SE FUE PRIGIONE
Claudia Herrera Beltrán Ť ``Tengan confianza en la Iglesia; la Iglesia no puede engañarlos'', fueron las últimas recomendaciones que Girolamo Prigione dio a los mexicanos antes de viajar al Vaticano y así concluir una historia de más de 19 años.
A las 22:44 horas, el primer nuncio apostólico en México entró al Boeing 747 de la compañía KLM que lo llevó a Roma, vía Amsterdam, y se dirigió al asiento 74/A. A unos pasos se quedó al arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, el único jerarca religioso de alto nivel que acudió a despedirlo.
A un lado también se quedó una pequeña comitiva de sacerdotes, religiosas y creyentes de la Iglesia católica que acudieron a la sala 24 para desearle buen viaje a Prigione y pedirle muchas bendiciones para sus feligreses.
Durante los diez minutos que esperó para abordar el vuelo, Prigione dio decenas de bendiciones y oró porque México ``siga progresando en paz, con justicia, en libertad y sin violencia''.
En medio de una lluvia de flashazos, Prigione dijo que se iba satisfecho porque hizo en México lo que estuvo a su alcance y que si le quedaron algunos proyectos inconclusos, aún tiene tiempo para concluirlos. ``En la vida siempre hay un proyecto que no se concreta, pero tenemos tiempo, no se puede desesperar'', señaló.
Vestido con un traje gris que mostraba en la solapa un pequeño escudo del Vaticano, el jerarca religioso de 75 años señaló que en Mexico las cosas se hacen poco a poco y que a ese paso es como se cumplen los sueños.
Atestiguando el último mensaje del representante religioso, quien llegó a Mexico en febrero de 1978, se encontraban también el obispo de la iglesia ortodoxa, Antonio Chedraoui, el sacerdote de los Legionarios de Cristo y rector de la Universidad Anáhuac, Raymond Cosgrave, así como Antonio Mena y Gabriel Rosales, en representación de familias católicas.