James Petras: autoliberación, hilo común en los nuevos movimientos campesinos en AL
Stella Calloni /I Ť Caminó con los campesinos sin tierras de Brasil. Con ellos hizo cursos sobre globalización y al mismo tiempo aprendió de su sabiduría, de la capacidad de entender fenómenos que en realidad son de vida cotidiana. Estuvo con los campesinos de Paraguay, que también libran una larga y casi interminable lucha por la tierra. Con los hombres y mujeres mustios del Chapare en Bolivia, en Colombia, en Perú. Escuchó sus razones y hoy piensa que los movimientos rurales de este tiempo traen un aire nuevo y distinto, que rompen esquemas y crean renovadas instancias organizativas. El sociólogo y escritor estadunidense James Petras, catedrático de la Universidad de Binghanton, en Nueva York, admite que aprendió en estos últimos tiempos desde la más descarnada realidad, a veces tan lejana de algunos claustros.
En entrevista con La Jornada, durante una breve estadía en México, Petras señala que encontró algunos hilos comunes en estos movimientos, los cuales tienen que ver con las propias creencias indígenas, con la doctrina social de la Iglesia, como en Brasil, con elementos del marxismo clásico y otros que dan una especial característica a este fenómeno creciente que sorprende, conmueve y desnuda de raíz ``las miserias del neoliberalismo''.
``Hay un nuevo campesinado organizado, disciplinado, politizado, cosmopolitano, que quiere, con sus pies en la tierra, las
transformaciones, la reforma agraria''. En cada país con sus propias características. Y tienen una visión muy especial, una forma de desafiar los poderes, con su inocultable verdad.
--Después de su experiencia en cada uno de estos países ¿cómo evalúa la trascendencia y capacidad de transformación de estas organizaciones campesinas?
--Se trata de verdaderos movimientos políticos nacionales, desde el campo hacia la ciudad, con una casi natural búsqueda de aliados, pero en condiciones tan marcadas que la hegemonía no pasa a las ciudades, como sucedía. En todo caso se busca compartir la hegemonía. Diría que es como una autoliberación de los oprimidos, que dejan de ser objetos de la historia para pasar a ser sujetos. Los movimientos de campesinos que he visto definen sus relaciones con los partidos desde posiciones de autonomía, y no quieren ser más ciudadanos de segunda categoría en la política. Han dejado de ser cinturones de trasmisión para guerrilleros y electoreros y ahora definen una política de igualdad y tienen un proyecto político que va más allá del antineoliberalismo. Se trata de un socialismo comunitario todavía un poco abstracto, pero que funciona en la práctica. Otro elemento es que no hay caudillos.
``Hay líderes, que son más bien voceros. El subcomandante Marcos (del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, EZLN) es simpático, inteligente, brillante, pero no domina: habla, dialoga. Lo mismo sucede con los sin tierra. Un ejemplo es que en los campos de Bolivia no hay caudillos, no hay un Juan Lechín. Hay sí, un respeto para la autoridad de cada uno, un compromiso común. Por eso es que pienso que esto está creando un nuevo estilo de hacer política, de formar líderes, como una nueva forma de liberación. Mucha gente me dice que Marcos domina, pero yo he visto que está consciente de su papel y del problema del caudillismo, y que dispersa responsabilidades entre varios voceros, y por lo que veo han creado una organización que podría sobrevivir ante cualquier circunstancia. No creo, por ejemplo, que pueda desaparecer con Marcos.. Podría pasar que no recibieran los zapatistas tanto reconocimiento por un cambio de estilos, pero hay muchos líderes campesinos.
``Lo mismo he visto en el movimiento campesino de Guatemala o en la Alianza Democrática Campesina de El Salvador (ADC). Ya no esperan que los partidos o los grupos guerrilleros definan su camino. Van a seguir, lo están haciendo con su lucha con partidos o sin ellos, con o sin guerrilleros.
--¿Y cómo se colocan estos movimientos ante los procesos electorales tan complejos de estos tiempos?
--Bueno, creo que ellos saben que las elecciones son útiles siempre que están abiertas o dirigidas por las clases sociales más necesitadas, y una de las exigencias más importantes es la reforma agraria. Por eso cuando los políticos hablan de modernización, de consolidar la democracia, olvidan que la democracia sólo se puede consolidar con la justicia, de lo contrario es vana. La mayoría de los campesinos que vi saben muy bien que las elecciones en las condiciones actuales no aseguran la democracia. Antes había sólo represión. Ahora hablan de leyes y reprimen.
``Son gobiernos civiles los responsables de matanzas campesinas. Para ellos es muy poco lo que ha cambiado y lo que cambia lo están logrando con su lucha constante, mediante grandes sacrificios. Ellos saben cómo ahora se destruyen sindicatos, los gobiernos rompen huelgas, los patrones despiden sin que haya protección alguna. Esa es la democracia que conocen. En los pactos por arriba ellos quedan siempre afuera. Yo creo que muchos de los que alguna vez fueron dirigentes que se calificaban como revolucionarios han aceptado los parámetros del sistema. Sólo hay diferencias en que prometen más gasto social, privatizaciones más pactadas, algo de proteccionismo para algunas empresas. Una especie de nacionalismo-proteccionismo.
--Sin embargo ¿acaso este periodo con todas sus dificultades no hace posible también esas movilizaciones, o de alguna manera, deja aflorar algo de lo contenido y permite otros juegos?
--No se puede negar esto, pero hay que tener muy claro que siempre la lucha electoral continúa subordinada a la lucha clásica. A ella se meten más los políticos profesionales, y a veces se definen como los instrumentos de la lucha de masas. Pero hay una larga historia de frustraciones y los campesinos fueron muy golpeados con esto.
El caso peruano
Perú es un modelo de esto que digo. Hubo movimientos de fuerza que actuaron con tanto valor. Muchos de sus dirigentes se separaron de los movimientos y terminaron en grupos de políticos desvinculados de las masas. Perdieron fuerza. Allí las divisiones llevaron a las derrotas.
``En el 78, la izquierda hizo una gran elección y después lo perdieron todo, llevando hasta cuatro candidatos a la presidencia le abrieron la puerta a la derecha. En los noventa, la izquierda tenía muchos más jefes que seguidores, más parlamentarios que militantes. Y hoy desdichadamente Perú es el país más atrasado en todo sentido. Quedó ahora quebrado el país en función de que mucha de la militancia más importante de otro tiempo fue sustituida por senadores, diputados, alcaldes que nada pueden hacer. Lo que preocupa es que muchos dirigentes en la lucha electoral dicen que van a condenar la lucha o no tienen una posición firme ante las posiciones de los poderes que intentan transformar la lucha de millones de marginados por la justicia en algo peligroso, como si no se tratara del derecho de todos a exigir lo que es justo. Por eso la desconfianza de los pueblos, o el escepticismo.