La institución del debate --así podemos denominarla ya--, es una interesante aportación a la cultura democrática que, al menos en su variante contemporánea, tiene orígenes inequívocamente anglosajones. No sustituye ni cancela a ninguna otra y, en el caso de México --al igual que en otros muchos países--, tampoco reviste obligatoriedad legal. ¿Por qué el debate o los debates entre los candidatos a la gubernatura del Distrito Federal se han vuelto tan importantes? Por varias razones: una de ellas, la posibilidad de escuchar los planteamientos programáticos de las respectivas campañas. A eso se presentó Alfredo del Mazo, candidato del PRI a la jefatura de gobierno del Distrito Federal.
La capacidad de decisión es el punto de partida de la certeza para la gobernabilidad, la convivencia ciudadana armónica y productiva en todos los órdenes, la seguridad y el progreso integral, ese que abarca a todo el individuo y a todos los individuos. La oferta política de Del Mazo se afianza en una realidad que sin duda tiene aspectos problemáticos exacerbados, mas no debe servir como pretexto para la desesperanza, la negatividad o la violencia.
La ciudad de México, y así la percibe Del Mazo, ha sido generosa y receptiva; sus habitantes --más de ocho y medio millones según las cifras oficiales-- no la desean rota o dividida, sino pujante, capaz de promover, por la vía de la sociedad y sus organizaciones --cuya diversidad es reflejo del mosaico plural que le da forma--, la resolución eficaz de sus grandes problemas, mismos que de mil y una maneras se interponen en su desarrollo.
Por eso, reconoce el candidato, porque así lo exigen los capitalinos, su propuesta se resume en la decisión de avanzar en la tarea gubernamental con apego a la realidad, a través de una ciudad integrada en su vida económica, política y social, con una administración eficiente que no sólo cuente con plena legitimidad democrática, sino que fortalezca la coordinación metropolitana y la compatibilidad entre los poderes federales y locales.
La difusión de esa propuesta de gobierno debe llevarse a cabo, también, con decisión, la misma que anima la estructuración de un proyecto ambicioso pero viable, para que la ciudad de México recupere y amplíe su capacidad de ofrecer oportunidades de vida, de trabajo, de educación, de salud, de recreación y de expresión; todo ello, en un ambiente de plena seguridad y con espacios de participación y corresponsabilidad ciudadanas cada vez más amplios.
La oferta política de un candidato y un partido que verdaderamente la tienen, jamás buscará la endeble cimentación de la diatriba, de la demolición sistemática de los adversarios, de la agresión o el insulto como sustituto de los argumentos. Para el PRI y su candidato no es importante encontrar y magnificar los errores, las deficiencias, los tropiezos y las debilidades de los demás, sino proponer y demostrar; ofrecer y fundamentar; explicar y escuchar; convencer para vencer.
El cambio para Del Mazo significa impulsar, con la participación de todos, una ciudad de oportunidades, segura, productiva, limpia, con mejores condiciones para la inversión y el desarrollo. Se trata de avanzar en la construcción de una ciudad que provea empleos bien remunerados, que estimule la inversión y eleve la competitividad sin dañar el medio ambiente, que provea viviendas dignas y suficientes, que brinde mantenimiento regular a las unidades habitacionales, que regenere los barrios y dignifique los pueblos, que brinde servicios públicos suficientes y de calidad, que modernice integralmente el transporte.
Esta es una oferta de futuro, sólidamente arraigada en el presente. Del Mazo se propone encabezar un gobierno libremente electo por los capitalinos, cuya prioridad sea la calidad de vida de la gente. Está consciente de que el reto para su gobierno será consolidar las instituciones políticas de la ciudad, a fin de que además de contar con plena legitimidad, se desempeñen con eficiencia y garanticen la gobernabilidad democrática. La participación y la representación serán fundamentales para mejorar la capacidad de gestionar el desarrollo y atender todos los asuntos de interés público.
Los problemas de la capital de todos los mexicanos no son más grandes que la fuerza de su gente: a partir de esta premisa, Del Mazo propone un pacto social, una alianza popular democrática para demostrar que sí se puede; que con la voluntad de los ciudadanos es posible transitar hacia el siglo XXI con la firme convicción de que a nuestros hijos les espera un mejor futuro.
Por su parte, el candidato del PRD a la jefatura de gobierno del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas y sus asesores, no pueden ignorar que las promesas de un incremento a las pensiones y jubilaciones, el desconocimiento de la deuda pública del gobierno capitalino, la asignación de vivienda a las madres solteras, la jubilación de las mujeres a los 25 años de trabajo y la reorientación al marco legal de las Afores, así como en otros aspectos de la seguridad social, requieren decisiones en el ámbito federal, más allá de las atribuciones y las capacidades del jefe de gobierno del DF.
Este enfoque propagandístico, alejado de la realidad, se evidencia asimismo en el planteamiento de hacer gratuita la verificación vehicular. Hacer una verificación vehicular tiene un costo, ¿de dónde saldrán los recursos para cubrir estos montos? ¿Acaso el PRD pretende el endeudamiento irresponsable por otorgar subsidios a los propietarios de automóviles? Este, como otros planteamientos del PRD, suelen ser los espejismos con los que se engaña a los habitantes de esta ciudad capital.