La Jornada 28 de mayo de 1997

Legal, que Clinton se someta al juicio por acoso sexual: la Suprema Corte

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 27 de mayo Ť La Suprema Corte de Estados Unidos dictaminó hoy que no hay razón constitucional para que un presidente en funciones, en este caso Bill Clinton, no tenga que someterse a un juicio civil en su contra, como el que promovió Paula Jones por acoso sexual cuando el mandatario del país era gobernador de Arkansas.

No ha sido un mes bueno para las figuras públicas masculinas de este país, especialmente las que son percibidas como ``ejemplos'' de todo lo más ``americano'' (estadunidense) -héroes del deporte y voces reconocidas y confiadas, sin soslayar al propio presidente.

Paula Jones, quien fue voluntaria en las oficinas del entonces gobernador Clinton, acusa que en 1991, él le pidió que subiera a su habitación de hotel donde le propuso ``un acto sexual''. Jones promovió en 1994 un juicio civil contra el presidente por acoso sexual, y desde entonces se ha prolongado la negociación entre abogados de ambos, los que en un momento buscaron una salida mutua fuera de las cortes, opción que ahora es más complicada.

El caso llegó a la Suprema Corte porque los abogados de Clinton argumentaron que la Constitución defiende a un presidente en funciones contra procesos legales civiles en su contra. El fallo de la corte hoy estableció que no hay impedimento constitucional de este tipo.

Gilbert Davis, abogado de Jones, declaró este martes que ésta es una gran victoria, ya que apoya la existencia de ``un derecho básico'' en Estados Unidos de que todo ciudadano tiene derecho a ``su día ante una corte'' para buscar resolver todo acto ilegal y establecer que ``nadie está sobre la ley'' en este país

Clinton recibió la noticias antes de su junta bilateral con Boris Yeltsin en París, en el marco de la reunión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte.

Molestos por la decisión, los estrategas de la Casa Blanca no desean que este asunto llegue a juicio; en particular, aunque nadie lo dice en voz alta, les preocupa una petición de la defensa: que el presidente se baje los pantalones.

Resulta que Jones dice que puede comprobar que el presidente se ``expuso'' ante ella, ya que ella puede identificar una marca física en las partes más íntimas del presidente. Por lo tanto, la defensa desea que Clinton muestre, de alguna forma u otra, esta parte de su cuerpo ante la corte.

Pero Clinton no esta solo: Marv Albert, voz reconocida como anunciador de partidos deportivos profesionales, entre ellos el campeonato nacional de basquetbol, ahora en curso, para NBC Sports y comentarista deportivo, tuvo que presentarse hoy ante una corte en Virginia para escuchar una acusación formal en su contra y con la policía local para ser fichado.

Albert fue acusado de morder repetidamente a una mujer que lo había acompañado a su hotel y que supuestamente negó sus avances sexuales. Desde la semana pasada, cuando estalló el escándalo en los medios, el historial de la mujer que lo acusó ha provocado dudas sobre ella y sus motivos.

La semana pasada, Frank Gifford, héroe del futbol americano y también conocido nacionalmente como locutor deportivo en la televisión nacional del futbol americano, y casado con Kathy Lee Gifford, quien protagoniza un programa nacional de charla en la televisión, fue videograbado en una situación comprometedora con una mujer, imágenes que después aparecieron en una revista. Gifford, con perfil de ciudadano modelo (all american guy), fue engañado, manipulado por la mujer, a quien la revista le pagó para crear la situación.

Y todos se acuerdan de OJ. Simpson, otro héroe caído, en un escándalo que rehúsa desaparecer de las pantallas y primeras planas de los medios. O del estratega político de Clinton, Dick Morris, el campeón de los ``valores familiares'', quien sostuvo una relación con una prostituta a unas cuadras de la Casa Blanca, etcétera.

Un observador común puede llegar a varias conclusiones: hay un desmoronamiento serio de la ética social estadunidense; los hombres son bestias; las mujeres inteligentes saben que los hombres ricos y famosos son bestias y que esto puede resultar en buen negocio, en el que ellas pueden hacerse ricas y famosas; los hombres son santos e inocentes y las mujeres son el demonio ya que pueden destruir estas cualidades; que las figuras públicas no son, sólo por el hecho de ser públicas, más inteligentes.

Algunas semillas de la manzana de Eva crecen en las casas de figuras públicas.