Al hablar de ``arte-objeto'' es la definición de ese peculiar tipo de obras lo primero que está en juego: a qué se refiere ese doble término. A eso es a lo que de alguna manera se aplican los dos textos del catálogo de la exposición Diálogos insólitos. Arte objeto, inaugurada con gran éxito de público en el Museo de Arte Moderno (MAM), el pasado 15 de mayo.
El texto de Edgardo Ganado Kim hace una historia de lo que pudiera encajar en la citada denominación, arrancándola significativamente del ready made de Marcel Duchamp, titulado La fuente, de 1917. Y hace un rápido recorrido por las relaciones de esos nuevos hechos artísticos con el dadaísmo y el surrealismo, así como de su presencia en México (en los espacios del surrealismo) hace más de 50 años. El de Carlos Blas Galindo se interesa más en el problema de definición. Propone --y da desde luego razones consistentes, aunque discutibles-- que la denominación de ``arte objeto'' se restrinja a aquellos objetos de autor realizados con un sentido utilitario, al menos virtualmente. La actual exposición, asesorada en la curaduría sólo parcialmente por Galindo, no corresponde sino muy apenas con ese criterio. Por su parte el texto de presentación de Teresa del Conde, directora del MAM, da cuenta de cómo se concretó la idea de la muestra, a partir de la coordinación curatoral de Moisés Argüello, acompañado de Manuel Centeno a quienes se agregaron más tarde como asesores Galindo y Ganado, la propia Del Conde y Dulce María Alvarado, así como la difícil labor museográfica de Tomás Parra.
La cuestión de qué es el ``arte objeto'' queda al fin y al cabo en el aire. Es un hecho que históricamente se vino usando para designar ciertos objetos tridimensionales, pero ajenos a los modos canónicos de la escultura; objetos asimilables a los artísticos por reunir dos condiciones, ellas mismas no fáciles de deslindar, a saber: la de autoría personal (y diría yo más: la de alguien que se tiene por y es aceptado como artista) y la concomitante de la presencia de un concepto que da sentido a la obra. En esa acepción muy amplia quedarían comprendidos los ready made de Duchamps o Man Ray, o tantos otros, objetos previamente existentes colocados en un contexto diverso al suyo original, a veces modificados en forma absurda, y por eso cargados de un nuevo sentido, tanto como los peculiares objetos surrealistas de Wolfgang Paalen, los a veces sí utilitarios de Pedro Friedeber o las delicadas cajas con objetos a menudo intervenidos de Alan Glass.
La historia camina. De Tal manera que si aquella denominación funcionaba bastante bien hace todavía 40 años o menos, ahora, cuando los límites de la escultura han saltado todas las trancas, cuando en el mundo de la artisticidad pululan ensamblajes, instalaciones y muchas maneras de manejar espacios de tres dimensiones, ahora tenemos que preguntarnos nuevamente por lo que puede ser considerado ``arte objeto''. Creo que debe entenderse que eso es lo que propone a la discusión Diálogos insólitos. Una discusión que tiene sentido actualmente en México, donde muchos artistas fabrican, con dedicación plena o parcial, objetos que solemos aceptar como artísticos, pero que no encajan en los géneros tradicionales.
La única artista presente que no es mexicana ni residente es Yoko Ono: sus dos objetos, entre instalación y arte conceptual, que requieren la participación del público, fueron el platillo atractivo. Como pieza emblemática abre La cuna, diseño de José Horna y pintura de Leonora Carrington, de 1941 (Francisco Reyes Palma me hacía notar que la ficha y el catálogo privilegian indebidamente el nombre de Leonora). No se especificó en ninguna parte que los artistas seleccionados son todos vivos --la única excepción sería Horna-- y el público numerosísimo, interesado y divertido notaba ausencias notables de arteobjetistas ya muertos y de otros vivos.
En todo caso de trata de una exposición de 71 obras correspondientes a 43 artistas, donde están quienes hace más de tres décadas se aplican a esos menesteres junto con medianos de edad, jóvenes y muy jóvenes. En efecto, y pese a que no pocos de los objetos no son de factura reciente, parece que se intentó hacer un corte virtual de la realidad del ``arte objeto'' (si es que lo es realmente) en la escena mexicana.