.

Hay un antiguo encono, después de las elecciones del 6 de julio de 1988 -episodio conocido por la caída del sistema a favor del priísta- a Salinas y a Córdoba les llevó muchas horas de su gobierno la planeación del combate contra el neocardenismo. Los perredistas los acusan de que en su gobierno fueron asesinados 300 militantes y simpatizantes, entre el 4 de julio de 1988 al 1o. de diciembre de 1994.

En cambio, si no sucede nada de última hora, Córdoba llevará -dentro de unas cuantas horas- a la barandilla del juzgado civil a Cuauhtémoc Cárdenas. Precisamente ante las autoridades del tribunal civil de la ciudad que presuntamente gobernará.