Luis Javier Garrido
El mensaje

El mensaje que Carlos Salinas envió a Ernesto Zedillo y a la ``clase política'' a través de Proceso (núm. 1073) ha perturbado a los priístas porque muestra que la disputa por el poder se está dando más allá del escenario electoral de 1997.

1. El aspecto más sorprendente del ``mensaje'' de Carlos Salinas no es la forma, es decir el hecho de que la prestigiada revista Proceso -estimada como una publicación independiente- y su ex director, Julio Scherer -uno de los periodistas más notables de México-, ayuden a Salinas a) presentándolo tras una frustrada entrevista en Dublín como un político en desgracia, cuando no es más que un presunto criminal, y b) sirviéndole como vehículo para amenazar a la burocracia gobernante con su regreso y con lo que, sutilmente, llama Scherer ``el tesoro de tu archivo''.

2. El punto central es el fondo del mensaje: en plena impunidad, Salinas reitera sus mentiras, busca amedrentar y, como Calles en 1935, amenaza con regresar para poner orden.

3. El mensaje amenazador de Carlos Salinas con su regreso (y con su archivo) en la coyuntura electoral hace más luces sobre el tipo de gobierno que tiene México, en el que Zedillo ha ocupado la Presidencia pero sin tener el poder, pues el gabinete sigue integrado por los incondicionales de Salinas. El acuerdo con éste tras la detención de Raúl, le ha dejado a Zedillo la posibilidad de continuar en la silla presidencial, pero con una limitante: a cambio de tener a Raúl en Almoloya, aparentando una ruptura, tiene menguada su capacidad de mando, con Córdoba y los salinistas (Gurría, Ortiz Martínez, Téllez) imponiéndosele día a día y Arsenio Farell velando desde la Contraloría por la impunidad de Salinas.

4. No es de extrañar por ello que la crisis moral del grupo gobernante esté ahondando la crisis del régimen.

5. El mensaje de Salinas tiene, por otra parte, una clara connotación electoral, y eso es lo más significativo del mismo: advertir a Zedillo y a la burocracia que en su pretensión de aparentar que hay un gobierno autónomo no debe lesionar los intereses políticos de Salinas en el PRI y, sobre todo, en el PAN. O, en otras palabras: que no deben afectarse a los dos íntimos amigos de Carlos Salinas que controlan la dirección panista, Diego y Carlos Castillo Peraza, a quienes Felipe Calderón está claramente subordinado. La divergencia es, por lo tanto, clara: Salinas toleró la intentona, encabezada por Chuayffet, de poner al PRI de pie para requilibrar las fuerzas oficialistas (en detrimento del PAN) y ahora pretende que se retorne al viejo esquema de hacer prioritaria la alianza PAN-gobierno.

6. La respuesta del salinismo, tras el fracaso estrepitoso de Del Mazo ante Cárdenas y la debacle personal de Carlos Castillo Peraza, está orquestada por el ingeniero Joseph-Marie Córdoba, el ``hombre fuerte'' del régimen, y se resume en una orden: ir con todo contra Cárdenas y el PRD. El mensaje de Carlos Salinas ha servido, entre otras cosas, para poner de manifiesto el poderío del salinismo en los medios masivos: el diario Crónica, las dos principales cadenas noticiosas en televisión (el noticiario Hechos de Televisión Azteca y 24 Horas de los Zabludovsky) y las plumas del salinismo (que están en todos los diarios) no escatiman insulto y difamación, mientras la dirigencia panista muestra su alianza virtual con los tecnócratas.

7. La campaña electoral de 1997 se recordará, así, por la subordinación de Acción Nacional al salinismo y la incapacidad de los líderes panistas para presentar una alternativa política al país. Acoplado a las tesis salinistas, el CEN blanquiazul muestra el peor rostro de una derecha tradicional, que no tiene ideas sino invectivas, y mientras Felipe Calderón y Diego ordenan a Castillo Peraza que tenga ``pico de cera'', presas del nerviosismo contienden con Del Mazo en un torneo de insultos y de calumnias contra Cuauhtémoc Cárdenas y el PRD, como si trataran de mostrar cual tiene mayor capacidad para degradarse en una serie de imputaciones que, lejos de revertir la opinión, como se pretende, sigue hundiendo al PRI, degradando la imagen del PAN y deteriorando, además, la escasa credibilidad del IFE.

8. La colusión de los dirigentes panistas con Carlos Salinas para deteriorar el clima electoral pone también en evidencia al IFE y a su presidente, el salinista José Woldenberg, íntimo amigo de Castillo Peraza, ya que estas autoridades, supuestamente ``independientes'', nada hacen para impedir la manipulación de los medios y a fin de que no prosiga el operativo de la ``ingeniereía electoral'' que le permita al régimen imponer el resultado de las elecciones, tal y como aconteció en 1991 y 1994.

9. El país en verdad no merece que estos individuos lo gobiernen.

10. El desafío de la campaña electoral de 1997 es muy claro tras los últimos acontecimientos y, aunque no esté en juego el Congreso, muy probablemente va a acontecer lo que no quiere el régimen: que el 6 de julio los mexicanos expresen su repudio a quienes de manera ilegítima siguen usufructuando al país.