La Jornada 26 de mayo de 1997

Cuestionan en EU la selección de agentes antinarco mediante detector de mentiras

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 25 mayo Ť ¿Desea ser un agente antinarcóticos pero no tiene los antecedentes aceptables? No hay problema. Según expertos, en 30 minutos se puede entrenar a un estudiante universitario sobre cómo engañar y pasar un examen de polígrafo. Un agente del FBI señaló que logró enseñarle a su hijo de 10 años de edad cómo engañar al detector de mentiras.

Mientras pocos ciudadanos responsables desean que gente con antecedentes cuestionables ocupe puestos de autoridad, ex agentes del FBI y expertos académicos aquí están despertando serias dudas sobre la eficacia de uno de los principales instrumentos utilizados para reorganizar las fuerzas antinarcóticos en México. Por la insistencia de Estados Unidos, la PGR obliga ahora a todos sus candidatos a empleados a someterse a un examen de polígrafo, pero algunos expertos aquí dicen que estos exámenes son poco efectivos en el escrutinio de aspirantes, y que incluso podrían manchar las carreras de empleados honorables.

``Existe buena evidencia científica de que una persona inocente que dice la verdad tiene una posibilidad de 50/50 de reprobar un polígrafo aplicado por la policía u otras autoridades'', explica el sicólogo David Lykken, de la Universidad de Minnesota. Lykken añadió para La Jornada: ``también existe buena evidencia científica de que una persona hábil puede engañar al polígrafo''.

En Estados Unidos, los polígrafos son considerados tan poco confiables que en 1988, el entonces presidente Ronald Reagan promulgó una ley que prohibió su uso para examinar a potenciales empleados en gran parte del sector privado. Los críticos ejemplifican con el caso del espía soviético Aldrich Ames, quien como agente de la CIA pudo falsear varios exámenes de polígrafo durante una década.

Los defensores de la tecnología dicen que es un instrumento útil, y señalan que la mayoría de las agencias de seguridad pública en Estados Unidos usan el polígrafo con sus empleados.

De hecho, la CIA, el Pentágono, el FBI y la DEA rutinariamente someten a sus empleados a estos exámenes de polígrafo, máquina que registra respuestas sicológicas ante una serie de preguntas para determinar si un sujeto está respondiendo honestamente o no.

Las preguntas tradicionalmente se enfocan en el abuso de drogas o alcohol, finanzas personales, posibles violaciones criminales y relaciones con delincuentes conocidos. De estos exámenes depende evitar que gente con antecedentes dudosos consiga empleo en las agencias de seguridad publica.

En México, el Departamento de Estado y la DEA han insistido en que todo empleado de la PGR con tareas vinculadas a investigaciones de narcotráfico sea sometido a examen de polígrafo, y la DEA informó a un comité del Congreso estadunidense hace unos meses que 80 por ciento de los aspirantes a estas agencias en México frecuentemente reprueban el examen de polígrafo.

Exámenes injustos

Pero en Estados Unidos, el sicólogo Lykken dice que estos exámenes son muy injustos, y lo mismo se podría decir sobre su uso en México. ``El FBI empezó a hacer un escrutinio a sus empleados en 1994, y yo me he visto inundado de llamadas y cartas de víctimas, jóvenes de buenos antecedentes a los que les fue negado empleo e injustamente fueron estigmatizados'', comentó Lykken a La Jornada. El profesor de la Universidad de Minnesota, cuyo libro, Tremors of Blood: The Uses and Abuses of the Lie Detector, es un texto clave sobre este tema, se vio tan afectado por estas protestas de aspirantes rechazados que escribió al director del FBI para quejarse sobre el uso del detector de mentiras, o polígrafo. Y Lykken no esta solo en su crítica.

``El uso del polígrafo para observar la honestidad general de un individuo es basura'', comentó el sicólogo John Furedy, de la Universidad de Toronto, al Washington Post. Larry Farwell, ex asesor de seguridad para la CIA, añade que ``la CIA, que ha estado usando polígrafos extensamente con sus empleados y aspirantes durante años, ha sido repetidamente infiltrada''. El caso Ames sólo es el más conocido.

Sin embargo, en todo el país se sigue usando el polígrafo, y críticos como Farwell y Lykken argumentan que una de las razones es que los detectores de mentiras, según las autoridades, frecuentemente ofrecen más eficacia para la obtención de confesiones. ``Es un buen instrumento de interrogatorio'', dice Lykken, quien señaló que los sospechosos culposos frecuentemente se ven intimidados por la supuesta calidad científica de los resultados y los exámenes sí ayudan a la policía a obtener confesiones. Lo que perturba a Lykken es que gente muy honesta con frecuencia responde de tal manera que aparece registrada la aparente culpa en los exámenes.

El examen del polígrafo es un proceso en el que al sujeto se le presentan primero una serie de ``preguntas de control'' para medir la respuesta promedio de una persona bajo investigación y observar cómo responde a preguntas sobre su integridad personal.

Estas preguntas establecen una tasa base de una serie de reacciones sicológicas y fisiológicas, incluyendo pulso, temperatura y tensión muscular, entre otras.

Después, al sujeto se le presenta una serie de ``preguntas relevantes'' en las que el interrogador busca provocar una respuesta honesta, tales como ``¿usted en alguna ocasión ha fumado mariguana?''. Si en la respuesta a la pregunta relevante se registra un pulso más rápido, mayor tensión muscular, etcétera, entonces el sujeto es calificado como ``intentando engaño''.

Tips para pasar la prueba

Pero una vez que el sujeto entiende cómo funciona este sistema, no es difícil derrotarlo, dice Lykken. Y hace varios años, el agente del FBI Drew C. Richardson comentó ante un foro que había enseñado a su hijo de 10 años cómo vencer la prueba. ``Es fácil'', dijo al Washington Post. El agente del FBI dice que enseñó a su hijo a morderse la lengua al enfrentar una ``pregunta de control'' con el objeto de elevar su pulso al nivel que imitaría la respuesta registrada en la máquina al mentir mas tarde, y así el examinador no podría distinguir entre las dos respuestas registradas en el polígrafo.

Hace unos días, La Jornada preguntó a Lykken qué recomendaría a alguien que deseara engañar al detector de mentiras: ``para vencer el examen uno tendría que emitir una reacción más fuerte ante la pregunta de control que la manifestada ante la pregunta relevante'', dijo.

El método es buscar la forma de estimular el pulso y otras reacciones sicológicas durante el interrogatorio de control para que el administrador del polígrafo no pueda detectar en su máquina la diferencia al ser registradas las reacciones en preguntas relevantes. ``Cuando a uno le preguntan cosas como ¿alguna vez usted ha mentido?, uno responde que no, y después cierra su esfínter anal o pisa sobre una tachuela previamente colocada dentro de su zapato, o se muerde la lengua o el labio, o se concentra en hacer aritmética mental tan pronto que uno responde que no'', señaló. ``El esfuerzo de esto último, o el dolor de morderse el labio o la lengua, produce el mismo tipo de espasmo de la aguja del polígrafo que la provocada por una respuesta emocional involuntaria, y el poligrafista no puede detectar la diferencia''.