La Jornada 31 de mayo de 1997

Se perdió el asombro ante la muerte en la Sierra de Guerrero

Matilde Pérez U., enviada, /IV y última, Atoyac, Gro. Ť En Atoyac y Coyuca de Benítez, dos de los 13 municipios que conforman la región Sierra de Guerrero, sus habitantes aseguran que ``ya perdimos la capacidad de asombro por tanto muerto''.

En dichos municipios, desde 1995 hasta la fecha, han sido asesinadas 223 personas, entre ellas 19 priístas y por lo menos 15 destacados perredistas. Todos los crímenes permanecen impunes.

Según la Organización Campesina de la Sierra del Sur (OCSS), existen grupos paramilitares en la sierra, integrados por ex miembros de las policías municipal de Atoyac y bancaria y del Ejército, que visten de negro y portan AK-47 y R-15, comandados por Rubén Ascención y Félix Lezama, de la comunidad de Agua Fría, y por personas de Pie de la Cuesta y Río Chiquito. ``Se trata -dijo la organización- de intimidar a las poblaciones serranas para que el Ejército pueda meterse en las comunidades''.


Patio de una vivienda en Tepetixtla.
Foto: María Luisa Severiano

Durante el sexenio anterior, Guerrero ocupó el segundo lugar en asesinatos políticos, después de Michoacán, dice el informe Los derechos humanos en México durante la transición sexenal, del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. El número de violaciones registradas por este centro fue de 260 individuales y 25 colectivas, en 44 hechos.

El informe, presentado por dicho centro y las organizaciones Fray Bartolomé y Pueblos Indígenas de la Chinantla a la ONU, asegura que, desde 1988 hasta 1994, se registraron 878 violaciones a los derechos humanos en esta entidad: detenciones ilegales, desapariciones, torturas y asesinatos por autoridades o grupos paramilitares y caciquiles que actúan protegidos por cuerpos gubernamentales de seguridad.

Dispararon una descarga contra el presidente del PRD en Atoyac en 1996

En la medianoche del 11 de septiembre de 1996, en la comunidad El Paraíso -a dos horas de la cabecera municipal de Atoyac, rumbo a la Sierra-, Mario Valdés Lucena, presidente municipal del PRD, recibió una descarga de balazos de armas de fuego de alto poder por parte de Gaudencio Benítez González, regidor; Mariano Bautista Catalán; Emiliano Bautista Catalán; Elí González Sotelo; Ubaldo Sánchez Cruz; Gaudencio Benítez y Neftalí González Sotelo.

Según la versión, antes de disparar, uno de los asesinos se acercó a la camioneta de Valdés para decirle: ``no te vamos a matar, sólo te vamos a enseñar lo fácil que es partirles la cara a ustedes; acuérdate de Martha Morales (candidata perredista a la presidencia municipal de Tecpan, asesinada en octubre de 1995). Si pierde el PRI en Tecpan y Atoyac se van a acordar de nosotros''.

Los agresores salieron libres bajo fianza, y la Comisión de Derechos Humanos en Tecpan no ha respondido a la denuncia enviada por Valdés Lucena. El procurador de Justicia del estado, según ha dicho el perredista, exigió fotografías y video del atentado; de lo contrario, dijo, ``no creo ni doy como un hecho la agresión''.

Prácticamente ciego -dos de los cuatro impactos que recibió, le afectaron la vista-, el dirigente local del PRD comenta que existe una persecución en contra de los dirigentes del partido del sol azteca; sin embargo, ``a nosotros nos quieren hacer aparecer ante los ciudadanos como los violentos''.

En uno de los mensajes radiofónicos de campaña del PRI, dos amas de casa comentan: ``una mujer de un partido político vino diciendo que si no votamos por ella habrá violencia en la Costa Grande''. La única mujer candidata en la región es María de la Luz Núñez Ramos, postulada por el PRD.

Este tipo de campañas muestra la mentalidad de las fuerzas más reaccionarias del PRI, cuya intención no es sólo inducir el ``voto del miedo'', sino hacer creer a los guerrerenses que quienes fomentan la violencia son los perredistas, agrega Valdés Lucena, y advierte que está acrecentándose un clima de violencia, inducida para justificar la llegada del Ejército y desatar la persecución en contra de los militantes y simpatizantes del PRD.

La situación se está tornando impredecible. En estos últimos meses, llevamos 15 muertos, entre ellos el regidor Elio Dionisio Ponce y el suplente de regidor Adalid Araujo, apunta.

Ciertas versiones tratan de explicar los motivos de la violencia en la Costa Grande, entre ellos, gavillas de narcotraficantes; grupos paramilitares y parapoliciacos que tratan de sembrar el terror, y ajusticiamiento de quienes en la guerrilla de Lucio Cabañas proporcionaron información al Ejército. En la mayoría de los casos, las descripciones de los grupos de atacantes coincide: hombres vestidos de negro, con el rostro cubierto que portaban AK 47 y R-15.

En Coyuca de Benítez son ya 10 los priístas asesinados desde 1995 hasta la fecha: Arón Benítez Carbajal, fundador de la Coalición de Ejidos de la Costa Grande; Belén Hernández y Benjamín Rodríguez; Bartolo Guzmán Martínez, fundador de la organización campesina Benito Juárez; Adelaido, Rosendo y Miguel Vázquez García; Juan Rodríguez Nieves; Gumercindo Sánchez, y Marcelino Benítez Carbajal.

En esta zona, sólo de julio a septiembre de 1995, 71 guerrenses fueron asesinados por motivos políticos, en emboscadas, colectivas o víctimas de la ola de violencia en matanzas colectivas, en las que, según los pobladores, intervienen organizaciones policiacas. Entre esos asesinados, están los 5 policías motorizados que murieron en el paraje Ojo de Agua, cuya acción fue reivindicada por el EPR en una conferencia de prensa en Guerrero, en abril de 1997.

En Atoyac suman nueve los priístas asesinados en esa ola de violencia, que se ha agudizado a partir de mayo de 1995: Antonio Arreola Moreno, José Rosa Nario, Marcial Orbe Zarco, Fidencio Guerrero Ascención, Ramiro Mecino Galicia, José Martínez Juárez, Leocadio Pino Ríos, Leonardo Peñaloza Corona y Francisco Caballero Guzmán, la mayoría de ellos dirigentes seccionales.

El líder del PRI municipal, Acacio Castro, declaró que los asesinatos ``tienen claros tintes políticos. La intención es desestabilizar a las estructuras del PRI en las comunidades y sembrar el terror entre los priístas'' en el actual periodo de campaña.

De principios de 1995 hasta noviembre de 1996, fueron asesinados 29 campesinos, algunos de ellos integrantes de la OCSS o militantes del PRD. Esta situación ha provocado la salida de la mayoría de los habitantes de las comunidades Plan de Carrizo -sólo quedan 100 de los 400 pobladores y dos niños en la escuela- y Agua Fría, donde ha salido la mayoría de las 19 familias.

En la comunidad el Cucuyachi -a tres horas en carretera y dos a pie rumbo a la sierra de Atoyac-, según reportes de algunos vecinos, el poblado está sitiado por los priístas, quienes evitan la salida de aquellos que son identificados como militantes o simpatizantes del PRD.

En una conferencia de prensa en abril de este año en la Sierra de Guerrero, el EPR se deslindó de los asesinatos de los priístas. El comandante Antonio dijo: ``sabemos que en el pueblo se está fortaleciendo la idea de que, si las denuncias no son efectivas, se hace necesaria la justicia por propia mano; eso ha motivado ese tipo de acciones'' (El Sur).

De acuerdo con la organización, a partir de 1995, más de 70 personas han sido asesinadas en las regiones de Agua Fría, El Escorpión, San Juan de las Flores, La Cebada y Plan del Carrizo.