Hablan los consejeros electorales

Nuevas elecciones, mismo aparato

Mireya Cuéllar Con todo y la anunciada ``ciudadanización'' del proceso electoral mexicano, los comicios del 6 de julio son preparados y se desarrollarán con el mismo aparato administrativo que realizó la elección federal de 1994, asegura el consejero Jesús Cantú. Sólo se renovó el 2 por ciento de la estructura nacional del Instituto Federal Electoral (IFE) en los cinco meses que tiene en funciones el nuevo Consejo General, agrega.

Jesús Cantú, el periodista del grupo, hace cuentas: de los 32 vocales ejecutivos del IFE --que encabezan los consejos locales del país-- cambiaron a nueve, de los cuales sólo cuatro llegaron de afuera porque los otro cinco surgieron de la propia estructura. En los 300 consejos distritales se cambiaron a 30 vocales que ejercían de presidentes de consejo. En ambos casos las estructuras operativas se quedaron (los encargados de coordinar la capacitación, la organización electoral, los vocales del Registro Federal de Electores...).

``No podemos negar cuál es el origen del IFE, sería deshonesto no reconocer que nos vamos a tener que montar en la vieja estructura y trabajar con ella. La gran transformación del instituto que implique un cambio de actitudes, más que de personal, está apenas empezando''.

Buena parte de la estructura operativa que lleva adelante las elecciones forma parte del Servicio Profesional Electoral (entre ella los vocales estatales y distritales); sin embargo, al realizar una visita nos encontramos que los exámenes de ingreso y las evaluaciones para ascender ``no servían'', no se tomaban en cuenta. Es obvio que siempre fueron factores políticos los que determinaron el ingreso de alguien a puestos de dirección y ejecución en el instituto.

Esto es muy importante porque, siendo eventuales, no hay nadie que esté ciento por ciento seguro de que puede hacer carrera en el instituto como funcionario electoral. Eso hace que muchos estén atentos de cuidar más las relaciones políticas que les garanticen un empleo que la norma institucional. (En el Servicio Profesional Electoral está el personal que tiene relación directa con las elecciones, son poco más de 2 mil empleados del IFE, entre vocales y directores de áreas ejecutivas).

La reacción que tuvieron quienes eran vocales ejecutivos de los consejos locales de Quintana Roo, Sinaloa y Tlaxcala una vez removidos, confirmó que las acusaciones de los partidos que los impugnaron eran fundadas. Ya destituidos se incorporaron al gobierno estatal o al PRI, y se supone que eran parte del SPE y tenían puesta la camiseta del IFE.

Para el consejero Juan Molinar Horcasitas, el origen del IFE ilustra la realidad del momento; su antecedente es la Comisión Federal Electoral, un órgano que dependía de Gobernación y operaba sólo cuando había elecciones.

Como no era un órgano permanente, apunta, cada vez que había necesidad de echar a andar la maquinaria electoral, el secretario de Gobernación delegaba en los gobernadores (todos del PRI) la responsabilidad de los comicios federales en los estados. Personal que laboraba en esos gobiernos era habilitado para organizar elecciones.

Mucha de esa gente, producto de un tejido de intereses y relaciones políticas entre el PRI y los grupos gobernantes, es la que se incorporó al IFE cuando nació como institución autónoma. Fue hasta una situación natural; era la gente que conocía de procesos electorales y cómo organizarlos, con todo y sus vicios.

``No vine a cultivar amistades'', suelta Juan Molinar cuando se le pregunta por las fricciones que se han dado en el seno del Consejo General del IFE a la hora de tomar decisiones que implican cambios.

No entra en detalles cuando habla de las divergencias, pero fija su posición: ``el Consejo General del IFE es parte de un órgano de Estado; somos un grupo de profesionales que estamos aquí para lograr que toda la vieja estructura se asuma así y actúe en consecuencia. Esto puede ser cualquier cosa menos un grupo de amigos, no venimos a cultivar amistades sino a cumplir una función en un órgano de Estado, independientemente de diferencias o afinidades personales.

En los pasillos del instituto --ubicado en Viaducto Tlaplan y Periférico-- son conocidas las diferencias entre los consejeros, las largas discusiones cada vez que se atraviesa un asunto que lleva de por medio romper inercias, ejercer absoluta autonomía.

A la hora de las decisiones el consejo se ha dividido prácticamente en dos grandes bloques, comentan quienes conocen la situación interna. De un lado están los que no desean grandes cambios --bajo el lema de ``no hagan olas'', no se enfrenten al PRI, no busquen conflictos con el gobiernoÉ--, ahí se ubica al consejero presidente, José Woldenberg, y a los consejeros Jacqueline Peschard, José BarragánÉ Del otro están quienes, conscientes de que es necesario sacar adelante el proceso sin sobresaltos, quieren una transformación más rápida del IFE, en ese bloque estarían precisamente Juan Molinar, Jesús Cantú, Emilio Zebadúa, Alonso LujambioÉ

Estos últimos no desean entrar en disputa con la vieja estructura, saben que con ella van a operar la elección y tienen que convivir, pero tampoco están dispuestos a dejarle las manos libres. A diferencia de los anteriores consejeros, a los nuevos la ley les confiere la posibilidad de supervisar la parte operativa del proceso.

Emilio Zebadúa considera que, en términos generales, los funcionarios del IFE son gente profesional, realizan su trabajo con eficiencia y en esa medida garantizan que las elecciones se realicen; sin embargo, también es claro que en algunos de ellos aún falta disposición para el acoplamiento con los nuevos tiempos.

Otro consejero, Alonso Lujambio, advierte: ``debemos construir un IFE que no sea trampolín para candidaturas o cargos en los partidos y el gobierno. Esto no debe ser refugio de grupos políticos''.

``Hay que cambiarle dentro del IFE el sentido a la palabra institucional'', es la conseja de Emilio Zebadúa.

La reforma de la institución tiene que tocar dos grandes aspectos, dice Lujambio: ``por un lado evitar que esto sea coto de grupos políticos, y por otro, dar garantías a todos los que trabajan en el SPE de que el IFE es una institución donde pueden hacer carrera electoral, donde se respeta y protege el profesionalismo. En esa medida podremos aislar al IFE de los ciclos y los círculos políticos del poder''.