José A. Ortiz Pinchetti
El centro del centro del debate
El interés público de las elecciones del 6 de julio se está concentrando en la pugna entre los principales aspirantes a la jefatura del Distrito Federal. La elección de diputados y senadores es quizá más importante. De ella dependerá la independencia del Congreso y, por ende, la transición. La transición misma parece diluida.
Los contendientes se concentran furiosamente en la posibilidad de sus triunfos ``por cualquier medio''. Da la impresión de que se hubiera consolidado ya la ``normalidad democrática''. Además están haciendo gala de intrigas y bajezas. No parece importarles el más alto servicio a la nación: hacer creíble y deseable la democracia.
Hay indicios de que el pueblo rechaza esta politiquería y prefiere un discurso propositivo, la eliminación de los golpes bajos y las críticas entre los adversarios. La pérdida de popularidad de Castillo Peraza y la sana propuesta de rectificación que ha hecho el PAN parece apuntar en ese sentido.
Los medios no están ayudando. Exageran los episodios de hostilidad, las acusaciones y agresiones, se asocian a fobias y filias, y en lugar de reflejar de modo imparcial las cosas, parecen participar activamente en un torneo que se va volviendo cada vez más confuso.
El centro de la controversia parece estar en el juicio que hace la ciudadanía al gobierno de Carlos Salinas, convertido en el ``perro del mal''. Los contendientes luchan por deslindarse de él y acusar de cómplices a sus adversarios.
Es inteligente la propuesta de Manuel Camacho de afrontar con serenidad al salinismo, evaluarlo y dejarlo atrás. Pero infortunadamente todavía no llega esa hora. Los agravios que causó actúan aún en la realidad cotidiana. Y sobre todo no ha habido reparación efectiva. El ex presidente vive protegido. La mayoría de sus consejeros, colaboradores y aliados están en el poder. No podemos pedirle al pueblo que tome en serio un esclarecimiento mientras los que apoyaron a Salinas no hayan pagado en términos políticos el precio del desastre.
En esta atmósfera se propone hoy por segunda vez en la historia electoral del país un debate entre contendientes de primera línea: los candidatos deberán demostrar su capacidad para responder a las demandas ciudadanas básicas. Y ``resistencia política'' para actuar en una situación de alta presión.
Yo casi centraría el debate en lo que pretenden hacer para lograr la transición en la capital. Hay que recordar que sólo tendrán tres años y que su tarea será construir e iniciar la consolidación del primer gobierno democrático que ha tenido la ciudad en 70 años. Tendrán que desencadenar un cambio cultural en la mente de las personas. Convertir a los súbditos capitalinos en ciudadanos, en corresponsables en la tarea de administrar la capital. La inercia de abulia que encontrará el que gane será el obstáculo más grave a su gobierno. Mayor que los problemas de desempleo, inseguridad, contaminación y quiebra financiera.
Es lamentable la exclusión de Castillo Peraza. Parece justificarse en la dinámica de la pelea electoral, pero es preocupante sobre todo si conlleva la aceleración de pérdidas electorales del PAN. No olvidemos que este partido fue el adelantado de la democracia mexicana. Es cierto, cometió grandes errores estratégicos al asociarse al salinismo en sus reformas políticas falsificadas, en sus tesis neoporfirianas en materia social y económica, en dejar empañar la muy aceptable administración de sus ínsulas con gestos reaccionarios.
Pero la transición no puede hacerse sin un partido de derecha. Si fue aberrante la ``reforma'' de Salinas por el intento de aniquilar al neocardenismo, lo sería también una reforma política definitiva que prescindiera del PAN o que lo convirtiera en un actor menor.
En fin, pronostico una notable recuperación de Cuauhtémoc en el cotejo. Yo lo vi actuar con gran precisión y serenidad en el recio debate con Porfirio Muñoz Ledo. Ha aprendido las amargas lecciones de hace tres años. Supongo que Del Mazo se verá bien por su gran experiencia pública, aunque le será difícil remontar la oleada de antipriísmo que está creciendo en la capital. Hago votos para que se eliminen los golpes sorpresivos de una pelea callejera. Este debate consolidará una tradición de confrontación crítica entre adversarios que no se consideren uno a otro enemigos a destruir