Octavio Rodríguez Araujo
Del DF a Chiapas

Mientras en la capital de México nos preocupamos por los avances y retrocesos de los partidos en la campaña electoral (lo cual no está mal, pues son las más interesantes de los últimos años), en Chiapas la guerra de baja intensidad continúa con precisión matemática, como una máquina infernal que paso a paso va destruyendo conforme al programa que la mueve.

Tanto en Chiapas como en las elecciones federales y del Distrito Federal el gobierno actúa como quien ve que se le escurre entre los dedos el poder que no quiere perder a ningún precio.

El debate entre Del Mazo y Cárdenas ha sido un golpe muy fuerte al gobierno y su partido. Seis empresas de encuestas recogieron la opinión de muestras significativas de capitalinos y de ellas surgió triunfadora la figura del candidato perredista. El gobierno ya había detectado, antes de las encuestas, que Del Mazo estaba perdiendo puntos en el debate. La prueba fue la interrupción de la transmisión televisiva a provincia, porque es evidente que el triunfo anticipado de Cárdenas influiría en la opinión de los mexicanos de otros estados y, por lo tanto, en la orientación de su voto.

Una cosa es que el gobierno se vea obligado a aceptar que el PRD gane el gobierno del DF, y otra cosa es que este triunfo (por ahora en el debate) influya en la votación por diputados federales y que, en consecuencia, el PRI no quede en mayoría ni el PAN en segundo lugar. Zedillo ya se encargó de decir que necesita la mayoría de su partido en la Cámara de Diputados para continuar con su política antipopular y de cara a los intereses hegemónicos en el FMI, por lo que si pierde el PRI las cuentas que tiene que entregar no le saldrían de acuerdo a las exigencias de Washington.

Los cambios de orientación del voto en Irán, en Gran Bretaña y en Francia, para sólo referirnos a las elecciones más recientes, inducen a pensar que en México también pueden darse. No es para menos. Las promesas de la derecha no se han traducido en mejoría económica y social de los pueblos donde ha gobernado (o gobierna todavía). Aunque en Francia falta todavía la definición que se dará en la segunda vuelta, los pronósticos de los medios de ese país dan por seguro que la izquierda ganará el próximo domingo. Y el ejemplo francés para México no sería desdeñable: un Presidente de derecha y la Asamblea Nacional (diputados) mayoritariamente de izquierda. Si Zedillo tuviera barbas ya las tendría en remojo.

En Chiapas, por otro lado, la táctica de la media luna (cito a Pablo Romo) continúa como si en el resto del país y del mundo no pasara nada. Esta táctica consiste en la desestabilización y la división de los pueblos por medio de guardias blancas en el norte de Chiapas, implacablemente hacia el sur.

Para no dar la idea de que se trata del gobierno, se están utilizando grupos de indígenas y mestizos armados (Paz y Justicia y los Chinchulines, principalmente) para dividir a los pueblos (por ahora en el norte de Chiapas) en los que hay claras muestras de simpatía por el EZLN. La forma en que están avanzando estas guardias blancas, dividiendo a las comunidades y matando gente, es una media luna cuya figura inició en Palenque y ya va en Chenalhó. Si quien me lee se toma la molestia de ver un mapa y marcar con rojo Palenque, Tila, Sabanilla, Simojovel, El Bosque, Pantelhó y Chenalhó, encontrará que se forma una media luna que continuará, previsiblemente, hasta Las Margaritas, casualmente en el mismo meridiano que atraviesa Palenque en el norte. Es decir, aislar a los zapatistas mediante dos operativos: el propiamente militar y el paramilitar (supuestamente no oficial), no por si falla uno de los dos, sino previendo que la sociedad menos conservadora, después de las elecciones, presione fuerte para que el Ejército salga de Chiapas o, al menos, regrese a sus cuarteles.

¿Y si Zedillo pierde el DF y la mayoría de diputados?