La Jornada 26 de mayo de 1997

Quedaron fuera del bolsillo de obreros 20 de 35 productos básicos

Antonio Vázquez y Fabiola Martínez Ť El poder adquisitivo y el nivel de vida de millones de trabajadores mexicanos han alcanzado en los últimos diez años ``el peor deterioro'' de su historia. En este lapso, de los 35 productos que integran la canasta básica obrera (CBO), hoy sólo tienen acceso a diez, al haber aumentado ésta en mil 244 por ciento. Mientras, los minisalarios crecieron 308 por ciento, señalan el Congreso del Trabajo, organizaciones sindicales independientes y analistas de la UNAM y de la Universidad Obrera.

Productos como leche, carne, pescado y diversas frutas desaparecieron prácticamente de la mesa de la familia obrera. A precios actuales, la CTM consideró que 45 por ciento de los asalariados formales no tiene ya acceso a estos productos. En la actualidad, el total de pobres en el país -quienes eventualmente tienen acceso a bienes indispensables- asciende a 40 millones, sin contar a aquellos clasificados en los niveles de pobreza extrema.

Con la actual política de precios, la recuperación en el patrón de consumo ``no tiene perspectivas de recuperación inmediata'', advierte un estudio de la Facultad de Economía de la UNAM.

Indica que en México, del total de la fuerza de trabajo que labora y recibe una remuneración por ello, 4 millones 250 mil tienen un ingreso de ocho a más salarios mínimos al mes, mientras que 14 millones 416 mil, perciben entre uno y dos salarios mínimos.

Un estudio elaborado por el Congreso del Trabajo para fundamentar su demanda de restructuración en los términos de la Alianza para el Crecimiento (APEC) señala que los trabajadores que perciben hasta dos salarios mínimos perdieron en los últimos diez años 69.6 por ciento en su poder adquisitivo de la CBO. En función de su ingreso, éstos solamente tienen acceso a quince productos de esta canasta.

La Universidad Obrera elaboró una canasta básica que incluye productos básicos, bienes y servicios, para analizar el comportamiento y deterioro del poder adquisitivo.

De acuerdo con su análisis, la CBO tiene un costo semanal de 413 pesos (59.8 pesos al día), lo que representa un aumento de 14.35 por ciento respecto de mayo de 1995, y de 140.50 por ciento desde la devaluación de 1994.

La pérdida acumulada de la canasta pasó de menos 29.24 por ciento en febrero de este año, a menos 27.98 por ciento en mayo. Sin embargo, la tasa de crecimiento acumulada del salario real ascendió a menos 30.33 por ciento, de la devaluación a la fecha, agregó la institución.

A pesar de una eventual recuperación de la economía, ésta no podrá traducirse en una mejoría del salario real debido a que el crecimiento está basado en el mercado de exportación. Es decir, ``la dinámica de éste no tiene efectos de arrastre en el mercado interno en términos de empleo y por consiguiente de aumentos en los salarios''.

Esta perspectiva es compartida por el CT y por el Consejo Nacional de los Trabajadores, los cuales señalan que, ``a no ser que ocurra un milagro o que siga adelante la demagogia'', la única manera de lograr la recuperación del minisalario sería aumentarlo 280 por ciento, ``situación que se antoja imposible''.

Catedráticos de la Facultad de Economía de la UNAM señalaron que el crecimiento de la productividad en el sector industrial descansó en la disminución de los salarios reales de los empleados manufactureros. Las remuneraciones medias reales de este sector tuvieron una caída de 10.9 por ciento, sumada a la de 1995, que fue de 12.4 por ciento.

Al respecto, el Centro de Reflexión y Acción Laboral y la CTM coincidieron que, en función del actual salario mínimo general nominal (26.45 pesos diarios), los productos que integran la CBO, son cada vez más inaccesibles para el trabajador y su familia.

Hace diez años, para poder adquirir productos básicos, quienes ganan un salario mínimo destinaban 14.5 pesos, ``no porque consumieran menos, sino porque su ingreso le rendía más y los precios no aumentaban semanalmente''.

La Facultad de Economía de la UNAM señala que, en el mejor de los casos, de cada 100 pesos, un trabajador de salario mínimo gasta 67 para alimentarse; 12 para transporte; 11 para pago de vivienda; 5 para aseo personal y los 5 restantes en gastos diversos.

En una encuesta realizada entre cien trbajadores, 41 de ellos consideraron prioritaria la adquisición de víveres; 32 señalaaron que el ingreso debe destinarse al pago de vivienda; once al transporte; ocho para educación; cinco para vacaciones y sólo tres para cubrir adeudos con tarjetas de crédito.

El deterioro en el poder adquisitivo de las familias obreras, a pesar de los discursos oficiales, no puede ser soslayado por los organismos obreros afiliados al Congreso del Trabajo, según los cuales la caída en el poder adquisitivo no ha podido detenerse durante 1997.

Así, en enero, el poder de compra cayó 2.51 por ciento; en febrero, 4.11 por ciento; en marzo, 5.29, y en abril, 6.31 por ciento, lo que significa un acumulado de 18.22 por ciento en este lapso.

El organismo cúpula obrero denunció que ni siquiera los pactos sociales han logrado detener el deterioro del poder de compra. De 1987 (fecha en que se firmó por primera ocasión un pacto de solidaridad) a abril de 1997, la capacidad adquisitiva del trabajador un impacto negativo acumulado de 273.03 por ciento. Todo en función de cifras oficialmente conservadoras obtenidas del Banco de México