En un juego de impresiones e imágenes, se pueden anotar algunos puntos de análisis sobre el debate del domingo 25 de mayo. El discurso político es, sin duda, el más polémico y argumentativo de los discursos y en situación de debate estas características se llevan al extremo. Lo que se dice es aceptado o rechazado por quien lo dice y no tanto por lo dicho; lo importante son los efectos de sentido que se forman de una mezcla de gestos, tonos, argumentos, ritmos y actitudes, que tienen como objetivo generar aceptación y confianza.
Un debate en las condiciones actuales de la campaña electoral, donde hay una diferencia fuerte entre el primer lugar y los dos que le siguen, tiene una orientación estratégica: la posición del candidato del PRI, Alfredo del Mazo, ubicado entre el tercer y el segundo lugar en la mayoría de las encuestas de opinión y muy lejano del primer lugar, era para ganar votos; en cambio, para el perredista, Cuauhtémoc Cárdenas, la estrategia más importante estaba en no perder votos y consolidar lo avanzado. Para Del Mazo era una oportunidad clave de su campaña, pero su estrategia no resultó lo exitoso que hubiera deseado; el priísta estuvo ubicado en el debate de candidatos presidenciales del 12 de mayo de 1994, quiso repetir la estrategia de Diego Fernández, pero se encontró a un Cárdenas que mostró un aprendizaje de esa experiencia, más fluido, con una estrategia de defensa, ataque y propuesta notablemente mejor equilibrada, con la cual superó el reto. Cuauhtémoc respondió sin extralimitarse en el tono, a diferencia de 1994, tuvo mayor fluidez y contundencia. Una primera conclusión puede ser que este debate no quitará votos a Cárdenas y lo más probable es que lo ayude a consolidar su posible triunfo, por otra parte, no le dará más votos a Del Mazo.
De los cuatro temas generales que se trataron en el debate --gobierno y democracia, seguridad pública y justicia, economía y propuesta social-- hubo una cantidad de sugerencias que son difíciles de retener para un público de televisión. Además, un debate no es el espacio más apropiado para anunciar y sistematizar propuestas, porque lo que domina es la esgrima de la polémica y el interés es por las imágenes, gestualidad y entonación. Por supuesto, que cada uno de los dos candidatos lanzó múltiples propósitos de gobierno, pero lo más importante fue generar confianza y adhesiones. El trasfondo de las propuestas y los ataques estuvo vinculado a la historia pública de los candidatos, y las imágenes de incertidumbre y debilidad se manejaron por estereotipos: por ejemplo, Del Mazo insistió en que Cárdenas no le da seguridad a los inversionistas, que no tiene calidad moral, que es excluyente; por su parte Cárdenas se lanzó contra Del Mazo por priísta, lo cual forma un significado completo que sólo necesitó ser modulado oportunamente. Una segunda conclusión es que ambos hablaron de cambios en seguridad, empleo, y democracia, pero al final de cuentas quedó claro que las opciones son, con Cárdenas un cambio que implica riesgos como cualquier cambio, y con Del Mazo una continuidad, más de lo mismo que ya se conoce.
Carlos Castillo Peraza fue excluido del debate entre PRD y PRI, y como una compensación tuvo 15 minutos en el Canal 7. El candidato panista usó una parte importante de ese tiempo para denunciar la exclusión y casi nada para dar a conocer su propuesta. Con la misma estrategia dura que ha seguido de que el PRI y el PRD son casi lo mismo, desarrolló un discurso repetitivo, en el cual predominó un tono pesado, de un candidato notoriamente molesto. La tercera conclusión es que el panista profundizó su estrategia de combate --no la modificó-- y mostró un discurso obsesivo y no pudo romper las imágenes que le han ido quitando apoyo, según las encuestas de opinión.
Según el diario La Jornada (26/VII/97), cinco encuestas (CEO, Cinco, Mori, Harris, Consulta) sobre el debate le dan el triunfo a Cárdenas, y otra que realizó Reforma, se orienta en el mismo sentido.
Esta apreciación no pudo ser compartida en los estados del país, ya que la transmisión del encuentro fue, al parecer, intencionalmente interrumpida o bloqueada. Otra vez la censura.
Cuando faltan 40 días para las elecciones se puede lanzar una hipótesis: todo indica que en un escenario sin acontecimientos extraordinarios o inesperados, lo que queda de las campañas difícilmente podrá alterar las preferencias; para que se modifique el escenario tendría que ocurrir algo inesperado que cambie de forma radical el clima de la elección, lo cual no hay que descartarlo.
Ahora veremos la parte final de las estrategias...