En ocasión del día del maestro, la sociedad mexicana, o al menos un sector muy importante de ella, ha vuelto a verse impactada por la disconformidad de los profesores ante sus condiciones de trabajo, sus salarios y la baja prioridad que el gobierno asigna a la educación, mientras que en el discurso oficial se proclama lo contrario.
En sus más recientes declaraciones, los más altos funcionarios de la Secretaría de Educación informaron a la opinión pública que los aumentos otorgados a los maestros no pueden ser mayores porque los recursos dedicados a la educación se han agotado, con inversiones realizadas en el mismo sector. La contradicción entre las declaraciones sobre la recuperación económica dadas por el secretario de Hacienda y el Presidente, y el ``no hay'' de la Secretaría de Educación, constituye un hecho más de nuestra realidad cotidiana, que nos manifiesta los efectos del sistema económico impuesto.
Vale la pena recordar los argumentos neoliberales de la administración salinista: ``el gobierno debe deshacerse de las empresas públicas'', con objeto de contar con más recursos que le permitan responder a las necesidades sociales. El resultado del proyecto es hoy claro; las empresas se privatizaron, beneficiando a unos pocos (seleccionados discrecionalmente); los compromisos sociales fueron olvidados, porque en ello está la esencia del sistema neoliberal; para la sociedad mexicana se trata sólo de un engaño más.
Desde luego hay otras cosas más para reflexionar, como por ejemplo decir que no hay más recursos para educación; mientras se sostiene en Chiapas un Ejército de ocupación de 70 mil hombres cuyos costos se mantienen en secreto, pero que representan seguramente más de mil millones de pesos cada mes, a los que deben agregarse las compras de helicópteros y armas sofisticadas para el proceso de militarización que se observa en zonas cada vez más amplias del territorio nacional, y que supuestamente se requieren para combatir el narcotráfico, que hoy se sabe protegido por oficinas gubernamentales, cuya función era detenerlo. El sistema económico neoliberal, que Zedillo ha ofrecido a México como el único camino viable para salir de la crisis, tiene dinero para comprar armas, pero no lo suficiente para la educación.
Si comparamos los recursos que el gobierno mexicano destina a la educación con lo que destina a otros quehaceres, por ejemplo apoyar a la Banca, la prioridad real que la educación tiene asignada queda de manifiesto. Una práctica común en México y en otros países del tercer mundo es pagar menos a las mujeres que a los hombres, por una misma tarea. De aquí que si un trabajo puede ser realizado indistintamente por hombres o por mujeres,se contrate mejor a las mujeres. Lo mismo sucede en relación con la educación. Los trabajadores con más educación implican salarios más altos; por ello, las estrategias de criterios eficientistas pragmáticos que forman parte del modelo económico neoliberal, para el cual la educación no es prioritaria.
La Unesco ha puesto a México entre las naciones con graves problemas de analfabetismo; las estadísticas escuetas hablan de un problema, o más bien de un síntoma. La realidad es bastante más negativa. En Argentina, por ejemplo, existen diarios cuya circulación sobrepasa el millón de ejempares; en México los diarios más exitosos del país no han sobrepasado los 200 mil ejemplares, aún en los momentos de mayor demanda, como en los días que siguieron a la muerte de Colosio.
De la misma manera, mientras que en un buen número de países el consumo de libros sobrepasa los 15 al año por adulto, en México esta cifra no llega a uno. En el modelo de país que estamos construyendo para el próximo siglo, la educación no es prioritaria, así de simple, ello nos lo recuerdan cada año los maestros con sus manifestaciones y protestas.