(tercera de cinco partes)
Estados Unidos, refiere Sergio Bagú en Catástrofe política y teoría social, es el país más rico dentro del sistema capitalista contemporáneo. Cuenta con condiciones naturales privilegiadas y es hoy el país más autosuficiente en materias primas. Sin embargo, está minado por la pobreza y la violencia. Existen 16 millones de niños pobres --cantidad tres veces mayor que el promedio de los demás países industrializados-- y el costo de la violencia en el país es de 450 mil millones de dólares anuales. La nación más violenta y de mayor consumo de drogas en el mundo arroja exorbitantes ganancias obtenidas por este renglón: en 1979 las organizaciones delictivas en Estados Unidos tuvieron ingresos brutos de 150 mil millones de dólares sólo inferiores a los de la industria petrolera (365 mil millones) y superiores a los de la industria automotriz (125 mil millones).
La enorme capacidad represiva de Norteamérica no se aplica para combatir a los narcotraficantes en el interior. Estados Unidos combate las fuentes de la droga en América Latina sin lesionar las ganancias de los delincuentes en su propio territorio. Lo paradójico es que la droga está agotando y corroyendo a la sociedad estadunidense precisamente cuando es mayor el poder económico de su sistema capitalista, que ha logrado transformar a gran parte de la población mundial en su tributaria en materia de ingresos. Conforme al autor, es lastimoso que la política en Norteamérica no sea una lucha de ideas sino el terreno de enfrentamiento de intereses empresariales colosales.
El potencial creador de lo anónimo humano
Antes de ocuparse de la teoría social, el pensador argentino hace un intervalo histórico hacia la mitad de su libro para señalar seis casos a lo largo de este siglo en que la multitud anónima, más allá del Estado y las organizaciones políticas, con algún tipo de conducción no visible, ha sido agente creador de situaciones políticas nuevas. Estos momentos, frecuentemente olvidados, nos traen un mensaje de esperanza en el hoy tan confuso y aberrante de nuestros días.
Los casos presentados siempre se corresponden con situaciones límite. Uno es el de la guerra española, en donde España fue el escenario pero también contó con participación de Italia y Alemania y, en otro bando, la URSS. En este conflicto no hubo, de parte de los republicanos, una estrategia global, pero sí la capacidad organizativa de las multitudes, entre las que se contaban combatientes internacionales llegados de distintos lugares del mundo, y su firmísima decisión de enfrentar a un enemigo terrible.
En el caso de Francia, después de la ocupación alemana y de la instalación del régimen de Vichy, se generó La Resistencia al invasor. Resistencia espontánea, que cuenta con una peculiar organización y no se encarna especialmente en ningún individuo; parece nacida de un genio impalpable.
El caso del Reino Unido, sujeto a los inclementes ataques aéreos alemanes desde julio de 1940, al punto de que una de cada cinco viviendas londinenses fue destruida o dañada, muestra cómo la población mantuvo una asombrosa serenidad y estoicismo. Actitud surgida de hondas y profundas raíces que descontroló a los atacantes.
El caso de los patriotas yugoslavos, cuando tuvieron que enfrentarse simultáneamente, derrotándoles, a los yugoslavos progermanos y a los alemanes e italianos, dándose, sin demérito del general Tito, una apoteosis popular de importante significado.
Destaca también el del heroico alzamiento del Ghetto de Varsovia, en el que los alemanes habían concentrado a 500 mil judíos con el fin de eliminarlos fácilmente, llevándose la sorpresa de tener que retirarse en 1943 ante la fogosidad de una multitud de todas las edades y sexos que luchaba por sus vidas con medios rústicos.
Y, por último, el caso de la Batalla de Stalingrado, ciudad entonces de menos de un millón de habitantes en la que un cuantioso sector de civiles se enfrentó y venció a 350 mil soldados alemanes, dando un giro decisivo a la segunda Guerra Mundial.
Los casos mencionados ejemplifican cómo se pasa de la regularidad al caos y, en una tercera etapa, del caos a una nueva regularidad.