Emilio Pradilla Cobos
Historia y debates

Cuauhtémoc Cárdenas, candidato del PRD a la jefatura de gobierno del Distrito Federal, ha explicado las razones por las cuales no participará en un debate simultáneo con los candidatos del PRI y el PAN, y por qué lo hará con el candidato del PRI. Son obvias. Cárdenas, que encabeza con notoria ventaja el proceso, quiere debatir con quien representa al poder y la política actual, a los que busca sustituir, para superar la crisis de 15 años de duración y construir un futuro mejor para la ciudad: con el candidato del PRI. El del PAN rebajó su campaña a una retahíla de ofensas sin fundamento y, fuera de ellas, carece de argumentos para el debate.

Esperamos que el debate PRI-PAN se dé en el ámbito del análisis y la crítica seria de la situación de la metrópoli y las propuestas para superarla, y no lo lleve el candidato del PRI por el camino enlodado, en el que ha metido su campaña su homólogo del PAN. Sin embargo, llamamos la atención sobre algunos hechos que pueden llevar a engaños a los ciudadanos, o a manejos efectistas de los medios de comunicación y los analistas interesados en ``orientar'' a la opinión pública mal informada.

1. Una hora de intercambio entre dos candidatos y uno o varios ``moderadores'' no puede sustituir cientos de horas de campaña utilizadas para oír a los ciudadanos, intercambiar opiniones con ellos y exponerles en extenso las propuestas políticas; allí hay diferencias entre los dos candidatos. Mucho menos en el caso de Cárdenas, al que los mexicanos hemos oído expresar opiniones y propuestas durante diez años y a quien hemos dado la razón cada vez que el régimen priísta se hunde en un nuevo episodio de su crisis histórica.

2.Un corto debate no borra la historia del país y la capital. El PRI los ha gobernado durante siete décadas y, sobre todo, es el responsable de la profunda crisis de los últimos 15 años, que no ha podido superar con sus políticas neoliberales. El PAN fue su aliado durante el salinismo y los dos primeros años de gobierno de Zedillo y a pesar de la distancia que la campaña electoral impone, comparte con el PRI lo fundamental de la política económica, social y urbana. No busca el cambio económico y político, sino sustituir al PRI en el control del mismo poder y la misma política.

3. El programa del candidato del partido en el poder no puede divorciarse de la práctica de su partido. No puede comprometerse a hacer lo que su partido rechaza o no ha hecho. Por ejemplo, no puede prometer defender la seguridad social en la capital, cuando su gobierno la está privatizando, dejando sin recursos y destruyendo a nivel nacional; no puede ofrecer combatir la corrupción cuando ha sido y es parte de la estructura burocrática y patrimonialista que la generó y se ha beneficiado de ella durante décadas; etcétera. Es simple demagogia.

4. En el debate, el miedo no puede ser aceptado como argumento contra el cambio. Durante 15 años de crisis y política neoliberal salinista, la mayoría de los ciudadanos de la capital ha perdido lo poco que tenía y no tiene por qué temer al cambio. Salinas justificó el desmantelamiento de lo logrado desde la revolución mexicana, a nombre del cambio que nos llevaría al primer mundo; nos hundió más en el atraso y la miseria. Ante su fracaso, necesitamos cambiar para salir de allí y todo será ganancia. Si la mayoría de los capitalinos opta por otra mayoría y otro gobierno, podrán sustentar el cambio y defenderlo de los intereses del pasado, encarnados por el partido que siempre ha gobernado la ciudad y la ha hundido en la crisis; si hubiese conflicto, provendría de los perdedores, beneficiarios y emisarios de ese pasado.

5. Un debate político no puede confundirse con un concurso de oratoria o un encuentro de lucha libre. Lo que buscamos los ciudadanos del DF no es un abogado litigante hábil, ni mucho menos un golpeador de pelea callejera. Lo que necesita la ciudad es un gobernante maduro y honesto, que conozca, oiga, entienda, respete y se comprometa con la gente y sus problemas, que encabece el cambio democrático, tenga ideas nuevas para superar la crisis económica, política, social y urbana, crea en la gente y cuente con su apoyo para que en el corto plazo de tres años, teniendo posiblemente en contra al Ejecutivo federal, pueda inaugurar una forma distinta de gobernar al DF y armonizar su desarrollo con el de la otra parte de la gran metrópoli. Con o sin debate, Cárdenas es el que reúne estas características.

El debate entre los candidatos del PRI y el PRD, si se lleva a cabo, nos dará algunos elementos adicionales para escoger entre ese pasado en crisis, materializado en el PRI, y un futuro, propuesto por Cárdenas, que podemos construir entre todos. Es un episodio más de diez años de historia de la capital, y de cinco meses de campaña. No es el episodio fundamental ni el decisivo.