Sería muy útil que hubiera momentos sin pensar: Morin
Patricia Vega/ II y última Ť Desde joven Edgar Morin fue considerado como un enfant terrible que cuestionó las formas tradicionales del conocimiento. A punto de cumplir 76 años, el próximo 8 de julio, es, sin duda, uno de nuestros sabios contemporáneos.
Sin asumirse como mesías, Morin sabe lo que dice y por qué lo dice, sus planteamientos provienen de su experiencia de autoconocimiento. Con esa convicción propone un saber científico transdisciplinario profundamente humano: ``el pensamiento complejo no se reduce ni a la ciencia ni a la filosofía, sino que permite su vínculo operando la comunicación de una a la otra. El modo complejo de pensar no tiene su utilidad sólo en los problemas organizacionales, sociales y políticos. El pensamiento que afronta la certeza puede esclarecer las estrategias en nuestro mundo incierto. El pensamiento que une puede esclarecer una ética del enlazamiento o la solidaridad. El pensamiento de la complejidad tiene igualmente sus prolongaciones postulando la comprensión entre los seres humanos''.
La entrevista con Morin estaba en el aire, situación que mantenía a las dos reporteras en ascuas. Finalmente, al término de la primera sesión de su seminario, el encuentro tiene lugar en la oficina de Carlos Garza Falla, director de Comunicación Universitaria Institucional de la Universidad Iberoamericana.
--En este gran esfuerzo de integración de saberes, ¿qué papel ocupa la fe?
--No puedo creer en una religión que parte de una revelación, que tiene un aspecto sobrenatural. No digo que sea falso, pero no puedo creer en que un ángel le ha dictado el Corán a Mohamed o que Dios da las tablas de la ley a Moisés o en la resurrección.
``Sin embargo, sí tengo fe en algunos valores como el de la hermandad o el amor. Pero usted sabe que la fe no elimina la duda. Los que tienen enorme fe tienen siempre momentos de duda, como Pascal que `apuesta' porque no tenía la certidumbre absoluta, lógica, de la existencia de Dios. Miguel de Unamuno lo dice en un verso: `Oh fe, sin duda no hay fe'. Es un continuo diálogo entre la fe y la duda.
Tomar agua de varias partes
--¿Diríamos que tiene fe en cosas tangibles, reales?
--No exactamente, porque la hermandad humana es una posibilidad, no una realidad. Pero en mi filosofía, como dice San Juan de la Cruz en un poema, el saber más alto es el saber de no saber. Pienso que eso es lo que me gusta del conocimiento: avanzar en los misterios hondos del universo, de la realidad, del mundo, de la vida. Pienso que hay universos que las mentes humanas no pueden entender porque estamos muy limitados por nuestras propias estructuras.
--Usted habla mucho del Tao, ¿cuál sería la huella de Oriente en su pensamiento? Hay una nueva revolución en proceso: la relación del científico con lo místico.
--Son dos cosas diversas. Con la disolución del determinismo, la desintegración del concepto normal de la realidad, algunos estudiosos de las ciencias físicas descubrieron que el modo de ir al misterio era el mismo propuesto por alguna filosofía de tipo budista que habla del vacío que no se puede describir, de esa unidad donde se pierden todas las diferenciaciones. Un científico escribió el Tao de la física y otro piensa que el universo es una suerte de pequeñas olas en un mar hondo. Encuentran ese tipo de misticismo.
``Para mí no es exactamente lo mismo. Descubrí las conexiones en mi modo de pensar --que yo llamo dialógico y que es un poco hijo de la dialéctica-- al ver que hay una complementariedad de dos realidades que son al mismo tiempo antagónicas.
``Es la imagen del yin y el yan: dos principios en oposición pero necesarios el uno para el otro. Cuando uno crece, el otro disminuye. Esta idea de la unidad de dos complementariedades opuestas, también tiene una tradición fascinante en Occidente. Al igual que en el Tao, la idea del pensamiento complejo es tomar agua de varias partes.''
--Por cierto, usted ponía el ejemplo de ser como abejas que toman el polen de las flores, pero hay muchas flores.
--También hay flores venenosas.
--Pero no se puede abarcar todas las flores.
--No, pero hay que hacer la prueba cuando se ve una flor que a uno le gusta y luego vamos a la otra, y otra donde hay poco polen o es de baja calidad. Pero no debe haber prejuicio contra algún tipo de flores.
--En este trayecto para encontrar el pensamiento complejo, ¿qué es lo que le ha costado más trabajo?
--Hacer la reunión, la coordinación y la organización de los varios tipos de conocimiento que he encontrado en mi búsqueda; ver cómo se pueden articular nociones antagónicas. Pienso que es difícil el trabajo de la organización de un pensamiento complejo que a su vez necesita de una organización compleja, multidimensional, de diversos elementos antagónicos. Es un trabajo que toma tiempo.
--¿Alguna vez pensó que su trabajo se volvería un paradigma?
--Sí, porque creo que la creación fundamental, crucial, es el modo de organizar el pensamiento y eso depende de lo que se puede llamar paradigmas, las ideas maestras y las relaciones lógicas se imponen sobre todos los modos de conocer. Pienso que es un trabajo muy difícil porque va a la raíz de las cosas.
--Si hablamos de restructurar nuestro pensamiento nos enfrentamos a nuestras limitaciones derivadas de lo aprendido. Por eso en Oriente es muy fuerte la tradición del guía o maestro que disipa la ignorancia, como un elemento externo que ayuda a restructurar.
--Se necesita una ayuda exterior. Se le puede llamar maestro, guía o gurú. Pero un libro puede dar una clase sin que se tenga que conocer personalmente al autor.
``Pero al mismo tiempo se necesita que en la persona se encuentre una insatisfacción ante el modo de conocimiento, que tenga un deseo inconsciente de alcanzar otro modo de ver las cosas. Cuando esto se da es más fácil andar ese camino. Se necesita siempre el impulso derivado de cuando hay muchos hechos que no se pueden explicar con la teoría, es cuando la concepción debe cambiar. Es un ir y volver de los hechos a la teoría y de la teoría a la estructura mental. Así se puede operar el cambio.''
Ser polivalente implica la complejidad
--Su propuesta se enfoca a los profesionales para lograr un pensamiento complejo, pero ¿qué sucede con los indígenas que tienen ya pensamiento complejo?
--Pienso que en las sociedades de tipo indígena, como los cazadores que viven en conexión muy honda con la naturaleza, hay un pensamiento complejo en el sentido de que una misma persona tiene competencia en varios sectores: puede hacer instrumentos de trabajo, como armas y flechas, la construcción de su casa, juguetes para los niños. Una misma persona puede hacer muchas cosas, es polivalente, y eso da una complejidad.
``O los niños que antes de ir a la escuela tienen una posibilidad de hacer la conexión de las cosas. Donde se da la conexión de las cosas separadas están las fuentes de un pensamiento complejo. Digamos que los niños y los indígenas están más cerca de un pensamiento complejo que el pensamiento abstracto de un técnico especializado.
``Jesús decía que los niños están más cerca de la verdad que los doctores en la ley. Pero yo no soy como Jesús, lo que quiero decir es que hay una verdad: en la escuela se produce una domesticación de la mente y no siempre existe la posibilidad de que florezca un pensamiento complejo.''
--Usted no es Jesús, pero también ha hecho una especie de los diez mandamientos del pensamiento complejo.
Morin se rié abiertamente y responde:
``No son diez, son quince. Pero no son mandamientos porque no hay sanciones, no hay punición.
--¿Qué es lo que más detesta?
--Odio el odio.
--¿Se arrepiente de algo?
--De muchas, de tantas, cosas.
--¿Como cuáles?
--Espere, necesito un poco de prudencia. Tal vez, demasiada desconfianza, perder la confianza. Quizá perder el tiempo en cosas superfluas, no tener la voluntad de hacer lo que me parece más importante. Una dispersión de mi persona. Tal vez, la negligencia hacia las personas queridas por no estar con ellas cuando lo han necesitado porque he andado en otras cosas.
--¿A dónde quiere llegar con su teoría?
--A San Juan de la Cruz, quien dice: ``tú vas a tomar un camino que no conoces para llegar a un punto que tú no conoces''.
Carlos Garza irrumpe en la oficina recordando que el tiempo de la entrevista ha concluido. Apenas quedan los segundos suficientes para plantear sólo una de las muchas preguntas que se quedan en el tintero:
--Señor Morin, ¿alguna vez se cansa de pensar?
--Sería muy útil que hubiera momentos sin pensar. Hay dos sentidos de la palabra: una voluntad de pensar y un un modo automático de pensar, como una máquina mental que piensa, piensa, piensa. En este momento me gustaría tener un botón rojo, un stop, para que se detenga la máquina.
``Resulta necesario reconocer la necesidad vital del amor, la amistad, la solidaridad. Sin ellas, se pone en peligro la sobrevivencia de la humanidad''. Un monitor y un sillerío adicional externos fueron necesarios porque el auditorio de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM fue insuficiente para albergar a los interesados en escuchar la conferencia magistral que sobre ``auto-ética'' y ``política de la civilización'' impartió, ayer, Edgar Morin y que no es otra cosa que la puesta en acción del pensamiento complejo.
La formulación teórica de un pensamiento complejo --empezó Morin-- tiene consecuencias éticas y existenciales. La ambición es que un pensamiento de este tipo conduzca a una ética de la solidaridad. Es la revinculación, la reunión, frente a la anomización y la separación de los individuos.
Igualmente resulta central el rol de la conciencia --surgida del autoexamen y la autocrítica-- en responsabilidad y autonomía de los individuos. Libertad con responsabilidad. Sin embargo, el mundo social ha provocado la degradación ética del sentimiento de responsabilidad y de ciudadanía. La búsqueda constante de la culpabilidad de los demás nos dispensa de nuestra propia responsabilidad.
Siguiendo a Hegel, cuando a alguien que ha cometido un crimen se le llama criminal, de un plumazo se eliminan todos los otros aspectos de su personalidad y todos los momentos de su vida en que no fue criminal. Existe también lo que Morin llama el autoengaño, el mentir hacia nosotros mismos, borrar, por egocentrismo, nuestras partes desagradables.
Morin tiene confianza en una ``ética de la comprensión'' y en la ``regeneración'': el caso de la hija de Aldo Moro tratando de comprender a los asesinos de su padre provocó su arrepentimiento, o el profesor que habiendo asesinado a su esposa porque amaba a otra mujer y condenado a prisión llevó ahí una vida de santidad, dedicada a la enseñanza. Aquí Morin introduce otros dos conceptos: perdón y magnaminidad, como elementos necesarios para provocar la regeneración. Una ética de la comprensión que se da tanto a nivel individual como en las instituciones democráticas. Las dificultades provienen de cuando surgen dos imperativos éticos que al mismo tiempo llegan a la conciencia. Hay que tener lucidez para obrar en consecuencia. Otro problema más difícil es la ``ecología de la acción''. Tenemos que reconocer que en el mundo social hay acciones que escapan de nuestro control: no se puede predeterminar el sentido final de las acciones. Pero se puede apostar estratégicamente con una fidelidad a nuestras finalidades. Aunque vivimos en la incertidumbre es posible esperar el milagro de la metamorfosis, como la oruga que se transforma en mariposa, existe la esperanza de una metamorfosis social que nos conduza a otra cosa, a un metasistema mejor de lo que tenemos.
Pero ``una ética compleja no puede ser arrogante ni estar segura de sí misma. No debe convertir al que cree en ella en un profesor de moral. Es una ética inacabada que contiene contradicciones y riesgos. Una ética compleja no es de la victoria, es de la resistencia frente a la crueldad del mundo''. La propuesta de Morin conlleva una necesaria reforma del pensamiento, de la educación, de la política. ``No hay ninguna certidumbre en el horizonte, pero hay esperanza. Lo que podemos hacer es sembrar semillas''.
Patricia Vega